Las dudas se despejaron a los pocos minutos de las 20:00 horas y ya a la medianoche, con más del 90% de las mesas escrutadas, era claro que el Apruebo se había impuesto en las urnas por un 78% de las preferencias, un aplastante triunfo que, si bien había sido adelantado por algunas mediciones, sorprendió a gran parte de la población.
Consolidados los resultados, el proceso constituyente chileno entra en tierra derecha. A continuación, cuatro analistas hacen sus lecturas de los resultados e interpretan las cifras que podrían marcar los hitos políticos que se avecinan.
La brecha entre convenciones
Algunos adelantaban que la diferencia entre la Convención Constitucional y la Mixta podría ser más ajustada que la que se daría entre el Apruebo y el Rechazo, pero los resultados terminaron siendo casi idénticos: 78,99% para la primera y 21,01% para la segunda. "Lo veo como una consistencia en la ciudadanía respecto a la desconfianza del Congreso y del político", señala la académica del Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile, Mireya Dávila.
"A primera vista, uno podría pensar que tiene que ver con eso, con la lógica de una crítica profunda de la sociedad chilena a los políticos, a pesar de que el acuerdo fue de los políticos y de que el proceso es bien político. Independientemente de eso, hay una mala fama y reputación de la clase política que, yo creo, los pasa a llevar en esta vuelta", dice. También considera el factor de la paridad podría haber influido.
Para el decano de la Facultad de Gobierno de la UDD, Eugenio Guzmán, se puede relacionar con que "no hubo mensajes cruzados". "Probablemente el individuo que leyó Apruebo, también leyó Convención Constitucional, y el que leyó Rechazo, también leyó Mixta", expone. "Me parece además que lo que llamamos Mixta era difícil de ser entendido, más complejo de asimilar, mientras que lo otro era más simple. Otra cosa va a ser en qué medida la gente se da cuenta de que no se va a tratar de votar por el amigo de al lado, sino que va a ser articulada desde los partidos. Eso puede traer problemas si no se manejan bien las expectativas", opina.
También ve cierta dificultad en el entendimiento del concepto la profesora del Instituto de Ciencia Política de la UC, Julieta Suárez Cao, quien además es coordinadora de la Red de Politólogas. "Me sorprendió, porque esperaba que fuera mucho más estrecho", confiesa, aunque advierte varias razones para que se diera la diferencia. La primera: que el Rechazo "no tuvo una estrategia unificada sobre qué hacer con la segunda papeleta". "Teníamos figuras del Rechazo que llamaban a votar Mixta, otras que pedían Convención Constitucional, y otro movimiento que llamaba a anular. Creo que eso, por un lado más estratégico, le restó votos a la Mixta", expone.
"Lo otro es que nadie supo explicar muy bien qué era la Mixta: cómo se iba a elegir, cómo era esto de que algunos iban a ganar distinto, cómo iba a funcionar el Congreso en paralelo... No estuvo muy bien explicada la idea, teníamos muchas más interrogantes que certezas, mientras lo otro parecía más simple, aunque no despreciaría la baja aprobación y baja confianza en el Congreso que ya venía apareciendo en las encuestas", agrega.
Las comunas del Rechazo
Si bien el Apruebo se impuso en todas las regiones del país y en casi todas las comunas, hubo excepciones: Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea en la Región Metropolitana, pero también Colchane en Tarapacá y la Antártica. "No me llama la atención", señala Suárez Cao. "Chile es un país con una alta desigualdad territorialmente situada, tiene esa particularidad de tener una diferencia muy clara entre comunas dentro de una ciudad pequeña, en términos de distancia, o sea que no están tan lejos. Eso hace una cierta estructuración de clases, de intereses que son percibidos como divergentes".
"Muchas de estas personas sienten, por un lado, que con esta Constitución no les ha ido tan mal, que sus intereses fueron cuidados, y tienen bastante miedo hacia lo incierto que es avanzar en un proceso constitucional que no se sabe realmente cómo va a salir. No me extraña que haya habido una conducta un poco más conservadora, de pensar que es mejor un malo conocido que un bueno por conocer", añade.
"Incluso en sectores de clase media, como La Florida, que podrías decir que juegan dentro de las reglas del capitalismo y el 'futuro mejor', creo que se dieron cuenta con esta crisis de que ellos también fueron perjudicados"
Mireya Dávila
Para Dávila, en tanto, la diferencia en la votación revela "algo bien brutal": "Ese reducto está en esas comunas que sienten que tienen los privilegios, es muy sintomático de Chile", dice. "Incluso en sectores de clase media, como La Florida, que podrías decir que juegan dentro de las reglas del capitalismo y el 'futuro mejor', creo que se dieron cuenta con esta crisis de que ellos también fueron perjudicados, porque están muy cerca de volver a ser pobres. Esta clase media ascendente ya no le cree al modelo que estuvo gobernando este tiempo y quiere otro tipo de acuerdos", comenta.
Para Guzmán, el resultado "no es algo que no hubiéramos esperado". "En las comunas de los sectores altos es donde está la élite, de izquierda y de derecha", afirma. "Lo que me parece interesante es que ahí el Rechazo no adquiere un triunfo arrollador, como se hubiera esperando, entonces claramente hay una tendencia globalizante en el país. Obviamente tienen que haber casos donde la tendencia no se cumple, pero a mi juicio sí se cumple, en la medida en que el resultado no es todo lo contrario al del país. Me hubiera sorprendido si los números se hubieran invertido por completo, pero no fue así, así que no me sorprende tanto", dice.
Para Carolina Garrido, académica de la U. Diego Portales, tiene que ver con "el sesgo de clase muy marcado que existe en Chile, sobre todo en la RM". "En este caso estamos viendo a tres comunas del distrito 11, que son las que, en general, más votan, que por diversas razones consideraron que no había que hacer cambios: puede ser por miedo, porque no quieren transformaciones sociales o porque es gente privilegiada cuyos privilegios podrían verse perjudicados o tambalear con cualquier tipo de cambio. Creo que reflejan a una parte de Chile que le acomoda mucho mantener el statu quo, y los liderazgos de la derecha que representan ese rechazo se van a movilizar y organizar para defenderlo en abril", acota.
Las presidenciales de la centroderecha
Algunos aspectos ya estaban en la mira: el porcentaje de respaldo que obtuviera el Apruebo en Las Condes, donde su alcalde Joaquín Lavín, una de las principales cartas presidenciales de la derecha, aprobaba esta opción. Finalmente el Rechazo se impuso por un 55,7% de los votos, pero el jefe comunal salió igualmente a celebrar el resultado de la votación.
"Para ser candidato presidencial tienes que leer al país más que a tu entorno más cercano", comenta Guzmán. Lo mismo opina Dávila: "Lavín, con esta situación, gana. Es un muy buen resultado porque él es camaleónico, 'socialdemócrata', entonces es el gran ganador de esta lógica, por la buena lectura que tuvo de lo que quería el país", agrega.
"La centroizquierda no es el 80% de la gente que vota con voto voluntario, que es la que ganó el Apruebo, entonces creo que hay mucha gente de derecha que no salió a votar y creo que un candidato que vota por el Rechazo le habla a una parte importante del electorado de derecha que no quiere cambios"
Carolina Garrido
Garrido, por su parte, matiza. "Lavín es inteligente, pero en general las elecciones que gana ya están ganadas desde antes, son seguras para la derecha. Es posiblemente uno de los mejores candidatos que tiene la derecha, pero no lo veo como una carta muy segura para ganar", dice. Su análisis se debe a que cree que "hay una parte importante de la derecha que no salió a votar. "La centroizquierda no es el 80% de la gente que vota con voto voluntario, que es la que ganó el Apruebo, entonces creo que hay mucha gente de derecha que no salió a votar y creo que un candidato que vota por el Rechazo le habla a una parte importante del electorado de derecha que no quiere cambios", asegura.
"No veo tan lejano que una persona del Rechazo sea un liderazgo de la derecha, aunque no sé si para ganar la elección. Claramente los dejaría en una posición más competitiva que haya apoyado al Apruebo, pero a esa persona le va a costar muchísimo articular a la derecha, porque parte importante está por el Rechazo", agrega.
Para Suárez Cao, las oportunidades se abren para las figuras del Apruebo como Mario Desbordes o Manuel José Ossandón, pero sobre todo para "gente con lazos con lo local" como Lavín, Germán Codina o Rodolfo Carter. "Por algo Evelyn Matthei nunca dijo por cuál opción iba. Ella también leyó bien la situación. Creo que lo que se viene es la política de los alcaldes", apunta.
Otra figura del Rechazo fue el ex diputado José Antonio Kast. "Si bien tiene pretensiones presidenciales, o parecería que las tiene, el mundo del Rechazo no es un mundo pro Kast", comenta Guzmán. "Se puede comprobar con los ministros: hay algunos que votan Rechazo, pero que dudosamente votan o votarían por Kast. Creo que tampoco es una gran noticia para él, lo que no significa que no vaya a tratar de salir a encantar a ese 22%, que tampoco es una cifra menor", dice.
Las presidenciales de la centroizquierda
Por el otro lado, lo que añade incertidumbre al escenario es el porcentaje de electores que se sumó a la votación. Hasta ahora se presume que el aumento de la participación pudo estar fuertemente impulsado por el sufragio de los jóvenes, que participaron de las protestas. Muchos reconocieron ante los medios que esta era la primera votación para la que se sentían convocados.
La nueva cantidad de votantes jóvenes podría convertirse en un botín electoral para sectores como el Frente Amplio, asociados a la lógica de los movimientos sociales y de rangos etarios menores. La duda que surge es si ese desafío podría complicar aún más la unidad de la centroizquierda de cara a los procesos electorales que vienen, en el caso de que consideren que es más estratégico para ellos apostar por una mayoría con los votantes que se están estrenando en el sistema y que provienen de un desencanto de la institucionalidad.
"Yo tengo la impresión de que sí", dice Guzmán. "Está el hecho de que no hubo foto (colectiva de la oposición) el domingo y que la reunión fue entre algunos de ellos. Eso revela algo de esto, porque la interpretación alegre es que ese 78% 'les pertenece', pero la verdad no es tan clara porque no sabemos quiénes son esos nuevos que votaron, por lo tanto puede ser una mala guía para el análisis político. También puede generar mucha tentación para que surjan más candidatos para todas las elecciones que se vienen. Generar acuerdos en algunos casos y en otros no es complicado, porque es como decirle a tus socios 'vayamos juntos en este negocio, pero en este voy a ir con otro'", apunta.
Para Dávila, si bien es claro que parte de los nuevos votantes corresponden a "gente joven" y que tiene que ver con una "lógica etaria", considera que la lectura no es tan simple. "Si así fuera, el FA tendría muchos más votos o ya se habría plasmado de alguna forma. Dudo que ese grupo de gente joven sea clasificable en una sola lógica, porque intuyo que ahí hay un montón de mundos distintos que la elite política todavía no logra captar totalmente. Creo que es una cosa más profunda que eso", dice.
La distancia de la institucionalidad
Dávila cita una imagen de un hecho reciente ocurrido en Francia: el presidente Emmanuel Macron frente al ataúd del profesor Samuel Paty, que fue degollado por un joven de 18 años tras usar una caricatura de Mahoma para hablar de la libertad de expresión. En la imagen Macron se ve solemne frente al féretro y de fondo se escucha el himno nacional francés.
"Eso es el Estado hecho persona", comenta la académica. "Es lo opuesto a lo que pasa acá. Acá, después de estos resultados, el Gobierno no existe. No existe ni el Presidente ni un sistema presidencialista como el chileno, porque un sistema presidencial funciona bien cuando tiene líderes y un sistema político que lo avala, pero cuando pasa esto queda vacío, es muy fuerte", dice Dávila.
Para Dávila, el porcentaje final demuestra un rechazo al sistema presidencial vigente, el cual "funciona bien cuando tiene líderes y un sistema político que lo avala". "Cuando pasa esto, queda vacío", dice.
Su noción se ve empujada principalmente por el desapego que los resultados evidencian con respecto a la institucionalidad política vigente en Chile: casi 80% de la población optó por cambiar la Constitución, y un porcentaje similar no quiere que en ese proceso intervengan parlamentarios en ejercicio. Ha sido, además, la elección con más participación desde que se promulgó el voto voluntario, y la única donde no se votó por autoridades ni nombres específicos.
En el contexto de las discusiones constituyentes, un mecanismo para equilibrar la distribución de fuerzas entre los distintos poderes del Estado ha sido recurrente, y se barajan opciones como impulsar una descentralización territorial o evaluar un sistema semipresidencial. El escenario revelado en el Plebiscito, añade la profesora de la U. de Chile, no es necesariamente negativo. "Es bueno para la democracia, si logramos encauzarlo bien ahora", apunta.