Las recientes elecciones municipales en el país otorgaron un "avance" de la centroderecha, sector que volvió a conquistar municipios emblemáticos como Ñuñoa o Santiago, con un especial buen rendimiento en términos generales de Renovación Nacional. En cambio, la "sorpresa" que se proyectaba que podían dar sectores más a la derecha, como Republicanos y el Partido Social Cristiano, no fue tal.
Aunque varios expertos han señalado que pese a estos réditos la centroderecha no se puede declarar "ganadora" de los comicios, es cierto que hay señales claras de algunos avances, o en clave inversa, de un cierto "retroceso" de la izquierda oficialista. De hecho, el balance de la elección de concejales es más clarificador: el oficialismo pasó de 150 a 111, mientras que la oposición aumentó de 87 a 122.
Hay varias explicaciones detrás de esos resultados: por un lado, la serie de polémicas y crisis que arrastra el oficialismo, pero por otro, y más profundo y trascendente, la capacidad -o no- de dar respuestas "rápidas" a necesidades de la ciudadanía.
Es cierto: la seguridad fue un elemento central de las campañas, pero también bajo el alza del temor por sufrir un robo o ser víctima de un homicidio, siguen latentes demandas en torno a la economía y empleo, salud, educación, pensiones, entre otras.
El avance de las derechas no se evidencia solo en Chile. En el mundo también parece estar ocurriendo un fenómeno similar, con liderazgos como el de Nayib Bukele en El Salvador -quien se identifica con un tipo de política más "pragmática" que de izquierdas o derechas-, del libertario Javier Milei en Argentina y del republicano Donald Trump en Estados Unidos.
¿Cuáles son las razones detrás del retroceso de las izquierdas? ¿está la derecha sintonizando mejor con la ciudadanía? En conversación con Emol expertos entregan su diagnóstico.
Avanza la centroderecha, pero aún hay "desconexión"
"En las elecciones de medio término generalmente se castiga a la coalición incumbente", dice el académico y analista electoral de la U. de Talca, Mauricio Morales.
El experto recuerda que el Gobierno del Presidente Boric retrocedió en casi 40 alcaldías y, además, logró el peor registro de una coalición de centroizquierda en concejales desde el retorno a la democracia", y el pronóstico no es más alentador para el balotaje del 24 de noviembre, donde, a su juicio, "el gobierno retrocederá en el dominio de las regiones representadas por los gobiernos regionales".
Ahora bien, para explicar esos resultados y si se ponen bajo la perspectiva de un posible avance de izquierdas o derechas, en el caso de Chile no es tan taxativo.
Morales plantea que si se miran las encuestas, ambas coaliciones, de gobierno y de oposición, aparecen total y absolutamente desconectadas de la ciudadanía, lo que se refleja en los niveles de aprobación a cada una y en los porcentajes de identificación con los partidos que la componen.
"La diferencia entre gobierno y oposición, para explicar los resultados electorales, es doble. Primero, es el Gobierno a quien la gente percibe como responsable de la situación política, económica y social del país, por lo que es el primer castigado en las urnas", acota.
En segundo lugar, "el gobierno no dispone de liderazgos nacionales, a diferencia de la oposición que tiene a Matthei y Kast. Estos liderazgos resumen mucha información para los votantes y facilita su decisión frente a las papeletas electorales. Adicionalmente, hay figuras de gobierno que sí conectan con las necesidades ciudadanas. El mejor ejemplo es Tomás Vodanovic en Maipú y Claudio Castro- aunque es independiente- en Renca".
Por tanto, a juicio de Morales es difícil sostener la tesis de que la izquierda "no conecta" y que la derecha "ofrece mejores soluciones", sino que "más bien, una elección de medio término refleja el apoyo o rechazo a la coalición incumbente, bajo la expectativa de que el castigo al Gobierno lo puede hacer reaccionar, o que en la siguiente elección, la nueva alianza lo pueda hacer mejor".
Una mirada menos optimista en esta materia tiene la analista política Javiera Arce, quien tras el triunfo de Trump en Estados Unidos, hizo el balance en su cuenta de X: "lo que queda claro es que, de nuevo, no hay que burlarse de que los actos masivos de la derecha no sean tan masivos, ni rotear a los electores, como los amigos de becas Chile. Me preocupa que el progresismo y el feminismo no están haciendo sentido".
¿Una tendencia en el mundo occidental?
El ex embajador Gabriel Gaspar es tajante en su diagnóstico: "En el mundo occidental ha crecido en el último tiempo una corriente de conservadurismo autoritario". Algunos, dice, interpretan esto como "un rechazo a las alternativas de izquierda, pero también se trata de una forma que cuestiona al liberalismo clásico, y que incluso pone temas como el orden por encima de las democracias".
En la misma línea, Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, apunta a la aparición, hace un buen tiempo, "de una nueva categoría de política y gobiernos, donde se va manifestando cierto grado de autoritarismo en muchos aspectos. De algún modo llegan y se mantienen en el poder a través de las urnas, sin que haya un cuestionamiento profundo y categórico de la transparencia de esas elecciones".
El arribo de estas figuras que provenían de grupos, muchas veces minoritarios -como antiinmigración-, da cuenta de cómo movimientos ideológicos, "de las grandes ideas o grandes movimientos sociales ya no parecen tener tanto peso como hace algunas décadas,
sino que la gente busca más bien tener soluciones prácticas, inmediatas y rápidas. Eso lo vimos con Trump, y eso también se ha visto en Chile, y ocurrió con Milei en Argentina". De todos modos, acota Rojas, siempre se debe mirar este escenario general bajo la lupa de las características particulares de cada país.
Por su parte, Marcelo Mella, académico y analista político de la Usach, desglosa algunos factores del crecimiento de la votación de la derecha a nivel internacional, que incorpora a EE.UU., Europa y América Latina.
"Primero, hay un fuerte descontento o hacia el status quo político que se observa en una buena parte del mundo. Existe un hartazgo popular hacia los políticos tradicionales percibidos como desconectados de las necesidades sociales. En este contexto la extrema derecha capitaliza el rechazo a las élites políticas establecidas y a los partidos tradicionales".
Un segundo elemento clave, de acuerdo al experto, ha sido la crisis migratoria, "ya sea por migración forzosa o voluntaria, genera preocupación en algunos sectores desde el año 2015 con un importante impacto electoral en Europa y Estados Unidos y luego en América Latina a partir de la crisis y el éxodo desde Venezuela".
Al mirar el caso de Europa en concreto, la prolongación de la Guerra de Ucrania y sus consecuencias económicas para Europa occidental ha sido aprovechado por los partidos de extrema derecha que se oponen al envío de ayuda militar. "Es decir, la incertidumbre geopolítica sobre la prolongación del conflicto que se traduce en efectos económicos para los europeos ha beneficiado a aquellos discursos más radicales de la derecha", afirma.
¿Y la izquierda?
De acuerdo a Mella, a los factores que han permitido el avance de la derecha se suma la debilidad de los partidos de izquierda tradicional "que han perdido legitimidad por su incapacidad para abordar efectivamente problemas sociales de larga data en algunos casos derivados de la crisis económica del año 2008".
El académico señala que la incapacidad de resolver estos problemas ha sido aprovechado por liderazgos populistas radicales con un importante éxito en su capacidad de movilización electoral en la última década.
"(Los partidos de izquierda tradicional) han perdido legitimidad por su incapacidad para abordar efectivamente problemas sociales de larga data en algunos casos derivados de la crisis económica del año 2008"
Marcelo Mella
"Además, una parte de la izquierda ha incorporado en sus plataformas programáticas temas identitarios que dificultan construir mayorías nacionales de respaldo para los partidos de izquierda. En esta perspectiva, el progresismo muestra una propensión a la autolimitación electoral cuando se apoya preferentemente en reivindicaciones de grupos minoritarios", afirma.
Por último, sostiene que la prolongación de la crisis económica en buena parte del mundo después de la pandemia ha permitido que liderazgos de extrema derecha "estén explotando en su beneficio la frustración de jóvenes y el temor de grupos de clase media empobrecida que han roto sus vinculaciones con los partidos tradicionales".