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¿Amor o deseo de posesión?

"En los celos hay más de amor propio que de amor", La Rouchefoucauld

16 de Marzo de 2007 | 10:54 |
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Los celos, dentro de ciertos límites, constituyen una emoción normal y natural que forma parte del equipamiento psicológico de toda persona sana. Además, desde hace siglos, han sido argumento recurrente y fértil de la literatura y más recientemente del cine y la televisión, aunque constituyan también el germen de demasiados sucesos trágicos y muy reales.

Pero, ¿Qué son los celos? Podríamos definirlos como un estado emocional caracterizado por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee, tiene o debería poseer (amor, poder, imagen profesional o social, etc.).

En el ámbito sentimental, el rasgo más destacado de los celos es la desconfianza y sospecha permanentes en el otro que tiñen, y dañan gravemente, la relación con la persona amada. La mayoría entendemos por celos ese confuso y obsesivo sentimiento causado por el temor de que la persona depositaria de nuestro amor prefiera a otra en lugar de nosotros.

Algunos autores creen que el sentimiento de los celos es universal e innato, en cambio otros señalan que sería de origen cultural y aunque son dos visiones relativamente antagónicas, como ocurre con frecuencia, son perfectamente complementarias. Podemos pensar, por tanto, que cuando nos mostramos celosos experimentamos sensaciones inherentes a nuestra condición de seres humanos y, a la vez, manifestamos un comportamiento adquirido y heredado de nuestra cultura.

Las personas muy celosas son, frecuentemente, apasionadas, ansiosas y proyectan en su entorno muchas veces sus propias tendencias a la infidelidad. Buscan con avidez todas las pruebas de su presunta desgracia y se muestran insatisfechos frente a los argumentos racionales que les trasmiten las personas cercanas con las que se confiesan.

Cuando los celosos llegan al extremo de la irracionalidad es posible que se sienten abandonados, menospreciados y burlados, pudiendo llegar hasta la tragedia de perseguir con odio a su "amor" y no vacilar en atacarlo. De ahí que este sentimiento de los celos genere tantos problemas, no sólo en la seguridad física de las personas directamente afectadas por casos criminales sino también en el equilibrio emocional. Cuando en una pareja surge el miedo a la separación, éste se manifiesta en forma de celos, de persecución al cónyuge en su hipotética infidelidad, controlándole y pretendiendo obligarle a que sea fiel.

Cuanto más persigue a su pareja con celos, tanto más se siente impulsado el perseguido o perseguida a demostrar su autonomía, esforzándose en alejarse y no dejarse controlar. Y cuanto más lo hace, tanto más busca el celoso o celosa reclamarle como posesión propia y restringir así su libertad de movimientos y de sentimientos.

El celoso exige entonces a su pareja la descripción pormenorizada de su supuesta aventura y en su mente se mezclan el miedo al ridículo, a estar en boca de todos, el sentir con dolor que la otra persona vale más, la pérdida de autoestima, un deseo morboso de información (quién es, dónde se ven, desde cuándo.....), un desmedido afán de control y un sentimiento de posesión exacerbado.

Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. Y, normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas.

Un tipo muy especial de celos son los infantiles ("complejo de Caín"), que se manifiestan tras el nacimiento de un nuevo hermano. El niño, antes centro de todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el nuevo miembro de la familia el amor y cuidados de sus padres, muy especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un usurpador, “un intruso", lo que puede conducirle a volcar su agresividad en su pequeño hermano.

Los celos también afectan con frecuencia a profesionales desconfiados y muy competitivos, incapaces de trabajar en equipo y que invierten gran parte de su tiempo y energía en los pequeños detalles, no compartiendo información y controlando cuanto ocurre a su alrededor, a fin de que nadie presente un trabajo que pueda ensombrecer el suyo.

También pueden surgir los celos en la relación con los amigos, pero normalmente no generan tantos problemas ni alcanzan dimensiones dramáticas.

Por lo anterior si usted o alguien cercano se encuentra afectado de manera grave por alguna de estas situaciones, es importante que consulte a un profesional especializado, para que pueda ayudarle a superar este problema.
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