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“La teja (de ser víctima de agresión) no te cae sola”

05 de Mayo de 2005 | 10:46 |
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Patsili Toledo no sólo se preocupa en Chile de los derechos de las mujeres; su labor va mucho más allá, ella lleva casos contra el Estado de Chile -que ya han sido fallados desfavorablemente en la Corte Suprema- ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. No ha elevado a esa instancia casos por violencia, porque primero deben agotarse los recursos internos y eso es muy difícil que pase en Chile.

En este momento, tiene tres casos presentados: uno por la anticoncepción de emergencia (píldora del día después); otro por una estudiante lesbiana que fue expulsada del colegio, sólo por su opción sexual, y además, uno por discriminación en Carabineros que exoneró a una funcionaria por supuestas conductas lésbicas, que no eran ciertas.

Además, es –junto al abogado del CDE, Carlos Demarchi,- la abogada representante de las cinco mujeres que acusaron a la “geisha” Anita Alvarado, del delito de facilitación a la prostitución. El Tercer Juzgado del Crimen de Santiago había encausado a la geisha en calidad de autora material del delito; sin embargo, la Corte de Apelaciones de Santiago la dejó en libertad incondicional el 22 de febrero pasado.

-¿Este caso es el único de denuncia de trata de blancas en Chile?
“Son súper pocos, pero no es el único. El delito se estableció recién el año 1995 y lo pusieron en el Código Penal al final de los delitos sexuales y, en realidad, es un tipo de delito muy complejo, porque mezcla ambos caracteres, el de crimen organizado y el de ilícito sexual. Entonces, más bien no se denuncia, sino que tiene que haber algún tipo de investigación que permita llegar a él”.

Explica que en el ámbito del delito sexual nadie lo denuncia, porque las mujeres se sienten culpables y tienen vergüenza de lo que les ha pasado y no quieren quedar expuestas; por otra parte, tienen miedo de la mafia que hay detrás y llegar a desaparecer ella o alguien que quieren. “Finalmente, no puedes poner en las víctimas la carga de hacer la denuncia”.

Supongo que frente a esta realidad, tampoco serán muchas las sentencias.
“Hasta el año pasado había sólo una -que corresponde a la Corte de Apelaciones de Concepción- de los cerca de 70 juicios que se han iniciado desde que hay registros, que es el año ‘98”.

-¿Qué pasó en la Corte de Apelaciones que cambió el fallo?
“Fue muy lamentable, porque existiendo todos los antecedentes, la Corte estima que no los hay”.

-¿Qué induce a las mujeres a entrar al círculo de la prostitución o la trata?
“Son distinto, aunque en ambos casos hay una motivación económica fuerte. Me gusta establecer la diferencia, porque incluso se genera debate dentro de las corrientes feministas. Hay quienes afirman que el cuerpo es mío y hago lo que quiero con él hasta quienes consideramos, como yo, que la prostitución siempre constituye una forma de violencia contra las mujeres, porque perpetua el rol de ellas al servicio de los hombres y, además, constituye una transacción sobre el cuerpo. Las cifras dicen que pueden ser violadas, violentadas, mutiladas e incluso muertas”.

-La abogada Pilar Oyarzún sostiene que el acoso sexual perpetuó el “derecho a pernada”.
“Absolutamente, la mujer al servicio del hombre, eso se sigue ejerciendo en el país y en un montón de otros lados”.

-Nos quedamos en la diferencia entre prostitución y trata de mujeres.
“La trata tiene que ver con el comercio de seres humanos, que se considera ilícito per se, porque tiene por fin la explotación y, entonces, la prostitución es un atentado a los derechos humanos, se lucra con la otra, el proxenetismo.
“Puede ser que algunas mujeres sepan que están ingresando a un sistema en que tendrán que quedarse con la mínima parte de lo que perciban por sus servicios; pero la mayoría viaja a otro lugar creyendo que va a trabajar en cualquier cosa y una vez allá las obligan a prostituirse”.

Explica que la motivación que comparten todas las mujeres que migran –incluso las que vienen al servicio doméstico en Chile- es mejorar los ingresos de su familia, pero la diferencia está en que al llegar al lugar de destino, se dan cuenta que las llevaron para prostituirse en un burdel. La situación se agrava porque les retienen los documentos y les da vergüenza asumir ante la familia lo que hicieron.

-¿Por qué si tenían todas las pruebas, no ganaste el caso?
“Se supone que el derecho es neutro y no tiene sesgo, pero sí lo tiene. Es necesario que le muestres a los estudiantes de leyes las sentencias que dicen que sí, la violaron, pero estaba curada, entonces no hay delito; si no se comprueba la fuerza no hay violación. Las víctimas del caso de la geisha ejercieron la prostitución y, entonces, comprobar la trata, se complicó”.

No da más detalles, porque la causa debe pasar a la Corte Suprema y cualquier comentario puede intervenir en el caso.

La abogada insiste en un punto esencial para la postura que defiende:“Todo está leído desde el otro lado, pero cuando te involucras en estos temas, te das cuenta que los hombres que cometen abusos es porque sienten un dominio sobre las mujeres, utiliza lo que tienen, lo que les pertenece, y la que las maten, también. La relación es que esta persona se siente con el derecho a decirme y hacerme lo que quiere. La teja no te cae sola; a veces, la mayoría, cuando ya has ejercido tus derechos reproductivos, otras, cuando tienes cincuenta años”.


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