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Apoyo conyugal a la rehabilitación

La pareja y la terapia se necesitan: si falla una de ellas, la otra no tendrá pleno éxito en la batalla contra esta enfermedad.

14 de Octubre de 2005 | 15:02 |
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Mónica no se dio cuenta cuando, de un día para otro, la cocaína se metió en su matrimonio de 22 años. "Tu marido se droga", le dijeron unas cuantas amigas y vecinas, pero ella no lo podía o "no lo quería" creer. Aunque Marcelo había evolucionado bruscamente desde un inocuo mal humor a inexplicables explosiones de ira. Aunque había días que no llegaba a la casa y ya no podía hablarle porque él reaccionaba furioso.

Poco a poco, sin embargo, tuvo que asumir esta realidad, que, tal como lo señaló un estudio mundial sobre drogas de la ONU, está presente en miles de hogares chilenos. "Darme cuenta de que mi marido era adicto fue un quiebre muy fuerte. Porque muchas veces me encontré deseando que no llegara a la casa, que se fuera y también quise echarlo. Pero no lo hice, porque sabía que nadie de su familia lo recibiría y que en la calle él terminaría muerto".

Sentado a su lado, Marcelo la escucha mientras se retuerce los dedos y baja la vista. "Sin ella", levanta la cabeza, "yo no estaría acá, en terapia, recuperándome y recuperándola a ella".

"El apoyo de la pareja es fundamental en el éxito de la rehabilitación. Y el buen resultado de ésta se verá potenciado porque esa pareja se mantenga junta", comenta Fernanda Errázuriz, sicóloga y terapeuta de la Corporación La Esperanza.

Quienes tratan el abuso y la adicción a las drogas coinciden en que el matrimonio suele ser un factor protector contra el uso de sustancias. De hecho, según la Sexta Encuesta Nacional de Drogas del Conace, la prevalencia, en el último año, de consumo de marihuana, pasta base y cocaína es de 12% en los solteros y de 2,3% en los casados.

Esta estadística, sin embargo, no da cuenta del profundo quiebre que la adicción provoca en una pareja. Sobre todo porque para rehabilitarse el adicto necesita el apoyo de la misma persona a la que ha dañado durante años.

"Es imposible que el consumo de drogas no golpee una relación de pareja, porque uno de sus miembros no está presente del todo en esa relación", agrega la sicóloga. El consumo le produce a la persona problemas en su capacidad para vincularse afectivamente, para empatizar con el otro y trabajar en su proyecto familiar.
Eso explica la indiferencia que muestran los adictos y abusadores de drogas frente al daño que le están haciendo a su pareja y familia. "Ahora veo lo 'penca' que fui con Mary y con mi hija. Pero en ese momento no sentía nada, no me daba cuenta, porque lo único que quería era evadirme de todo", recuerda Daniel, de 26 años, compañero de terapia con Marcelo en La Esperanza.

Al otro lado, el o la cónyuge vive una situación llena de paradojas. Siente rabia, soledad y angustia por lo que vive junto a su pareja. Se culpa por no poder ayudarla y, al mismo tiempo, tiene conductas que ayudan a perpetuar el consumo. "Un ejemplo es cuando él o ella bebe mucho, y su pareja llama al trabajo diciendo que está enfermo", dice la sicóloga de La Esperanza.

Marcela Stekel, psicóloga y terapeuta de parejas del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile, explica que también operan mecanismos de negación que impiden que la pareja de un consumidor se dé cuenta de lo que pasa. "Hay mujeres que pueden vivir 20 años con un alcohólico, al que intenta dejar sin éxito. Es que mientras su marido es adicto al alcohol, ella es 'adicta' a él".

Antes de comenzar la terapia de parejas, es fundamental que el adicto pase dos a tres meses en abstinencia. En ese mismo tiempo, se trabaja con él un motivo personal para que deje el consumo y, así, pueda analizar lo que vivió con lucidez.

"Para hacer terapia de pareja es fundamental que el adicto tenga conciencia de su enfermedad y del daño que produjo. Si eso no sucede, la terapia no va a resultar", dice Marcela Stekel.

Paralelamente, la pareja del adicto o adicta debe comprender qué le pasaba al otro y que el daño que le hizo no fue intencional. "Hay que contenerla en la soledad y pena que vivió, así como en su rabia y la sensación de locura que muchas veces tuvo, porque él o ella le negaba su adicción pese a las pruebas".

En la terapia misma, en tanto, aprenden que la adicción siempre cruzará sus vidas. Y que en la cotidianidad deberán cuidar que su pareja se mantenga alejada de su adicción. "Hay parejas que salen muy fortalecidas de este quiebre. Y si bien la adicción reaparecerá como tema, no será de manera negativa, sino como una crisis que pudieron superar", dice Fernanda Errázuriz.

Mary, con el acuerdo de Mónica, tiene su propia conclusión al respecto: "Ayudar al marido a rehabilitarse es agotador y difícil. Yo he tenido que quitarle tiempo de dedicación a mi hija para acompañar a Daniel y ser su tutora. Pero lo hago porque lo quiero y sé que vale la pena".


Cuando nada resulta

Hay parejas que no logran superar la adicción de uno de ellos y terminan separadas pese a las terapias. Muchas veces, dice la sicóloga Marcela Stekel, éstas tenían una dinámica de relación que produjo daños que para ambos resultan irreparables.

La sicóloga Fernanda Errázuriz agrega que cuando la pareja llega a terapia ya separada tiene un pronóstico menos auspicioso. "Hay menos apoyo para que el paciente adicto logre rehabilitarse. Y si él no deja de consumir, es poco probable que la pareja vuelva a convivir".

Consumo El 1,6% de los y las casadas dijo haber usado marihuana en el último año, según la sexta encuesta del Conace. Ésa es la droga ilegal de más consumo entre ellos.
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