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“Soy un poquito hiperactiva”

28 de Septiembre de 2005 | 17:32 |
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Está llena de energía e ideas. Por eso, cada vez que le sobreviene un infortunio, la fe y la mirada positiva la levantan. Y eso corre tanto para su vida profesional como personal.

Cada vez que el Fosis u otro programa gubernamental le niega recursos por ser “comuna rica”, ella recurre a sus conocidos y golpea todas las puertas hasta conseguir que los géneros, hilos, máquinas de cocer y monitoras sean los suficientes para dar clases a sus entusiastas alumnas.

Pero esa fuerza no la despliega sólo en su trabajo. A los 62 años, sabe lo difícil que es ser madre y por eso, ama la vida. Si bien tiene tres hijas entre los 33 y los 19 años, además de dos nietas, vivió y sufrió ocho embarazos que no llegaron a término estando muy avanzados.

Profesora de francés, se especializó en metodología y estuvo más de una década en la Universidad Católica dedicada a esa área. Simultáneamente, participaba de los trabajos sociales que emprendía el Estadio Palestino, cuestión que la llevó, sin quererlo, a conocer el mundo municipal.

En 1981, como simple voluntaria de la colonia concurrió a una reunión en la municipalidad de Las Condes (que en ese entonces comprendía también a Vitacura y Lo Barnechea) y tras hacer algunas observaciones sobre una sala cuna de la población Colón 8.000, comenzó a ser requerida.

Así fue como terminó de directora –la primera- de la Corporación de Educación Municipal que se hizo cargo de los colegios públicos cuando fueron traspasados a las comunas, cargo que dejó en 1986.

Con un breve paso por la banca privada, en 1994 se sumó al equipo de colaboradores de Marta Ehlers cuando fue elegida concejala y después, alcaldesa.

“Soy un poquito hiperactiva”, reconoce entre risas.

-¿Siempre?
“Sí, nunca dejé la universidad, así que cuando asumí la Corporación terminé con todos los alumnos en la oficina. Y, aunque cada vez que tenía una hija renunciaba a mi pega, cuando se me producían los mortinatos, para superar el dolor, volvía rápidamente a trabajar y me cubría de cosas”.

Algunos rasgos de su ascendencia árabe son evidentes; es extrovertida y alegre. A eso le suma ser muy confiada y emprendedora. “En mi época no se usaba que una mujer fuera a la universidad y que después trabajara”, agrega, precisando que ella es tercera generación y que su marido, siendo también palestino, la ha apoyado en todo.

-¿Todo responde a qué? ¿Fue algo natural?
“Sí, no ha sido algo que haya buscado. Las necesidades y oportunidades que tienes te llevan a hacer algo”.

-¿No te ves jubilada?
“Sí, debería, pero qué voy a hacer. Estoy con montones de proyectos, quiero hacer el hogar de niños y crear un centro de formación de “profesionales del servicio” (entre risas)”.

-No se te acaban las pilas.
“De repente digo me quiero ir para mi casa para disfrutar más a mis hijas y nietas, pero me cuesta ser part time. O me voy de frentón o no”.

-¿Cómo te mantienes tan ágil? ¿Danza árabe?
“Fui una gran bailarina en mi juventud (reconoce con orgullo y cierta picardía), pero ya no, porque uno debe saber ubicarse. De vez en cuando voy al gimnasio”.

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