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Una para cada necesidad

No importa si tienes problemas de impurezas, le falta humedad a tu rostro o se ve cansado, porque existe una mascarilla para cada necesidad. La clave está en saber escoger según sus acciones y seguir algunos sencillos consejos de aplicación. El beneficio será evidente.

02 de Diciembre de 2005 | 09:42 |
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Para tener bonita piel no siempre basta con hacer de la limpieza e hidratación un hábito, muchas veces necesitamos un aporte extra de cuidados y es entonces cuando las máscaras faciales pueden ser de gran ayuda.

Lo primero que se debe decir de las mascarillas de rostro es que son de los pocos productos de belleza que pueden asegurar resultados inmediatos. ¿La razón? Gracias a la adherencia directa de sus principios activos a la superficie de la piel. Si a esto se suma el que muchas de ellas, además, poseen sustancias que actúan como vehículos para llevar estos principios hasta las capas más profundas de tu piel, sus virtudes cosméticas son aún mayores. Por eso, la recomendación es sacar provecho de estos milagros cosméticos, cuyas fórmulas permiten mejorar el aspecto en cosa de minutos, dejando la cara más limpia, suave y luminosa. Recuerda que hay una para cada tipo de piel, y que tienen acciones distintas.

Saber aplicar

Igual de importante que escoger el producto que mejor responde a las necesidades de tu piel, es aprender a aplicar en forma correcta una máscara facial. En este sentido, lo primero que debe tenerse en cuenta es extender una fina capa sobre la piel limpia y perfectamente desmaquillada, evitando el contorno de los ojos. Hay que dejar actuar por diez minutos y luego eliminar el excedente con agua tibia. Algunas se aplican sobre la piel seca, y otras, como las que actúan como exfoliantes, sobre el rostro humedecido. Se pueden utilizar en la mañana o en la noche, una o dos veces por semana, según el tipo de cutis. Para una piel sensible se recomienda una vez, y para una grasa mejor si la usa dos veces para disminuir las impurezas. Si al retirar la mascarilla se aplica una crema de cuidado intensivo, el efecto será más satisfactorio.

Más agua

Cuando el usar crema hidratante una o más veces al día no es suficiente para mantener los niveles óptimos de humedad, una mascarilla hidratante de acción profunda puede ser la solución. Lo que hacen es aportar agua en grandes cantidades gracias a la incorporación en sus fórmulas de activos como la glicerina o la vitamina E. Muchas veces también son capaces de llevar la humedad a capas menos superficiales, con lo que contribuyen a aumentar el contenido acuoso en la base de la piel, ya que contienen ingredientes que ayudan a retenerla en la capa córnea.

Son recomendadas sobre todo para las pieles secas, o después de un viaje o una fiesta, cuando más se nota el desgaste en la cara. Es un error creer que no pueden ser utilizadas por pieles mixtas o grasas, ya que la grasa no tiene que ver con la falta de agua. En ese caso, la única salvedad será escoger un producto liviano y no comedogénico.

Alivio al estrés

También están las máscaras faciales que ayudan a calmar un cutis estresado y a la vez hidratarlo, otorgándole una sensación de alivio gracias a compuestos como la manzanilla. Este tipo de productos muchas veces buscan despertar el resplandor perdido del rostro, para lo que necesitan tonificar y mantener el equilibrio hídrico de la dermis. Otras mascarillas, además, actúan a la vez como revitalizantes, lo que quiere decir que estimulan la actividad celular, activando la microcirculación a nivel cutáneo para favorecer la oxigenación de los rostros opacos y estresados.

Sensible

Hay pieles que reaccionan a todo, tanto a los cosméticos como a las agresiones del ambiente, por lo que necesitan de cuidados especiales a la hora de usar mascarillas. En este caso, se recomienda una de efecto calmante, capaz de bajar el enrojecimiento del rostro y recuperar el equilibrio perdido. Estos productos, por lo general, también alivian la sensación de tirantez, y en sus envases advierten que están formulados para cutis sensibles.

También existen otros de acción específica, como pueden ser las máscaras con principios activos reafirmantes capaces de asegurar un efecto tensor, o las que previenen el envejecimiento. Sólo que éstas no se recomiendan para cutis jóvenes, pues no las necesitan.

Libre de impurezas

También están las mascarillas con propiedades purificantes, que gracias a sus fórmulas granuladas arrastran las impurezas, la suciedad y las células muertas acumuladas sobre la superficie de la piel. Otras, además, tienen la capacidad de fundir la secreción sebácea dejando los orificios pilosebáceos despejados para que la piel respire, por lo que resultan indispensables para los cutis grasos y mixtos. De hecho, se dice que si son utilizadas con regularidad, pueden ayudar a controlar los problemas de excesiva producción de grasa.

Se recomiendan para quienes necesitan afinar los poros y reducir la grasa que deriva en impurezas, y otros problemas molestos como el exceso de brillo, sobre todo en la zona T (frente, nariz y mentón).
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