Más allá de las canas, las bolsas en los ojos, las arrugas e incluso la flacidez de la piel del rostro, unos labios firmes pueden lograr el milagro de que una mujer se vea, pese al evidente paso de los años, más joven.
No fue de una, sino de 7 universidades que diferentes investigadores llegaron a tal conclusión, la que no suena tan disparatada cuando, al encender el televisor, las mujeres que han decidido intervenir sus labios y engrosarlos, va llenando cada vez más las imágenes del zapping.
Luego de que la modelo Mónica Aguirre popularizara e hiciera leyenda del engrosamiento de los labios, son un sin fin de personalidades nacionales que -con mejores o peores resultados- han querido hacer de su boca una zona más carnosa en su rostro.
Sin embargo, como señala el doctor Jorge Godoy, cirujano de la Clínica Las Condes, “en general, las mujeres tienen mucho temor de hacerlo por los malos trabajos que han hecho personas no capacitadas con productos no adecuados. Más bien cuesta que la gente, aunque tenga labios ultra finos, acepte rellenárselos para dejarlos normales. Hay mucha desconfianza”.
¿Cómo saber si efectivamente lo necesitas o tal vez no te vendría mal algún retoque? Tal como lo indica el experto, un labio muy fino no tiene nada de patológico. Sin embargo, la cultura ha creado patrones estéticos del que pocos escapan.
Un signo de juventud en la zona de los labios, es tener un surco nasolabial (la hendidura que está arriba del labio superior) bien delimitada. En esa misma zona, además, estéticamente se prefiere que la línea blanca que separa la piel del rojo de la mucosa del labio esté bien marcada y hasta más levantada.
En cuando a grosores, el doctor señala que lo normal es que arriba, el centro tenga un mayor espesor, casi contrastando con el grosor de los laterales del labio inferior.
“Hay gente que lo tiene al revés, pero es feo que el labio superior esté engrosado en las partes laterales, que son prácticamente delgadas hacia la comisura, muy fino. Abajo también deben terminar así, pero eso no se cumple (en algunas intervenciones)”, señala, antes de mencionar la importancia de que el médico tenga sentido estético para no dejarse llevar por las ansias del paciente por tener sus labios muy carnosos.
¿Qué usar?
Mientras en la década de los 80 y 90 el colágeno causó furor, su uso comenzó a declinar debido al peligro de alergias que podía desatar y a que su absorción era muy rápida.
Como cuenta Godoy, el segundo compuesto que se comenzó a utilizar en los labios fue la propia grasa humana, pero además del procedimiento que significaba poner anestesia para sacarla de otra parte del cuerpo y luego ponerla en la boca, “la colocación quedaba con una inflamación severa, por lo menos, una semana, y después se absorbía en un porcentaje muy alto y hasta podían quedar asimetrías”.
Tras los desastrosos resultados que se han podido ver por la utilización de silicona en este procedimiento, es importante destacar que hoy la comunidad médica tiene contraindicado el uso de este material. Hoy, lo que se usa principalmente es ácido hialurónico, en el 99% de las intervenciones labiales, el que no produce daño ni reacción alérgica en todo lo que se extiende su duración, que es aproximadamente de 8 meses.
Para quienes no desean estar retocándose tan seguido, la solución es utilizar poliacramida, que, como Godoy señala, tiene una duración de cerca de 4 años. “Por lo tanto hay que ser muy cauto porque si te sobrepasas no tiene vuelta atrás”, advierte.