Aterricé en tierras vietnamitas a través de la mágica isla de Phu Quoc, que me cautivó con su encanto y paisajes, pero también causó estragos en mí con su comida y aliños.
Sí, me enfermé, sola en medio de un país desconocido. Me sentí sola y lo único que imaginaba era estar envuelta en un abrazo de mis papás. Quise llamar a mi mamá, pero después me di cuenta que mi traspié de salud era una oportunidad para crecer más aún, y que quería y podría resolverlo sola.
Tampoco me voy a llevar todos los créditos sola. Los vietnamitas me ayudaron y acogieron mucho, y un alemán que no tenía por qué, estuvo pendiente de mí hasta llegar al hotel en Ho Chi Minh.
Mi teoría se comprobó una vez más: uno nunca está solo, siempre está Dios en el camino, y se hace presente de diferentes maneras y formas.
No sé bien cómo me enfermé, pero sí sé que el responsable fue un plato que disfruté mucho, pero que mi estómago no toleró y me lo reclamó un par de horas después.
Tenía que embarcar a Ho Chi Minh, pero estaba casi desvanecida y estaba sin fuerzas, por lo que la tripulación estaba poco convencida de dejarme viajar. Al llegar a Ho Chi Minh me sentía pésimo, estaba decaída y no al 100%.
Sentirse enferma y sola tan lejos del hogar, hace valorar lo que uno realmente tiene. Pero me sirvió y mucho.
Con mi precario inglés logré pedir ayuda, llamar al seguro y terminar siendo atendida por el cálido personal del Family Medical Practice. Ya recuperada no pude evitar acordarme del pasado, cuando el cuerpo me fallaba porque yo no lo alimentaba, una época en que la sensación de malestar era una rutina y durante la cual mi mamá corría para salvar mi vida, porque estaba muy débil.
¿Cuántos días y años perdí? Hoy, con la madurez que da el paso del tiempo, les digo que creo que ninguno. Porque de no haber pasado por eso, no vería la vida como la veo ahora. Aprendí, crecí. Este viaje me ha hecho ver con claridad tantas cosas, y una de esas es que de corazón dejé las culpas y los fantasmas atrás, y también mi historia.
Porque mi pasado es mi historia, no mi presente. Una historia que les juro llevo con orgullo, pero que no estoy dispuesta a que me defina como persona.
Hoy siento que no perdí un día en la caótica y llamativa ciudad de Ho Chi Minh, sino que lo gané. Gané más valor, más fuerza, más coraje, más amor y más madurez. La vida no es perfecta y ahí radica lo lindo de ella: cuando tenemos que hacer altos en el camino, enfrentar minutos quizás no tan gratificantes, pero salir airosos de ellos.
Ahora ya recuperada, sigo recorriendo Ho Chi Minh con el corazón lleno de orgullo de saber que no importa cuántos obstáculos aparezcan en el camino, porque tengo la fuerza y el valor de enfrentarlos, resolverlos y sobreponerme a ellos.
Denisse Fuentes Estrada, Fundadora & Directora Fundación "Pesa Tu Vida" (www.pesatuvida.cl; Facebook: Pesa Tu Vida; Twitter: @PesaTuVida/@D_FUENTESE; Instagram: Pesa Tu Vida/Denisse.fuentes.e); autora de "La Dieta de la Muerte"; Joven Líder 2015; Diplomada Internacional en Coaching Neurolingüístico.