Las Torres Petronas, en Malasia, son una de las imágenes que quedaron grabadas en la memoria de Fuentes durante su viaje.
Reuters
Estoy en los Gardens by the Bay de Singapur, sentada frente a la Flower Dome. Llevo como una hora mirándola y observándola. Una de las cosas que me ha enseñado este viaje es ser libre y hacer lo que realmente me nace, por amor y no por obligación o deber.
En Chile jamás hubiera hecho las locuras que he hecho acá. Al principio le echaba la culpa a nuestro país, a nuestros prejuicios, ya que considero que somos un país muy crítico con las actitudes del resto. Pero después me di cuenta que no; era decisión mía no hacer esas locuras por el qué dirán.
La libertad con la que hoy vivo y respiro no la hace Asia ni los paisajes maravillosos que he conocido. La libertad la hago yo al elegir vivir una vida sin temor al qué dirán, y desear jamás volver a quedarme en el quizás.
Ayer llegué de Kuala Lumpur que desde un comienzo me impresionó con sus imponentes Torres Petronas. Y hoy, recorriendo Singapur, me maravilla su modernidad; es como estar en otro planeta.
Pero independiente de su riqueza económica, comparada con otros países del Sudeste asiático que he visitado, todos coinciden que aquí sobra la solidaridad y amabilidad con el turista, la gentileza y la sonrisa fácil. Además, otras de las características de su gente son la fascinación por las fotos, la predilección por la comida picante y el gusto por mujeres delgadas.
Lo de las fotos me causa gracia y aprendo de ellos. Tienen unos ángulos, trucos y tomas increíbles. La comida picante ha provocado más de un daño en mi estómago, así que me he hecho la mejor amiga de los 7-Eleven (tiendas de snacks, sándwich, etc). Pero lo de la extrema delgadez aún no lo logro entender. Es su cultura y no la voy a juzgar, pero acá, si una mujer no es delgada -muy delgada-, no es bonita, no es considerada para un trabajo y hasta los médicos la consideran fuera de los parámetros normales.
Para los asiáticos yo soy muy atractiva. Mi delgadez les llama la atención y la alaban, muy a mi pesar. Niñas normales me piden selfies, miran mis brazos y contextura y dicen que soy linda. A muchas les he dicho lo lindas que son ellas, que sus kilos no las definen, pero no entienden. Fueron criadas y formadas bajo un canon de belleza que si yo creía que en Chile era brutal, acá lo es más aún.
Pero ayer en el aeropuerto, mientras esperaba para abordar el avión a Singapur, no pude evitar escuchar una conversación entre una madre y su hija. De lo poco que entendí, la mamá borraba unas fotos porque consideraba que su hija lucía gorda en la famosa foto de las Torres Petronas. La niña no estaba feliz y le gustaban varias de las fotos borradas.
Así que agarré Google, puse el traductor, y me puse a escribir. De español traduje al malayo, y me acerqué a la mujer a contarle un poco de mí y del daño que podía generar en su hija. Al principio me miró con desconfianza, pero a medida que más hablaba, su mirada se enternecía y sus ojos se llenaron de lágrimas. Me terminó abrazando y dando las gracias. La niña tuvo la amada foto que ella quería de las Petronas y la madre, por lo menos por ese segundo, entendió que esa delgadez no era sinónimo de belleza.
Las Petronas se quedaron grabadas en mi memoria, y Singapur se asoma con su imponente tecnología y belleza. Y hoy, desde este jardín, escribo feliz porque también me quedo con la mirada y el abrazo de una madre asiática que pudo ver que su hija es mucho más que un flash y un par de kilos.
Denisse Fuentes Estrada, Fundadora & Directora Fundación "Pesa Tu Vida" (www.pesatuvida.cl; Facebook: Pesa Tu Vida; Twitter: @PesaTuVida/@D_FUENTESE; Instagram: Pesa Tu Vida/Denisse.fuentes.e); autora de "La Dieta de la Muerte"; Joven Líder 2015; Diplomada Internacional en Coaching Neurolingüístico.