BÉLGICA.- Las botellas de champagne tendrán que esperar al menos dos semanas más. Fernando Alonso fue segundo hoy detrás de su máximo rival, Kimi Räikkönen, en el Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1, por lo que la fiesta de su coronación como campeón del mundo deberá posponerse.
El título está cada vez más cerca, pero Alonso, supersticioso y prudente, se niega a hablar del título. "Hasta que no lo consiga no voy a hablar del tema. Antes de esta carrera estaba todo hecho y todas las fiestas preparadas pero tenía que sacarle cuatro puntos a Räikkönen y no ha sido así. Ahora tengo que conseguir seis puntos más y cuando los tenga haremos la fiesta, pero mientras no suceda habrá que esperar", afirmó.
Flavio Briatore, patrón de Renault, estaba especialmente contento porque "Fernando ha hecho una carrera magnífica, no se puede pedir más. En Brasil estrenaremos una evolución del coche y esperamos volver a estar en el podio".
"Podéis decir a la gente que nos estaba esperando en Oviedo (donde nació Alonso, en el norte de España) que no iremos a celebrar nada, de momento", dijo con una sonrisa el italiano.
Brasil espera en dos semanas y un tercer puesto sería suficiente para ser campeón del mundo ya que aventaja a Räikkönen en 25 puntos a falta de 30. Será la segunda oportunidad.
El español tiene que sumar seis puntos en las tres carreras que restan para proclamarse matemáticamente campeón, siempre y cuando Räikkönen sea capaz de vencer en las tres, por lo que, pese a la prudencia del español, el título parece hecho.
Alonso sufrió mucho durante toda la carrera con un coche preparado para rodar en seco y muy descargado aerodinámicamente. La estrategia de Renault estaba preparada para que la carrera se disputase sobre seco y Alonso en ningún momento pudo luchar contra los McLaren de Räikkönen y el colombiano Juan Pablo Montoya.
Si no llega a ser por el incidente protagonizado por Montoya y Antonio Pizzonia (Williams-BMW) cuando la carrera estaba a punto de concluir, Alonso hubiera sido tercero, que era también un buen puesto.
El colombiano ya es un habitual a este tipo de acciones en los momentos postreros de las carreras.
Alonso reconoció lo costoso que fue terminar la prueba, máxime cuando "ésta era la primera vez que rodábamos en agua esta temporada así que era una sorpresa para todos y había que tener mucho cuidado, sobre todo en las primeras vueltas".
El de Renault partió desde la cuarta posición. En los primeros compases estuvo cerca de adelantar al italiano Jarno Trulli (Toyota), pero luego no pudo mantener el ritmo del italiano. Después de la entrada en pista del coche de seguridad tras el accidente de su compañero Giancarlo Fisichella, Alonso estuvo varias vueltas detrás del Sauber de Jacques Villeneuve que le hizo perder definitivamente el ritmo de los McLaren.
"Trulli era mucho más rápido que yo, no ha sido como en otras ocasiones que iba él en puestos delanteros e iba taponando a los de detrás. Con Villeneuve tampoco me metí en líos porque él tenía que entrar a boxes y no era mi rival", explicó.
La elección de los reglajes de Renault fue comprometida ya que optaron por descargar aerodinámicamente ambos coches para no perder velocidad en las rectas. Alonso explicaba que el coche no era fácil de conducir, sobre todo en las curvas rápidas.
"Creo que la carga aerodinámica por la que hemos optado era un poco baja para condiciones de agua. Esto lo hemos notado en la carrera, en Eau Rouge - la curva más rápida del campeonato - el coche se movía muchísimo", relató.
"Yo tuve dos o tres sustos y Fisichella, igual hasta que se salió y esto hizo la prueba un poco más complicada. Todas las carreras en agua son difíciles y sufres mucho más, por eso no las queremos. Son una lotería y puede pasar de todo", explicó.
Pese a todo, disfrutó conduciendo, según confesó, y ya se prepara para en Brasil ser el campeón del mundo más joven de la historia de la Fórmula 1 en la segunda oportunidad.
