Alemania.- Todo el mundo está pendiente de Roma por estos días, especialmente de la chimenea sobre la Capilla Sixtina, donde el cónclave de cardenales está reunido para elegir un nuevo pontífice de la Iglesia Católica. Pero más expectantes aún están los habitantes de la pequeña localidad alpina alemana de Marktl, cerca de la frontera con Austria, porque uno de sus hijos predilectos, el cardenal Joseph Ratzinger, es uno de los favoritos para suceder en el trono papal a Juan Pablo II.
En la cervecería "Oberbraeu", enfrente mismo de la casa natal de Ratzinger, la televisión está prendida permanentemente. "Estamos todos muy orgullosos de nuestro cardenal, aún cuando no lo hagan papa", dice Josef Winichner en representación de otros quince parroquianos.
Todos coinciden en que Ratzinger tiene las cualidades para dirigir a la Iglesia católica. "El sería el papa ideal", afirma Winichner, de 76 años y amigo del cardenal.
A pesar de las primeras fumatas negras de ayer y hoy, los aldeanos de Martkl seguirán de cerca el cónclave hasta el final. Uwe Gschwendtner, alcalde honorario y maestro de escuela, tomó ya todas las providencias para el caso de que Ratzinger sea elegido.
"Si eligen papa a Ratzinger, el mismo día vamos a celebrar una gran fiesta en la plaza del pueblo", dijo. La banda de músicos ya está lista, así como también los petardos, muy típicos en las festividades populares en las aldeas alemanas. Además, la iglesia del pueblo hará sonar las campanas.
Se trata de la misma iglesia en la que Ratzinger fue bautizado, un Sábado Santo hace 78 años.
Gschwendtner pronunciará un solemne discurso ante los 2.700 aldeanos reunidos en la plaza central e invitará oficialmemnte al papa Ratzinger a visitar su aldea natal.
