RÍO DE JANEIRO.- La candidata oficialista a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff, firmó hoy una carta dirigida a católicos y evangélicos en la que prometió que, de llegar al gobierno, no impulsará la legalización del aborto ni tampoco ningún otro proyecto que "ofenda a las familias".
En la carta, que será repartida en iglesias y templos evangélicos de todo el país, la representante del Partido de los Trabajadores (PT) en los comicios del 31 de octubre pide a los electores religiosos tomar distancia de la "sórdida campaña de calumnias" en su contra que circulan en internet y entre algunos grupos religiosos, y que la acusan de pretender legalizar el aborto y el casamiento gay.
"No podemos permitir que la mentira se convierta en fuente de beneficios electorales para los que no tienen escrúpulos de manipular la fe y la religión tan respetada por todos nosotros", afirma el texto, al insinuar que los rumores contra la candidata habrían sido lanzados por su rival en las próximas urnas, el opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
En el documento, Rousseff afirma, entre otras cosas, que está "personalmente" contra el aborto y defiende el mantenimiento de la actual legislación sobre el tema, que sólo autoriza la interrupción de la gestación en caso de violación sexual o riesgo de muerte para la madre.
Además, asevera que, si es elegida presidenta, no tomará la iniciativa de proponer cambios en la ley sobre el aborto ni sobre "otros temas relativos a la familia y a la libre expresión de cualquier religión en el país".
La candidata también trató de tranquilizar a los grupos religiosos sobre el III Plan Nacional de Derechos Humanos (PNDH3) -que generó protestas de católicos y evangélicos al ser divulgado por el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva- y sobre un proyecto de ley que convierte en delito penal la discriminación contra los homosexuales.