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La Pasión según San Juan 9/4/2004

12 de Abril de 2004 | 18:34 |
La Pasión según San Juan 9/4/2004

Gilberto Ponce

Entre las obras musicales más importantes de todos los tiempos se inscribe “La Pasión según San Juan”, de Johann Sebastian Bach que, junto a la “según San Mateo” y la “Misa en Si Menor”, del mismo compositor, representan cumbres, no sólo en la música sino también en el Arte en general. Si bien se trata de una obra para el rito litúrgico, los valores musicales implícitos en ella la han convertido en una de las favoritas de las salas de concierto. Es más breve que la San Mateo y posee un fuerte contenido dramático, que debe ser resuelto por conjuntos de gran experiencia, en virtud de las exigencias de todo tipo que presenta.

En el marco de la Temporada de Música Sacra que se realiza en el Campus Oriente y que auspician la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Municipalidad de Providencia, esta magna obra se escuchó a cargo del ensamble “Concerto Vocale”, el Coro “Bellas Artes” y un grupo de solistas. La preparación musical estuvo a cargo de Rodrigo del Pozo y Víctor Alarcón, quién además se enfrentó en la dirección general.

El sonido del conjunto estuvo marcado por una gran belleza, producto de una cuidadosa preparación y del conocimiento que tienen entre sí los instrumentistas. El coro de 24 integrantes, respondió en gran forma, con afinación y siguiendo las indicaciones de su director. Algunos desajustes en el coro inicial y algunas notas precarias en otros de la segunda parte, los atribuimos a la exagerada velocidad que se le imprimió a esta versión, lo que sumado a la gran reverberación del recinto les impedía tener referentes auditivos de las diferentes voces. Sería injusto no mencionar algunos de los logros notables, como el sentido dramático del coro 36 “Kreuzige” y su réplica en el 44 “Weg, weg” o el bellísimo sonido del coro final “Ruht wohl”.

Los solistas fueron encabezados por Rodrigo del Pozo, como evangelista, además de solista en el arioso 62, “Mein Herz”. La absoluta solvencia del tenor chileno, de destacada carrera en Europa, entregó una versión que siguió notablemente el arco dramático de la obra, con una muy buena fonética. Sin duda, estamos frente a uno de los grandes especialistas con que cuenta nuestro país. Leonardo Aguilar, barítono, encarnó a Jesús, con voz firme en los agudos, débil en los graves, pero asumiendo en propiedad el papel. El “Pilato” de Andrés Rodríguez respondió sin problemas a las relativas exigencias del su rol.

Los solistas Carolina Ullrich (soprano), Evelyn Ramírez (contralto), Luis Olivares (tenor) y Patricio Sabaté (barítono), podrían haber tenido un notable desempeño si los “tempi” que el director tomó para algunas de sus arias, hubieran sido menos apresurados.

La soprano lo sufrió en su primera aria, “Ich Folge dir”, donde incluso se produjeron leves confusiones con el tiempo del solvente flautista; diferente fortuna la acompañó en su segunda aria, “Zerfliesse”, donde la velocidad le permitió lucir sus bondades vocales, excelentemente acompañada por la flauta y el oboe “da caccia”. Evelyn Ramírez posee un hermoso timbre de contralto; su primera aria “Von den Strikken”, la cantó con soltura, aunque un tanto inexpresiva, mientras que en la segunda, “Est ist vollbracht”, con viola da gamba, una de las cumbres de la obra, fue llevada en tempi tan contrastantes como peligrosos. En la primera sección adagio, la lentitud fue tal que incluso no alcanzó a terminar una frase y en el “alla breve” la velocidad la convirtió en algo confusa.

Algo similar ocurrió con el destacado tenor Luis Olivares. En su primera participación, “Ach, mein Sinn”, su línea de canto fue confusa debido a la velocidad, contribuyendo en ello la poca claridad en la línea de los violines. Un mundo de diferencia observamos en el aria de la segunda parte, “Erwäge”, donde la sutileza del acompañamiento de las violas y el continuo, sumado a su bella línea de canto, salvó todas las tremendas dificultades del aria, convirtiéndola en uno de los grandes triunfos de la noche. Patricio Sabaté, barítono, cantó con nobleza su arioso “Betrachte, meine seele”; un desafío enorme se convirtió, no sólo para Sabaté, el aria con coro 48 “Eilt, eilt”, donde por la velocidad impresa, no fue fácil cantar las semicorcheas. El coro respondió con sorprendente seguridad, en sus sincopadas intervenciones, pero esto conspiró en contra de una interpretación más musical. En “Mein treurer Heiland”, también con coro, obtuvo un gran éxito por la comunión lograda entre instrumentos y voces.

Estas consideraciones podrían hacer pensar en un resultado a medias. No es así. Creemos que esta versión contó con una suficiente cantidad de logros como para convertirse en una gran versión. Y, nos guste o no, los tempi tomados por el talentoso Víctor Alarcón corresponden a su visión de la obra, lo que no resta mérito al trabajo realizado, que es absolutamente notable.
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