SANTIAGO.- Nuevos detalles de cómo Rafael Garay logró convencer a sus víctimas para que éstas invirtieran en su empresa ficticia Think & Co aparecieron en los últimos días tras la querella por estafa presentada por la administradora gastronómica María Francisca Álvarez Barraza en contra del autodenominado economista.
La acción penal, patrocinada por el abogado Jorge Valdivieso, detalla que la mujer, tras varias conversaciones con el ingeniero, decidió invertir $8.500.000 los cuales entregó personalmente en diciembre de 2014.
"Para poder convencer de su profesionalismo y éxito en las inversiones, el querellado le entregó a mi representada una serie de antecedentes de sus actividades: le dijo que tenía un programada en la radio El Conquistador, le comentó que estaba en el directorio de varias empresas importantes, que había participado del grupo ´Felices y Forrados´", dice la querella que ayer fue declarada admisible por el 3° Juzgado de Garantía de Santiago.
"Finalmente, le afirmó que tenía cerca de 500 inversionistas, dentro de los cuales había gente muy conocida, como Iván Núñez y uno de los directores de la empresa de Huachipato", agrega.
Tal como ocurrió en el caso de las otras víctimas, Rafael Garay comprometió una rentabilidad mínima anual del 18% nominal, gestión por la cual cobraba un 7% sobre la utilidad acumulada en el periodo.
De acuerdo al documento, desde el mes de enero del año 2015 hasta el mes de junio de 2016, Garay, en su calidad de asesor financiero, le entregó mensualmente a Álvarez información sobre el dinero supuestamente administrado. Ello lo hacía a través de whatsapp, e-mail o algunas llamadas telefónicas, siempre con el compromiso de reunirse.
"En todas las ocasiones, cuando le preguntaba al querellado por el estado de la inversión, él (Rafael) le respondía que todo iba bien, según lo previsto y a pesar de la inestabilidad de los mercados", menciona el libelo, añadiendo que después de 18 meses recibiendo -de la misma manera- el informe de inversiones, la víctima recibió de manera sorpresiva, el 18 de julio, un correo del ingeniero donde informaba el cierre de su empresa por motivos de salud.
Un mes después, el 25 de agosto -9 días antes de huir del país- María Francisca Álvarez logró reunirse con Rafael Garay en un café para requerirle personalmente la devolución de su dinero.
Desde entonces, nunca más supo de quien habría sido el administrador de sus dineros.
