polola de Virgilio le dijera que no sería una mala idea probar suerte con el modelaje.
La facha la tenía y esa estrella que brilla sobre ella la acompañó en las pasarelas más importantes, vistiendo los nuevos trajes de Chanel, Prada o Dior, lo que le permitió llegar a ganar, en los 90’, la suma de 7,5 millones de dólares al año hasta que dio por finalizadas sus andanzas con la moda con sólo 29 años.
Fue entonces, en 1996 y tras la muerte de Alberto Bruni, que se enteró de una de las verdades que más le ha costado superar. “Él no es tu verdadero padre” fue la frase con la que su viuda madre le explicó que era fruto de una relación extramarital que tuvo a los 32 años con el joven italiano, de entonces 19 años, Mauricio Remmert.
Su incursión en el mundo musical, no como cantante precisamente, se inició como compañera de Eric Clapton, a quien le pidió que la llevara al backstage para conocer a los Rollings Stone. Craso error; pese a la petición de Eric a su amigo –“por favor Mick, no ésta, creo que estoy enamorado”- el rockero chascón no dudó en cruzarse en el camino de Clapton y dejar a su esposa parturienta. Bruni, a los 22 años, se defendió después de las acusaciones de la modelo Jerry Hall afirmando que “los maridos no se roban, uno sabe cuidarlos o no”.
Luego vendrían célebres como Trump, el actor Vincent Perez, el ex ministro Fabius, el abogado galo Arno Klarsfeld y el actor Chris Lafaille.
Sin embargo, el mayor escándalo la ligaría a la familia Enthoven. Estando emparejada con el editor Jean-Paul, no dudó en comenzar un romance paralelo con el hijo de éste, el filósofo Raphaël Enthoven, 10 años menor y casado con la escritora Justine Lévy.
En medio de la crisis y las recriminaciones, en julio de 2001, la pareja tuvo al pequeño Aurélien, razón por la que la italiana optó momentáneamente por poner pausa a sus sueños musicales.