A los diez años, compuso la primera parte de un oratorio, "La obligación del Primer Mandamiento", y dos años después "Bastián y Bastiana", su primer singspiel (tipo de ópera alemana con partes recitadas).
Así continuó su niñez: escribió conciertos, sinfonías, misas, oratorios, cantatas y se inició en el género de la ópera. A los 11 años viajó a Viena, pero ya no con el propósito de mostrar sus habilidades prodigiosas, sino con el objetivo de desarrollar sus facultades como compositor.
Pero no todo fue éxito para el pequeño Wolfgang. Los celos de los músicos vieneses provocaron que Leopold, su padre, fuera acusado de ser el verdadero autor de las obras del precoz genio. Sin embargo, la corte de Viena no prestó atención a estas acusaciones y le encargó la composición de su primera ópera bufa "La finta semplice" (1769).
A los 13 años fue nombrado Konzertmeister (maestro de conciertos) del príncipe-arzobispo de Salzburgo, un gran honor para un joven de su edad. En Bolonia aprobó un exigente examen y fue admitido en la Academia Filarmónica, a pesar de que la edad mínima para ingresar era 20 años. Además, el papa Clemente XIV lo nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, luego de que el joven, a los 14 años, transcribiera de memoria el "Miserere" de Gregorio Allegri. Esta obra coral sólo podía ser interpretada en la Capilla Sixtina y su copia estaba terminantemente prohibida, bajo amenaza de excomunión.
En 1770, alcanzó más fama y reconocimiento con su primera gran ópera: "Mitrídates, rey del Ponto", estrenada ese mismo año en Milán. Tiempo después presentó su ópera "Ascanio in Alba".
El adolescente Wolfgang comenzaba así a consolidarse como uno de los mayores genios de la historia.
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