Este
año la lucha por ser reconocido como el mejor actor de la temporada, tiene
una clara tendencia bipolar.
La personalidad de los hombres en competencia son muy distintas: hay
un pirata, cuyo único deseo es robar un gran tesoro; un inmigrante
que cree haber cumplido el sueño americano; un esforzado granjero
estadounidense que lucha por volver al lado de su gran amor después
de la guerra de secesión; un padre que transforma la venganza
en su gran motivación para vivir; y un actor en decadencia que
recurre a la publicidad como fuente de vigencia y dinero. De esta variada
galería, los últimos dos aparecen con las mayores preferencias
para triunfar.
La
cuarta es la vencida
Sean Penn es el candidato con más posibilidades
de ganar. Su personaje de Jimmy Markus en "Mystic River", un hombre
que se ve enfrentado al cruel trauma de perder a una hija, ha recibido elogiosos
comentarios de la crítica.
Pero el actor no ha tenido una relación muy feliz con los Oscar.
Ha postulado 3 veces sin éxito, por sus roles en "Yo soy
Sam" (2001), "Sweet and Lowdown" (1999) y "Hombre
muerto caminando" (1995), un triste designio que podría
quedar en el olvido este año.
Hasta el momento todas las apuestas están
centradas en él, que llega con una poderosa carta de presentación:
ganó el Globo de Oro 2004 por este papel.
Lo único que podría
jugarle en contra de Penn, es su terca actitud de rebeldía frente a todo
lo políticamente correcto que establece el glamoroso mundo de la gran industria
del cine estadounidense. No le gusta asistir a las ceremonias de premiación,
cada vez que puede crítica a los grandes estudios y se ha transformado
en activista en causas poco populares en Estados Unidos, como la defensa de Irak
y el discurso anti bélico contra el gobierno de George W. Bush.
Una
luz de esperanza para él es que parece haber aceptado comprarse un vistoso
y elegante smoking para asistir al teatro Kodak y estar presente con su mejor
sonrisa en la ceremonia de entrega de los Oscar. Si gana, deberá prenderle
velitas al que lo convenció.
Risas
con sabor amargo
Si
las comedias no son el plato favorito de los serios miembros de la Academia, los
que las protagonizan tampoco. Por eso todas las críticas favorables que
ha recibido Bill Murray, que califican su rol de "Bob Harris" en "Perdidos
en Tokio" como el mejor de su larga carrera, podrían ser sólo
un triste consuelo.
Murray es el único que podría arrebatarle
la estatuilla dorada a Sean Penn, pero el tipo de película que lo tiene
ubicado en uno de los lugares de privilegio para la gran gala del cine estadounidense,
es también su mayor obstáculo para ganar.
Harris es un actor que ha llegado al ocaso de su popularidad como actor
y debe aferrarse a grandes contratos publicitarios para poder mantener
algo de vigencia y dinero en el bolsillo. Por un comercial llega a Tokio,
donde su dominio del idioma es nulo y la crisis de su triste vida se
hace más patética. En la capital nipona conoce a Charlotte
(Scarlett Johansson), una joven a la que tampoco la vida le sonríe
y se crea un especial lazo entre ellos.
Pese a su larga carrera, que se
inició en 1975, esta es la primera vez que Murray recibe una nominación
y todo parece indicar que deberá jugársela por una nueva oportunidad
para celebrar.
Caballero
sin distinción
Dentro
de la lista de nominados, el único que ha ganado alguna vez un Oscar es
sir Ben Kingsley, por su recordado papel en "Gandhi", en 1983.
Ahora
llega a la recta final por su rol en una cinta independiente "House of sand
and fog" ("Casa de arena y niebla"), donde interpreta a Behrani,
un iraní que ha logrado vivir el sueño americano, el cual se ha
materializado en poder comprar una casa, que se transformará en su mayor
pesadilla porque deberá enfrentarse a la ex dueña, que no desea
entregársela.
En la cinta trabaja con otra ganadora, Jennifer Connelly.
La actriz ganó la estatuilla dorada como mejor actriz secundaria el año
2002, por su rol en "Una mente brillante".
Pero su trayectoria
y la belleza de su coprotagonista no tiene el peso suficiente para amargarle la
noche a Penn o Murray. Su candidatura no ha contado con un respaldo esencial:
el marketing. Sin eso, las posibilidades de triunfar en una premiación
tan mediática como los Oscar, se reducen demasiado.
Barco
sin destino
A
pesar de sus inicios en series juveniles, Johnny Depp ha logrado construir paso
a paso una carrera en Hollywood siguiendo sus propias reglas, que se pueden resumir
en una simple orden: ser alternativo y no transformarse en un producto de la industria.
Hasta
ahora le ha dado resultados la estrategia, por eso resulta extraño verlo
incluido como parte de un premio tan comercial. Pero las dudas se despejan cuando
se analiza al personaje que le permitió ganar ese honor: el capitán
Jack Sparrow es parte de una superproducción, "Los Piratas del Caribe",
con nombres taquilleros en los créditos, como Orlando Bloom (Légolas
en "El Señor de los Anillos") y la película ha sido un
éxito de taquilla.
Para
suerte de Depp, es poco probable que deba subirse a dar las gracias por ser premiado,
su rol no cuadra con ninguno de los estereotipos que permiten ganar un Oscar.
Además, es primera vez que postula y es difícil que lo vayan a honrar
con un premio que a él no le interesa.
El
convidado de piedra
Jude
Law no es un mal actor, ha logrado buenas críticas por su trabajo y ya
postuló en la categoría de mejor actor secundario, por "El
talentoso señor Ripley", en la ceremonia del año 2000.
Pero
su inclusión en esta categoría es un premio de consuelo para los
realizadores de "Cold Mountain", una de las grandes olvidadas este año.
La película se proyectaba como un éxito pero rápidamente
se desinfló y no postula a ningún premio importante, sólo
el de Law y el de Renée Zellweger como actriz secundaria.
Sus
posibilidades de ganar son tan escasas, que los estudios Miramax cancelaron la
fiesta que iban a realizar después de la ceremonia.
El
gran problema de esta cinta fue que la expectación que se generó
en torno a ella, estuvo basada en rumores de la prensa sensacionalista que habló
de un romance entre Jude law y la protagonista de la película, Nicole Kidman.
Eso opaco el análisis de los méritos artísticos de este trabajo,
que se estrena el 26 de febrero en Chile. |