Edipo Rey
Cada noche en el club Whiskey A Go Go de Los Angeles, los conciertos de un joven grupo llamado Las Puertas terminaban una manera distinta. En la última estrofa de una canción de cierre titulada "The end", su cantante alteraba los textos poéticos que él mismo escribía para rematar en un desenlance inédito. Esa noche, con un borracho James Douglas Morrison, el autor de los textos y rostro de la banda, "The end" tuvo líneas desafiantes.
-Father? (¿Padre?)
-Yes, son? (Sí, hijo.)
-I want to kill you... (Quiero matarte...)
-Mother? (¿Madre?)
-I want to ... fuck you!!!. (Quiero... ¡follarte!)
Su diminutivo era Jim, su apellido Morrison y su banda pasó a la historia después de esa sesión de poesía, rock e inconciencia edípica. Porque fue el final de la prehistoria de The Doors en el underground y el comienzo de la leyenda de la banda californiana más importante de todos los tiempos. En esa misma jornada, el dueño de Whiskey A Go Go expulsó al grupo y en ese mismo minuto Paul Rotchild, productor de Elektra Records, quien se encontraba entre el público, les propuso grabar un disco para su disquera independiente.
Así apareció el single pop "Light my fire", incluido (como el oscuro set de "The end") en el primer álbum del grupo, The Doors. Un nombre que Morrison escogió entre sus desbordantes lecturas existencialistas. "Las puertas" era una línea de un texto de William Blake que llamó la atención de este muchacho con coeficiente intelectual de 149, por encima de toda media americana: "Si las puertas de la percepción permanecieran abiertas, todo aparecería ante el hombre tal cual es, infinito".
Una pequeña muestra de como el error histórico acompañó a Jim Morrison hasta la tumba en Pere Lachaise. El joven no era una estrella rockera, ni pudo soportar serlo. Jim Morrison era un poeta joven y perdido. Él se llamó a sí mismo "poeta del caos" y de esa manera también lo desplegó durante su vida frente a una banda de rock que aceptó formar junto al telcista Ray Manzarek únicamente como vehículo para ofrecer sus recitales de poesía.
Sus lecturas iban desde las obras completas de Nietzsche hasta autores como Huxley. Y sus textos estaban inspirados en otros nombres como Kerouac, Baudelaire y Rimbaud. Morrison podía charlar al mismo nivel sobre este tipo de literatura con académicos universitarios. Algunos de sus profesores recordaron en su biografía episodios de ese tipo diciendo sobre Morrison que "parecía como si él mismo hubiera escrito esos libros, la mayoría de los otros alumnos no llegaban a comprenderlos como él".
Entre ese fulgurante comienzo en Los Angeles a la decadencia absoluta en París ocurrieron muchas cosas, se escribió mucha poesía, se editaron seis discos con The Doors y se invistió a Jim Morrison como una deidad del rock. Y eso sólo ocurrió en cuatro años. Obeso y demacrado, en 1971 Morrison no era ni un holograma de lo que había sido en 1967. Falleció a los 27 años, el 3 de julio de 1971 y fue enterrado cuatro días después en presencia de cinco personas. El final estepitoso para un Rey Edipo del rock and roll. Tal vez el primero y el último de estos reyes.