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La historia de la brillante esgrimista chilena que se forjó en Estados Unidos y que es una de las más jóvenes clasificadas a Tokio

Katina Proestakis tiene solo 18 años.

12 de Junio de 2021 | 12:40 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Solo el que ganaba la competencia clasificaba. La presión podía ser aplastante. La esgrimista chilena Katina Proestakis tenía poca experiencia en torneos adultos y en el Preolímpico de San José, Costa Rica, se jugaba un cupo a Tokio con 18 años.

La final del florete la enfrentó con la mexicana Nataly Michel, quien disputó los Juegos de Río 2016. Ganó 15-12. Sacó una ventaja grande al inicio, pero parecía que su rival iba a remontar. Los nervios carcomían. Pero pudo comenzar de nuevo e imponerse. Logró aguantar el llanto hasta el final de la pista y explotó, aunque por protocolo no pudo abrazar a nadie.


"La parte mental en la esgrima es un componente crucial. Cada punto vale oro. Las semanas anteriores me estaba preparando con mi entrenador, muy enfocada en el punto a punto. No adelantarme, siempre estar en el presente. Concentrado en el punto. En el último punto cuando llego a los 14 puntos digo uno más y clasifico. Ahí fue cuando me puse a pensar, me puse tensa, nerviosa. La otra esgrimista aprovechó y con mis errores fue repuntando. Como tenía ventaja, pude respirar hondo y empezar de nuevo", le dice a Emol.

Es la séptima del mundo a nivel juvenil y será una de las más jóvenes de la delegación nacional en Tokio. Hace ochos años que un esgrimista chileno no clasificada a los Olímpicos. El recorrido para llegar fue largo.

Proestakis tiene raíces griegas. Sus antepasados son de la Isla de Creta y de ahí viajaron hasta Salt Lake City, en Estados Unidos. Parte de los Proestakis recibieron una oferta para venir a trabajar a Chile y se instalaron en Antofagasta. Entre ellos estaba el bisabuelo de la esgrimista.

"Hablaba muy poquito inglés. Sabía cómo presentarme, pero de ahí a aprender a comunicar mis ideas o ir al colegio, eso ya era otro nivel"

Katina Proestakis

Nadie en la familia practicaba esgrima. Entró por curiosidad. "En el colegio había una academia, lo vi un día y me dio curiosidad. Me llamó la atención, vamos a probarlo. Mi mamá me había puesto en ballet y la verdad no era lo mío. Quise probar algo distinto", comenta.

El papá de Katina trabaja en la empresa minera que participó del rescate de los mineros en 2010. El socio del padre era de Houston y era conveniente que la familia Proestakis se mudase a Estados Unidos. Comenzaba una aventura desafiante.

Tras encontrar casa y colegio, comenzó a ir un club de esgrima. En Estados Unidos la competencia es feroz. Si en Chile se encontraba treinta competidores en los nacionales, el el país norteamericano la cifra se elevaba a 500. A eso se sumaba la dificultad de no entender el idioma.

"Hablaba muy poquito. Tenía la base, pero me fui después de quinto básico. Sabía cómo presentarme, pero de ahí a aprender a comunicar mis ideas o ir al colegio, eso ya era otro nivel. Entonces, los primeros meses era 'sí', 'no', 'no entiendo'. Me demoré harto tiempo en aprenderlo. Me costó adaptarme a la cultura. Pero tuve suerte. Los profesores tuvieron mucha empatía, quizá les llamaba la atención. Eran flexibles. En la sala de esgrima no entendía nada de lo que me decían, pero con señas me preguntaban si quería hacer un combate", relata.

Proestakis no pensó en competir por Estados Unidos. Se convirtió en una fuerza dominante a nivel continental. Ha ganado nueve medallas de oro en sudamericanos y tres en panamericanos.

"Los gringos, como son tan competitivos, tienen una maduración súper temprana. Para ella eso es una ventaja. Fue una clasificación completa para los Olímpicos. Estaban todas las que tenían que estar. Fue una muy difícil clasificación y muy fácilmente realizada. La competencia que hizo fue redonda. Ganó muy bien sus combates", destaca el laureado ex esgrimista Paris Inostroza.



Han sido meses intensos para Katina Proestakis. La pandemia, dinamitó sus planes de entrenamiento para el Preolímpico. El club se cerró y tuvo que practicar con bidones de agua en la casa para no perder ritmo.

"Ella es extremadamente tierna, súper correcta, responsable, simpaticona. Es una chica 100%. Es muy tranquila, en la pista se vuelve más fiera. Tiene dos personalidades completamente diferentes", expresa Inostroza.

Proestakis no habla de medallas ni de metas. Trata de disfrutar, pronto comenzará sus estudios en la Universidad de Penn. "Un día me levanto y digo: voy a competir con tal esgrimista. Voy a estar en la misma pista. Intimida. Pero despierto y digo: Me merezco estar con ellas", declara.

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