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Llegó hasta trabajar de carnicero... Qué fue de Ricardo Queraltó, el goleador que rescató a Unión Española de la B

El artillero también jugó en Colo Colo y en la selección chilena.

09 de Marzo de 2025 | 16:27 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Ricardo Queraltó.

El Mercurio
Unión Española es un equipo de enorme tradición en el fútbol chileno. Ha sido siete veces campeón de la Primera División y llegó a una final de Copa Libertadores. Pero en 1997 vivió una época muy mala. Ese año por primera vez el cuadro de Independencia perdió la categoría. En medio de ese lúgubre escenario, surgió una figura fundamental: Ricardo Queraltó.

Dos años después del descenso, Unión logró volver. En esa campaña Queraltó brilló con intensidad incandescente. Fue el goleador del equipo con 21 tantos y el día del partido decisivo portó la jineta de capitán. Para él, era algo especial. Llegó a Santa Laura siendo un niño y allí se fue curtiendo.


"El ascenso es algo que uno no puede describir. No me tocó ser campeón en Primera A con Unión, pero uno con los años le va tomando un poco más de importancia. No cambiaría ese título por uno de Primera. Fue algo muy especial. Hace poquito habíamos bajado y yo había estado presente en esa ocasión. Es la alegría más grande que he tenido en el fútbol. Sentí alivio por haber cumplido. Hay clubes que han estado años en la Primera B, no es fácil. Hay clubes que aún no pueden volver. Me siento importante dentro de la historia del club", le dice a Emol.

Queraltó, oriundo de Quinta Normal, subió al primer equipo de Unión Española cuando el técnico era Nelson Acosta. Recuerda que con él aprendió a ser más aguerrido. El icónico entrenador uruguayo siempre le decía que "había que meter, que había que luchar, que pelear".

Para el atacante no fue fácil ganarse un lugar en ese plantel. La primera mitad de la década del noventa fue muy buena para Unión. Conquistó dos veces la Copa Chile e hizo un campañón en la Libertadores. Había figuras como Juan Carreño, Ricardo Perdomo, Mario Lucca, Gerardo Rabajda, Mario Salas.

"Yo me acuerdo que en esos años eran poquitos los juveniles, dos o tres. No como ahora. Nos vestíamos en la cola del camarín, a veces afuera del camarín, con ropa distinta, marcaban la diferencia del jugador juvenil del jugador profesional. Era difícil, no te pescaban mucho. Todo ha ido cambiando y por lo que uno se da cuenta ya ha cambiado ese trato de los mismos entrenadores. Han ido innovando", comenta Queraltó.

Debutó el año 1995. En uno de sus primeros partidos le tocó enfrentarse a Ricardo "Manteca" González. Le quedó grabado. Asegura que es el defensor más difícil con el que tuvo que lidiar.


"Estaba cabro y jugamos con Temuco allá, cuando Temuco tenía un buen equipo. El 'Manteca' era enfermante, me amenazaba que me iba a romper, que me iba a partir la cabeza, te pegaba combos. Más encima en un salto involuntariamente le pegué un codazo. Imagínate lo que me decía después. 'Te voy a matar', jajaja. Un tipo rudo", relata.

Al ver que no iba a tener muchas chances de ser titular, Queraltó en el '96 partió a préstamo a Linares. Volvió con más experiencia del sur, pero se encontró con un club que vivía una situación paupérrima.

La temporada de 1997 fue para el olvido. Unión selló su descenso luego de perder 2-0 con Antofagasta en el norte. Queraltó tiene fresco en su memoria el regreso a Santiago, la caminata por el aeropuerto, el enojo de los hinchas.

"El club económicamente estaba muy mal. Se veía muy oscuro el panorama. Éramos jóvenes. Uno se cuestiona el seguir, el futuro, qué íbamos a hacer. Yo recuerdo ese fin de año, antes de la pascua, que no nos habían pagado y estábamos en la sede en Carmen, esperando horas para que pudiera salir humo blanco. Estuvimos varios meses impagos. Fue la época negra no solo de Unión, de muchos equipos. En Santa Laura a veces cortaban la luz, cortaban el agua, tengo esos recuerdos todavía", confiesa.

Unión el '98 llegó a la liguilla para subir, pero no pudo con Coquimbo. Queraltó y varios otros jóvenes tuvieron muchos minutos en esa campaña. Él sentía que se estaba armando algo bueno.


Para el año siguiente, el elenco de colonia apostó por jugadores de experiencia como Gerardo Reinoso o Eduardo "Lalo" Vilches y, además, contrató a un Juvenal Olmos que recién iniciaba su carrera como DT.

"Tengo una anécdota, casi a principio de año. Juvenal me echó al camarín. Me acuerdo que fuimos a una Copa Viña, todavía no partía el torneo, y yo no jugué bien y al día siguiente tuvimos práctica. Él estaba serio, habló del mal partido y me pide la opinión y yo le digo que no quería opinar. 'No quiere hablar, váyase a las duchas'. Pero después le pedí disculpas y fuimos por un camino en que nos pudimos entender. Nos llevaba al Cajón del Maipo, cosas que en su momento uno lo toma para la risa, pero después se da cuenta que era para lograr una unión de grupo. Fuimos a hacer una terapia, otra vez fuimos a hacer rafting. Cosas que de repente son como extrañas. Una vez fuimos a un cerro, teníamos que tomar una piedra de la punta del cerro y traerla. Después hacer un compromiso y poner esa piedra en el arco en Santa Laura. Uno pensaba que eran locuras, pero dieron resultados", evoca Queraltó.

A fin de temporada Unión goleó 5-0 a Fernández Vial y selló el ansiado ascenso. En ese encuentro, Queraltó hizo uno de los goles y cuando lo gritó sintió una descarga. Ya no le pesaba la vergüenza que sintió en el aeropuerto al volver de Antofagasta años atrás.

Un viaje a Europa que no quería hacer y una aventura en Indonesia


Queraltó siguió haciendo goles en la Unión y se ganó un llamado a la selección chilena. Jugó dos partidos por la "Roja" y a Guatemala le convirtió un tanto. Tiene un nieto y cuando crezca le contará esa historia.

A mediados de 2001 le llegó lo que muchos futbolistas esperan: una oportunidad para irse a Europa. Terminó en el Arezzo de Italia. Pero no era lo que él quería.


"Desde el inicio todo mal. Yo no estaba buscando salir. Unión sí, porque estaba pasando un mal momento económico. No diría que fue obligado, pero por la situación del club acepté. Yo en ese entonces no tenía representante. Llego allá y comienzo a tener problemas con los pagos, con lo que me habían ofrecido en Santiago, con la movilización, el departamento. El contrato cuando lo firmo me di cuenta que era por la mitad del sueldo que me habían dicho y el personaje que estaba allá me dice que era por los impuestos y que la otra mitad me la iban a dar aparte", narra.

Por problemas administrativos, Queraltó estuvo dos meses sin jugar. Cuando por fin estuvo habilitado, al técnico que lo llevó lo habían despedido por malos resultados y el nuevo entrenador fue sincero. Prefería ocupar el cupo de extranjero de otra forma.

Regresó a Chile y lo primero que hizo fue ir a preguntar a Unión si lo podían recibir. El cuadro de Independencia seguía mal económicamente, no podía darle un sueldo y lo único que le pudo ofrecer fue un acuerdo con los letreros del estadio. "Si hubiese sido publicista, a lo mejor me convenía", suelta entre risas.

Queraltó fue a parar a Valparaíso. Wanderers, que era el campeón vigente del fútbol chileno, se interesó por él. Pero había un problema. El pase seguía siendo del Arezzo.

"Hice la pretemporada en Wanderers a la espera de que pudiera solucionarse el problema administrativo con mi pase. Yo igual estaba ilusionado con Wanderers, era el campeón e iba a jugar Copa Libertadores. Fue mucho tiempo el que estuve en veremos y al final perdí el tiempo. No se pudo destrabar la situación con los italianos, me tuve que venir de Valparaíso y quedaban pocos días para el cierre del libro de pases", manifiesta.

Apareció de la nada la oportunidad de preguntarle a Jaime Pizarro, entrenador de Colo Colo, si había espacio para él. La respuesta fue positiva. El "Cacique" logró destrabar la situación con los italianos. Queraltó arribó a un grande, pero que estaba en quiebra.

"Firmé por todo el año, pero después se dio que, a mi parecer, no tuve las posibilidades de jugar que creía merecer y jugué súper poco. Busqué la opción de salir. Me fui a Santiago Morning. Quizá fue una mala decisión porque después el segundo semestre Colo Colo sale campeón y el Morning bajó", apunta.


Tras ese paso por el Morning, partió a un destino exótico. Lo contrató el PS Mitra Kukar de Indonesia. Le costó adaptarse. Vivía en la Isla de Borneo con un clima tropical y húmedo durante todo el año. Era otra cultura, otras costumbres, una comida con un aliño muy distinto.

Su familia se quedó en Chile. Allá estaba solo. Pero, pese a todo, afirma que fue una de las mejores experiencias de su vida.

"El fanatismo que existe allá por la religión musulmana a uno lo choca de repente. Cuando íbamos a jugar afuera, en la concentración, veía el fanatismo de los compañeros. Andaban con sus túnicas, gorritas, alfombras porque rezan en dirección a la meca. Para ellos esas cosas son sagradas. La gente es muy cariñosa allá, yo hice muchos amigos y eso te ayuda a sobrellevar la soledad. Te enseñan muchas costumbres en cuanto a la misma religión o lo que no se debe hacer. El tema de las mujeres, del alcohol o los vicios no es como acá. Las leyes son mucho más estrictas. Una de las cosas que más me llamó la atención es que eran muy supersticiosos. Muchos temas de fantasmas, espíritus, creían mucho en esas cosas", declara.

Después de eso, volvió a Chile. Jugó en Melipilla, volvió a Indonesia y decidió retirarse.

Su nueva vida


Cuando dejó de jugar, hubo una época en que Queraltó no quería saber nada del fútbol. Ni siquiera una pichanga con amigos.

"Hice algunos cursos chicos y afortunadamente mi familia siempre ha tenido negocios. Trabajé con ellos. Empecé a trabajar en unas carnicerías, al cabo de un tiempo no fue muy fructífero. Incursioné en la compra de vehículos y tampoco me fue muy bien. Hay un dicho: pastelero a tus pasteles. Opté por volver al fútbol", expresa.

Hizo el curso de entrenador en el INAF y se tituló. Trabajó en las inferiores de Palestino y en las de Magallanes. Pero su deseo era poder estar en Unión Española.

Lo intentó varias veces y no se pudo dar. En una oportunidad estuvo a punto, pero la pandemia frustró sus planes. Hasta que en 2022 lo logró. Lleva un tiempo a cargo de la Sub 11.


"Se dio trabajar en las series más chicas en Unión y me ha hecho replantearme lo que uno quiere. Por lo general, nadie quiere estar en las series chicas o quieren que sean solamente una pasada, estar ahí para iniciar y después ir subiendo. Pero yo le encontré el gusto a trabajar con niños, creo que hay que tener un poco de vocación para poder trabajar con esas edades y yo la encontré. En esta serie tratamos de enseñarles a jugar al fútbol, no enseñarles a ganar. Hay que tratar que el niño juegue en más de una posición. De repente a los 11 o 10 años todos quieren ser delanteros y a veces no tienen las cualidades para jugar en esos puestos y hay que ir buscándoles la posición ideal", analiza.

Lo más difícil a veces es lidiar con los papás: "Yo entiendo, todos quieren ganar, pero hay formas y formas. A veces uno le puede dar una información a un niño y a lo mejor el papá le puede decir otra. Le puede decir a un delantero: remata al arco todas las veces que puedas y desde donde estés. Pero al niño no está en la mejor ubicación, no es lo más adecuado en ese momento. Nos ha pasado. En un grupo de 20 o 25 apoderados no falta el que de repente pasa la línea. Sobre todo, una de las tareas difíciles, es cuando tiene que sacar niños. A veces las evaluaciones de ciertos jugadores no son las mejores y hay que tomar decisiones duras. No falta el papá que se molesta, pero en general tenemos buena acogida con ellos".

Hoy Queraltó tiene 49 años. Está contento. Le gusta lo que hace y donde lo hace.
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