WASHINGTON.- Las cartas parecen estar echadas. Tras meses de amenazas e intentos en vano para evitar una guerra comercial, el incremento de aranceles de Estados Unidos a bienes chinos podrían ser reales desde esta medianoche.
Y es que el escenario está montado: Estados Unidos quiere imponer aranceles a una serie de productos de China por un total de US$34 mil millones. Y China ha anunciado represalias inmediatas contra bienes estadounidenses por, al menos, la misma cantidad.
El contexto
La escalada global de las disputas comerciales de Trump ya ha afectado a la economía mundial, con tarifas que aumentó y que ya están vigentes para metales como el acero y el aluminio y que son importados desde sus principales socios comerciales, entre ellos la Unión Europea y Canadá. Además, la Casa Blanca amenazó con imponer también aranceles a las importaciones automotrices.
Los precios están aumentando, especialmente los de los metales mencionados y las empresas estadounidenses ya se muestran reticentes a invertir o al menos planean mover su producción fuera del país, para evitar represalias contra las exportaciones desde Estados Unidos.
Trump, por su parte, dice que las medidas tienen como objetivo beneficiar a las compañías estadounidenses, que, según su visión, podrían volverse más competitivas con estas nuevas barreras arancelarias.
"China no cederá a la amenaza ni al chantaje"
Inicialmente, Trump amenazó a China con imponer aranceles de 25% a bienes por US$50 mil millones de dólares al año.
Pero la lista fue reducida a una cantidad menor de productos, por más de US$34 mil millones, luego de que compañías estadounidenses requirieran exenciones para importaciones claves.
Una segunda parte de bienes valuados en US$16 mil millones -que llevan el total a unos 50.000 millones- serán analizados tras un proceso de revisión y observaciones del público, algo que podría disminuir el total.
Las tarifas apuntan a bienes chinos que para Washington son comercializados en "forma desleal": Vehículos de pasajeros, radiotransmisores, piezas para aviones y discos duros para computadoras, entre otros.
Pero Beijing ya dijo que no se quedará de brazos cruzados y anunció represalias. Así, si es que Trump efectivamente materializa esta serie de nuevos impuestos, el gigante asiático afectará con aranceles unos US$30 mil millones en bienes estadounidenses.
Entre otros, anunciaron que gravarán vehículos, productos alimenticios y agrícolas, como la soja, lo cual golpearía fuerte a agricultores estadounidenses.
Los restantes US$15 mil millones corresponderían a una segunda fase, que incluiría al petróleo, el gas propano y los químicos.
Además de los aranceles, la disputa incluye el escrutinio de inversiones chinas en Estados Unidos que Washington considera sensibles para la economía o seguridad nacional. Esto ya ha provocado una baja en la inversión china en el país norteamericano.
"China no cederá a la amenaza ni al chantaje", aseguró este jueves el portavoz del ministerio de Comercio chino, Gao Feng. "Estados Unidos inició esta guerra comercial, no la queremos pero no tenemos otra opción que dar batalla", agregó.
Amenaza económica
Con este escenario, economistas han advertido por meses el daño potencial que el proteccionismo de Trump puede causar al comercio y la economía mundial. Esa política puede elevar precios y afectar a las cadenas de distribución internacionales. ¿El resultado? una caída en las estimaciones del PIB del mundo.
Sin embargo, Washington ha dado poco crédito a estas preocupaciones y hasta el Secretario de Comercio, Wilbur Ross, dijo que las advertencias son "prematuras y probablemente muy imprecisas".
De hecho, el propio Trump comentó a través de su cuenta de Twitter esta semana que la economía está "tal vez, mejor que nunca".
Pero al interior de la primera economía el Presidente tiene voces que no opinan lo mismo: la Cámara de Comercio de Estados Unidos pidió a Trump a reconsiderar sus acciones y argumentó que las tarifas ahora afectaban a exportaciones equivalentes a US$75 mil millones y "ponen en riesgo miles de puestos de trabajo".
Mientras el republicano asegura la creación de trabajo en plantas de acero a causa de las tarifas, las industrias manufactureras advierten que muchos más empleos se perderán en compañías automotrices, de electrodomésticos y otros bienes que dependen de componentes importados.
Icónico fue el caso de Harley Davidson, la marca estadounidense de motos, que anunció que planea mudar parte de su producción fuera del país para eludir las tarifas que la Unión Europea aplicaría en represalia. Pero tras su anuncio, Trump disparó una serie de críticas contra al compañía y amenazó con que si se van de EE.UU. sufrirán "el comienzo del fin".
Y Harley Davidson no es la única. Otras compañías dicen que la incertidumbre demora sus planes de inversión, según una encuesta de la agrupación empresarial Institute for Supply Management.
Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, alertó que el ciclo del "ojo por ojo" y las represalias tendría "perdedores de los dos lados".