El nuevo Gobierno de Argentina se encamina a conversaciones decisivas esta semana con su mayor acreedor, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en busca de un acuerdo para renovar su deuda, mientras intenta cumplir con la promesa de evitar fuertes recortes en el gasto público.
El Presidente Alberto Fernández, espera convencer al organismo internacional de que apruebe cambios al plan por el que otorgó a Argentina créditos por US$44.000 millones a partir de 2018.
Fernández pretende evitar la austeridad fiscal y las reformas estructurales que la entidad generalmente impone a los países para restaurar las finanzas.
Asimismo, el Gobierno argentino también espera obtener la aprobación del FMI para su plan de reestructuración de deuda con sus acreedores privados, antes de la fecha límite impuesta por Fernández del 31 de marzo.
Para muchos economistas, el futuro de la economía trasandina puede depender del resultado de las reuniones que tendrán funcionarios argentinos y del FMI entre el miércoles y el viernes en Buenos Aires.
"El Gobierno necesita hacer la movida perfecta, con una reestructuración que el FMI pueda aprobar y que se ajuste a la necesidad de las políticas de austeridad fiscal con las restricciones políticas impuestas por el Gobierno izquierdista de coalición", señaló Gabriel Zelpo, director de la consultora económica Seido.
"Si tiene éxito, la economía se recuperará. Si no, la recesión se profundizará", añadió.
Cabe mencionar que los economistas prevén una caída de la economía del 1,5% promedio para este año, luego de la contracción del 2019.
Por otra parte, los precios de los bonos extrabursátiles de Argentina subían el viernes gracias al optimismo sobre las próximas conversaciones para reestructurar la deuda, mientras que la vicepresidenta declaró durante el fin de semana que Argentina no pagaría "ni medio centavo" a los acreedores hasta que el país no haya salido de la recesión.
Las malas experiencias
El FMI y Argentina tienen un pasado complicado. Muchos culpan a las políticas del organismo internacional por causar un colapso económico en 2001/02, que arrojó a millones de argentinos de clase media a la pobreza.
Sin embargo, una importante depreciación de la moneda en 2018 obligó a Argentina a llegar a un acuerdo con el FMI por una línea de crédito de US$57.000 millones, el que incluía complicadas metas fiscales.
Del préstamo con el FMI, solo US$44.000 millones fueron desembolsados antes de que el acuerdo se suspendiera el año pasado, cuando Argentina admitió que tendría que renegociar unos US$100.000 millones en deuda pública.
La crisis argentina de 2001/02 desencadenó una complicada reestructuración de la deuda que mantuvo al país fuera de los mercados internacionales de crédito durante años, ya que los acreedores llevaron a los sucesivos gobiernos a los tribunales para obtener el máximo rendimiento de los bonos incumplidos.
Por lo mismo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, quiere evitar que vuelva a ocurrir.
Para ello, Guzmán se ha acercado al FMI y a los tenedores de deuda para hablar de una modernización de los bonos favorable a los inversionistas, al tiempo que dejó en claro que el Gobierno no correrá el riesgo de empeorar la recesión imponiendo austeridad fiscal ni seguirá haciendo pagos de bonos insostenibles.
Por lo mismo, el Ministerio de Economía quiere tener al FMI de su parte para retrasar los pagos de la deuda el tiempo suficiente para permitir que la economía salga de la recesión y mejorar su capacidad de pago.