A sus 84 años,
Rolf Lüders, uno de los denominados "Chicago Boys originales", se encuentra lejos de abandonar la actividad. Todavía profesor en la U. Católica y aún asumiendo como columnista en un medio de comunicación, fue parte esencial en la conducción económica durante el régimen
, actuando como biministro de Hacienda y Economía entre 1982 y 1983.
En ese periodo debió liderar la lucha contra la crisis económica y financiera más dura que ha enfrentado el país en los últimos casi 40 años: la de la deuda, en donde la medida más emblemática fue la recordada intervención bancaria.
Con esos antecedentes, Lüders respondió preguntas de Emol, en donde, sin esquivar ningún tema, rememoró lo que fue esa crisis de los año 80, cuando el PIB del país incluso llegó a contraerse casi 15%, y la compara con los efectos de la actual. Además evalúa la que a su juicio es la positiva gestión del ministro de Hacienda, Ignacio Briones, junto con destacar el trabajo legislativo durante el actual contexto, lo que para él, será un tema que recordarán los libros de historia.
-¿Qué tan diferente era el contexto económico de Chile durante la crisis de la deuda y el actual?
Esta pregunta da para escribir un artículo o incluso un libro. Pero, a grandes líneas y desde un punto de vista macroeconómico, el país era mucho más pobre, existiendo por lo tanto menos espacio para otorgar subsidios a las familias más necesitadas.
Además, las familias y las empresas estaban altamente endeudadas, de modo que la fuerte caída en la actividad económica se tradujo casi de inmediato en significativas pérdidas para los bancos y en la crisis financiera que todos conocemos. Finalmente, hasta ya bien entrado en la recesión, se mantuvo un tipo de cambio fijo y al mismo tiempo la reajustabilidad automática de las remuneraciones, lo que dificultó enormemente el ajuste de remuneraciones que requería la economía en esos momentos.
A nivel más microeconómico, la legislación bancaria de entonces era mucho menos exigente en materia de reservas y provisiones por deudas impagas que la actual, y no existían -en un comienzo- programas que pudiesen rescatar a las empresas viables en dificultades financieras transitorias, factores contribuyentes a la gravedad de la situación financiera que vivió el país entonces.
-¿Podría la actual crisis llegar a ser igual o más profunda que la de hace cuatro décadas atrás?
No tengo respuesta a esta pregunta porque existe incertidumbre knightiana (falta de conocimiento que es inconmensurable e imposible de calcular) respecto a la duración de la pandemia, sus altos y bajos, y los efectos económico y sociales asociados a la política de cuarentenas.
Lo que ya podemos asegurar es que tendremos una fuerte caída del PIB y elevadas tasas de desempleo. Esperemos que tanto lo primero y especialmente lo segundo, no lleguen ni cerca a los niveles de 1982.
-¿Qué lecciones se han sacado desde ese entonces?
En materia macroeconómica, se hizo evidente que para un país como Chile, cuyas exportaciones son de valores altamente fluctuantes, un sistema de precios -incluyendo por cierto el cambiario- flexible es una condición necesaria para enfrentar crisis de origen externo.
Hay otras lecciones ya recogidas en la legislación que regula a bancos y empresas y que tienen por objeto evitar crisis financieras. Me refiero en especial a los capitales relativamente mayores exigidos a los bancos, a un sistema que induce a los grandes depositantes a compartir riesgos con los bancos, y a un esquema de provisiones para deudas malas más exigente y mejor controlado.
Pero también se tomó entonces conciencia de que en situaciones de crisis que se espera sean coyunturales es importante ayudarles a los acreedores bancarios viables a evitar la quiebra, de modo que superado el origen de la crisis, la economía se pueda recuperar rápidamente.
-¿Ve posible que se repita una intervención bancaria o alguna medida similar?
No creo que esta vez pueda ocurrir algo similar, dado que la lección se aprendió. Para que suceda, familias y empresas tendrían que dejar de cumplir con sus obligaciones, lo que entonces sí afectaría al patrimonio de los bancos.
Sin embargo, el Gobierno y el Banco Central están evitando esos incumplimientos por intermedio de una serie de medidas que provean la liquidez y las autorizaciones necesarias para que las familias y las empresas viables puedan obtener el financiamiento necesario para hibernar o seguir operando, dependa cuál sea el caso.
Las "dos oposiciones", Briones y espacio fiscal
- Políticamente el de entonces y el de ahora eran momentos muy diferentes, ¿cómo analiza la actual discusión en el Congreso y los intentos del Gobierno por sacar adelante sus proyectos?
La forma de las restricciones al proceso legislativo son hoy muy distintas a las de antaño y son más complejas. Existen al menos dos oposiciones, una -trasnochada- cuyo paradigma parecieran ser regímenes similares a los de Corea del Norte, Cuba o Venezuela, y otra -aggiornada- que se podría asimilar a la socialdemocracia europea.
"Años más tarde, cuando se escriba la historia de esta época, quedará en evidencia la excepcionalmente activa labor legislativa de estos meses. Creo que al poder legislativo se le pueden encontrar muchos defectos, pero es imposible no reconocer que en este período se han puesto, como se dice popularmente, las pilas."
Rolf Lüders
No obstante las abismantes diferencias existentes entre los regímenes totalitarios de carácter marxista como los mencionados y la socialdemocracia europea, posiblemente por motivos políticos partidistas, a menudo ambas oposiciones políticas actúan en conjunto para oponerse a los proyectos oficiales, que están orientados a perfeccionar nuestra economía social de mercado.
Afortunadamente, frente a la actual pandemia, la fracción moderada de la oposición ha colaborado, en algunos casos muy activamente, con el Gobierno para mejorar y luego lograr aprobar los diferentes proyectos orientados a mitigar sus efectos en Chile. Años más tarde, cuando se escriba la historia de esta época, quedará en evidencia la excepcionalmente activa labor legislativa de estos meses. Creo que al poder legislativo se le pueden encontrar muchos defectos, pero es imposible no reconocer que en este período se han puesto, como se dice popularmente, las pilas.
-¿Ve al Gobierno un poco entrampado en materia económica? ¿Cómo evalúa el rol que ha jugado el ministro Ignacio Briones?
Todo lo contrario, creo que se está haciendo, en materia económica y social, lo que corresponde. Me parece, como ya lo expresé, que el ministro se entiende relativamente bien con la oposición moderada, lo que le ha permitido -a pesar de que el oficialismo es minoría en ambas cámaras- lograr en menos de dos meses la aprobación de la casi totalidad de las leyes claves de su programa de coyuntura.
"A mí me parece curioso que muchos aplaudan las políticas fiscales relativamente disciplinadas de Chile en los años pasados, pero desean ahora -en una situación de incertidumbre sobre la duración de la crisis sanitaria- gastarse ya nuestras reservas. Fueron esas políticas fiscales responsables las que nos han permitido llegar a tener fondos de reserva para este tipo de crisis que superan los US$20 mil millones, fondos de cesantía de US$12 mil millones, y un endeudamiento fiscal externo relativamente bajo".
Rolf Lüders
Al juzgar su cometido es muy importante no olvidar que la caída de la actividad económica y el aumento del desempleo en estos dos meses ha sido brutal, y que existe incertidumbre con respecto a la extensión en el tiempo de la pandemia.
Esta recesión no es una financiera de origen externo como la pasada, en que es sabido que su origen se puede corregir en un plazo relativamente acotado de tiempo. Si así fuese ahora, también podría aplicar una política más agresiva. Pero en las actuales circunstancias de incertidumbre debe necesariamente dosificarse el uso de las reservas que tiene el país.
-¿Y qué le parece cuando se le critica al Gobierno de no estar haciendo todo lo que se podría hacer en materia fiscal?
A mí me parece curioso que muchos aplaudan las políticas fiscales relativamente disciplinadas de Chile en los años pasados, pero desean ahora -en una situación de incertidumbre sobre la duración de la crisis sanitaria- gastarse ya nuestras reservas. Fueron esas políticas fiscales responsables las que nos han permitido llegar a tener fondos de reserva para este tipo de crisis que superan los US$20 mil millones, fondos de cesantía de US$12 mil millones, y un endeudamiento fiscal externo relativamente bajo.
Más allá de que pueda haber legítimas diferencias con respecto al ritmo preciso en que se deban, en las actuales circunstancias, gastarse nuestras reservas para acudir en ayuda de los que la necesitan, es innegable que la postura responsable del ministro Briones está en línea con la de sus antecesores en el Ministerio de Hacienda y corresponde apoyarla.
El rescate a las empresas
-Respecto de las solicitudes al Estado para ir en ayuda de las grandes empresas. Hay quienes postulan que debiese haber una nacionalización parcial de las empresas que ayude, otros aseguran que solo debiese limitarse a facilitar créditos con garantías estatales. ¿Cuál es su postura?
En principio soy partidario de que -en las actuales circunstancias- el Estado acuda en ayuda de las empresas viables, sean éstas grandes o pymes, pero no a sus dueños. Rescatar a los últimos genera riesgo moral y en este caso en particular, esto se traduce en incentivos a tomar más riesgos que los socialmente óptimos.
Sin embargo, sobre todo en mini empresas, pequeñas empresas y algunas medianas, no es posible hacer la distinción señalada porque es el dueño el que hace la empresa, de modo que rescatar a la última equivale a rescatar al primero.
Habiendo aclarado lo anterior, lo que corresponde, me parece, es que en aquellas empresas viables en que un cambio de propiedad no afecta significativamente el valor de la empresa, el Estado acuda a evitar que la empresa quiebre, pero lo debe hacer de tal modo de no entregar subsidios.
-¿Y cómo hacer eso?
Pues bien, hay varias maneras de hacer lo anterior. Una es que el Estado haga un aporte y adquiera parte de la propiedad de la empresa al valor que ella tiene actualmente, con la intención de vender esas acciones en el mercado una vez superada la crisis. Otra, es otorgarle un crédito a tasa de interés de mercado garantizado en más de un 100% con acciones, también a valor actual.
Lo que no haría es nacionalizar empresas, o sea que el Estado adquiera su control. La teoría económica y la experiencia histórica internacional no dejan duda al respecto: el Estado no es un buen administrador.
-Hace algunos días se conoció que el Banco Central solicitó una línea de crédito flexible de dos años por un monto de US$23.800 millones. ¿Qué le parece aquello?
El Fondo Monetario Internacional creó un tiempo atrás una línea de crédito flexible (LCF) a ser otorgada a países en desarrollo en situación macroeconómica muy sólida, de vencimiento a plazos relativamente muy cortos, y a ser utilizados en caso de una interrupción de los flujos normales de capitales. Los recursos correspondientes no se pueden utilizar para financiar gasto público.
Desconozco los motivos por los cuáles se pidió este crédito, que se debe haber pedido quizás en los momentos que se estaba recién empezando a difundir la actual pandemia. Quizás se tomó la decisión de pedir la LCF –considerando que el Banco Central tenía y probablemente aún tenga más de US$30 mil millones en reservas extranjeras- en los momentos en que Banco Central salió a defender agresivamente el valor del peso o quizás se pidió para tener una especie de certificado de buena conducta y así poder tener –a un costo de sólo 0,4% anual en dólares- acceso a créditos más baratos en el mercado de capitales internacional.