El debate en torno a la situación del mercado laboral en Chile vivió un punto álgido a fines de marzo, cuando la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, instó a los empresarios a "pagar mejor". La intervención de la secretaria de Estado motivó reacciones de economistas de distintos sectores, quienes hicieron hincapié en que tras la difícil realidad que viven los empleos se encuentran la falta de fexibilidad, crecimiento y productividad.
Esa carencia quedó de manifiesta la semana pasada, cuando en el ranking de los mejores lugares del mundo para hacer negocios, elaborado por el centro de análisis Economist Intelligence Unit (EIU), Chile cayó ocho puestos, pasando del 22 al 30. Las leyes laborales "más restrictivas" fueron parte de las razones que explicaron la caída, según expertos de la institución.
Y es que durante el último tiempo, la arena política ha sido inundada por iniciativas que -a ojos de muchos- afectan el mercado laboral, encarecen la contratación y disuaden la inversión. Esto, al menos, mientras no haya una aumento en la productividad que permita, de manera equilibrada y paulatina, abogar por más beneficios.
Todo, además, en medio de un mercado laboral aún "debilitado", que ubicó al desempleo en un 8,5% en el trimestre diciembre-febrero, en su decimosexto aumento anual consecutivo.
Alza en el sueldo mínimo, 40 horas y más
En julio el salario mínimo llegará a $500 mil. Esto, luego de una seguidilla de importantes alzas que han sido difíciles de asumir para pequeñas y medianas empresas. Y es que apenas en agosto de 2022 la cifra llegaba a los $400 mil, lo que implica un alza de 25% en apenas dos años.
La cantidad a la que se llegará a mediados de este año había sido un compromiso del Gobierno, que ahora, sin embargo, se verá desafiado por un nuevo requerimiento: el de un salario mínimo que llegue a los $630 mil en 2026. "Lo vamos a comenzar a impulsar en la próxima negociación", sostuvo David Acuña, presidente de la CUT, en entrevista con La Tercera.
Al alza en el sueldo mínimo se suma la adecuación de la jornada laboral, cuya primera fase comenzará el 26 de abril. A partir de ese día, de 45 horas de trabajo semanales se pasará a 44, para llegar a 42 el tercer año y a 40 en el quinto, lo que se debiera concretar en 2028.
Pero las iniciativas con respecto al mundo laboral no se quedan ahí. Y es que por el Congreso circulan propuestas de todo tipo. Una de ellas -que se votó esta semana- hace obligatoria la contratación de jóvenes entre 18 a 28 años sin experiencia previa. En concreto, la iniciativa busca que las compañías de 100 o más trabajadores empleen al menos a un 10% del grupo mencionado, cuenten o no con estudios técnicos o profesionales.
Otras de las propuestas que han surgido tienen que ver con dar días libres. Una apunta a facilitar este tipo de jornadas en el caso del fallecimiento de una mascota, mientras que otra para el día del cumpleaños.
Por último, está el proyecto que busca prohibir a empleadores preguntar por pretensiones de renta en entrevistas laborales y obligar a transparentar los sueldos en las ofertas de trabajo. Si bien en torno a esta iniciativa hay miradas muy disímiles, algunos han señalado que contribuirá a que las empresas partan ofertando por los tramos salariales más bajos, lo que podría terminar perjudicando a postulantes calificados.
Los efectos en el mercado laboral y en la inversión
La encuesta Black & White de la semana pasada dio cuenta de la percepción que tienen los chilenos frente al mercado laboral. Según el estudio, el 58% considera que el empleo en Chile está empeorando. ¿Estarán influyendo las iniciativas que han emanado del Ejecutivo y el Legislativo? ¿Cómo afectan a la inversión?
Carmen Cifuentes, investigadora Clapes UC explica que "las políticas laborales que aumentan los costos de contratación disuaden la inversión por parte de las empresas, especialmente de aquellas que dependen en gran medida de mano de obra intensiva. Esto hace que un país en los que están aumentando los costos de contratación sea menos atractivo para hacer negocios".
La académica agrega, en esa línea, que "políticas como el salario mínimo, la reducción de la jornada laboral u otras que al no ir de la mano con una mayor productividad incrementen los costos laborales, tienen un impacto sobre las inversiones futuras de las empresas. Si éstas anticipan mayores costos laborales, pueden ser reacias a realizar inversiones significativas que dependan de un incremento en la plana de trabajadores".
Y dice, además, que "es importante evaluar con cautela los incrementos en el salario mínimo, sobre todo considerando que según distintos indicadores el empleo formal en el sector privado sigue débil".
Víctor Martínez, director ejecutivo del CIES-UDD, en tanto, señala que en Chile "se observa una reducción en las horas laborales sin un incremento correspondiente en la productividad. Ambas medidas implican un aumento en el costo por hora de trabajo sin una mejora proporcional en la eficiencia productiva. En otras palabras, aunque la capacidad de producción se mantiene constante, el costo asociado a esta producción aumenta, lo que disminuye el atractivo de invertir".
"Además de las leyes laborales mencionadas anteriormente -agrega- un factor crítico es la fragmentación política y las consecuencias que esta tiene en la discusión legislativa. Las inversiones de gran envergadura son, por naturaleza, a largo plazo y requieren una gestión efectiva de la incertidumbre para tomar decisiones. El problema no radica únicamente en el aumento puntual de los costos laborales, sino en cómo el incremento en los costos contribuye a un clima de incertidumbre".
Por otra parte, Juan Ortiz, economista senior del OCEC-UDP, recalca que "si bien el aumento del sueldo mínimo y la reducción de las horas de trabajo, encarecen la contratación de mano de obra y por ende aumentan los costos de producción, es necesario considerar que estas medidas impactan en mayor medida a las Pymes, las cuales concentran la mayor demanda de trabajo".
"Sin embargo -subraya- a nivel de inversión, las empresas no financieras realizan cerca del 75% de esta, donde son las empresas de mayor tamaño las que realizan el mayor gasto en inversión. Por lo tanto, sí hay un efecto, sin duda, pero en el caso del salario mínimo, su incidencia en los costos de producción de los sectores donde se concentra el mayor gasto de inversión, es mas acotado".