El Banco Mundial revisó su proyección para la economía de Chile en 2024, donde ahora espera que crezca un 2,5%, levemente por debajo del 2,6% proyectado en junio.
Mientras que para 2025 prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) Nacional se expanda un 2,2%.
En su nuevo informe titulado "Impuestos a la riqueza para la equidad y el crecimiento", la entidad señaló que América Latina y el Caribe crecerá 1,9% en 2024, superando ligeramente anteriores estimaciones.
En 2025 se prevé que la región crecerá un 2,6%. Estas son las tasas más bajas entre todas las regiones del mundo, lo que pone de relieve los persistentes obstáculos estructurales.
"Para acelerar el crecimiento, la región debe aprovechar la actual dinámica económica. Se espera que la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de reducir las tasas de interés proporcione cierto alivio", apuntó la entidad.
Asimismo, dijo que el control de la inflación es otro avance positivo, gracias a la eficaz gestión macroeconómica de los países de la región. Brasil y Perú están bien encaminados para cumplir sus objetivos de inflación en 2024, y se espera que otras economías importantes los sigan poco después.
"La región ha logrado avances en el manejo de la inflación y la estabilización macroeconómica. Este es un momento clave para aprovechar estos logros y atraer las inversiones necesarias para el desarrollo sostenible, fomentar la innovación, construir capital humano, crear más y mejores empleos y empoderar a la región para liberarnos de este ciclo de bajo crecimiento”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
El informe destaca que la inversión pública y privada en la región siguen siendo bajas, y que los países no están aprovechando plenamente las oportunidades del "nearshoring".
En términos reales, la inversión extranjera directa (IED) está en niveles inferiores a los de hace 13 años, y los anuncios de nuevas inversiones favorecen a otras regiones. Pese a tener salarios competitivos en comparación con China y otros destinos, los altos costos del capital, los débiles sistemas educativos, la energía e infraestructura deficientes y la inestabilidad social reducen el atractivo de la región como destino de "nearshoring".