Tras hacerse público el escándalo de las admisiones a prestigiosas universidades en Estados Unidos que involucró a padres de estudiantes, se sabe que hubo 20 progenitores que se declararon culpables de hacer trampa en los exámenes de admisión y de sobornar a entrenadores para que admitieran a sus hijos en las selecciones deportivas con falsos historiales. Muchos de ellos fueron sentenciados con penas que iban desde libertad condicional a 9 meses de cárcel, y otros 15 que se declararon "no culpables" tendrán que enfrentar otro juicio.
Pero ¿qué pasó con los hijos que se vieron involucrados voluntaria o involuntariamente en la polémica?
Algunos han sido expulsados de las universidades y otros de sus colegios, mientras que varios de ellos han sufrido ataques de pánico por lo que han vivido o han sido marginados por sus pares o profesores. A pesar de que no hubo acusaciones penales contra ninguno de ellos, muchos de los jóvenes han recibido sanciones por el escándalo aún más rápido que la sentencia para sus padres en tribunales.
Un reportaje publicado el martes por The New York Times repasa la historia de algunos de los jóvenes que han sufrido las consecuencias del actuar de sus progenitores desde que se anunció el caso en 2019, como es la historia de la hija de los actores Felicity Huffman y William H.Macy.
Sophia Macy, la hija de la pareja, iba camino a la prestigiosa Juilliard, para llevar a cabo su última audición para entrar a la escuela de artes escénicas, cuando recibió un correo en que se le informaba que su invitación a la universidad había sido retirada.
"Ella nos llamó desde el aeropuerto histérica. (..) Desde la devastación de ese día, Sophia está recuperando lentamente su equilibrio", le dijo Macy a un juez el año pasado, mientras Huffman estaba siendo sentenciada por manipular los resultado del SAT -examen de admisión aceptado por las universidades de EE.UU.- de su hija.
Casi inmediatamente después de que se anunciaron las detenciones en marzo del año pasado, las universidades involucradas abrieron investigaciones para indagar a los estudiantes vinculados al escándalo.
Yale, Stanford, Georgetown, Northwestern y la Universidad del Sur de California expulsaron a los jóvenes o le quitaron sus admisiones. A los estudiantes que estaban en el último año del colegio cuando detuvieron a sus padres, se les denegaron sus solicitudes para la universidad o se les obligó a retirarlas. Por otro lado, otros jóvenes fueron admitidos en universidades que no estaban vinculadas con el engaño y a algunos que ya estaban en la universidad se les permitió quedarse.
Matteo Sloane, cuyo padre admitió haber pagado US$250.000 para que su hijo entrara como seleccionado de waterpolo en la University of Southern California (USC), continúa en su casa de estudios. Matteo le dijo al The Wall Street Journal que fue difícil para él descubrir que su padre había intervenido en el proceso de admisión. "Le quita el valor al trabajo que hice para llegar ahí, en primer lugar", expresó.
El caso de la familia chilena
Uno de los padres involucrados en el escándalo fue el chileno Agustín Huneeus, empresario viñatero que fue condenado a cinco meses de prisión y 500 horas de trabajo comunitario tras declararse culpable de participar en los esquemas de sobornos y en la manipulación del examen de entrada de su hija mayor.
Su señora, Macarena Jaramillo, le escribió una carta al juez que sentenció a su esposo diciendo que sus cuatro hijas habían sufrido ataques de pánico desde que detuvieron a su padre.
Asimismo, señaló que una de sus hijas –que no estaba relacionada con la polémica- había sido víctima de hostilidades por parte de profesores y sus compañeros de colegio. Y que otra de sus hijas, que según los fiscales sabía del engaño en el SAT, tuvo un año difícil pero que había podido salir adelante y que en el otoño norteamericano había comenzado su semestre "en una gran universidad".
Se cierran las puertas
Otra de las consecuencias directas de la revelación de los millonarios sobornos fueron las sanciones que interpusieron los colegios hacia las familias involucradas en el pago de las admisiones a las universidades.
En la declaración que dieron los abogados de la filántropa Michelle Janavs –que reconoció haber pagado US$100.000 para cambiar los resultados del ACT de sus hijas y que pagó otros US$200.000 para que una de ellas entrara a la USC como seleccionada de voleibol playa - señalaron que cuando ella fue detenida, sus dos hijas que estaban cursando su tercer y último año de secundaria en Sage Hill, una escuela privada en New Coast, California, fueron sancionadas sin poder entrar al campus, ni asistir a la graduación ni a la fiesta de graduación.
Pero el colegio le permitió a la hija mayor terminar sus estudios desde la casa. Por otro lado, los abogados aseguraron que las jóvenes "fueron rechazadas por amigos, maestros y compañeros de clase" tras el escándalo.
Además, a la hija mayor –que había sido aceptada en la USC como deportista- se le anuló la aceptación y se le prohibió volver a llenar una solicitud. Por lo que, según la declaración de los abogados, ahora asiste a una universidad comunitaria, mientras que la pequeña ahora está inscrita en un colegio público.
"Han pasado demasiados días durante los últimos once meses en los cuales sostuve a mis dos hijas en mis brazos mientras lloraban por una combinación de emociones que incluían enojo con su madre, tristeza y gran ansiedad por su destino", reconoció en una carta al juez Paul Janavs, marido de la detenida.
Hijos molestos con sus padres
Varios de los hijos de los involucrados perdieron la oportunidad de presentarse en las universidades de élite de Estados Unidos. Entre una de las excepciones está Jack Buckingham, que habló con la universidad y lo dejaron inscribirse con sus puntajes reales. Su madre, Jane, se declaró culpable de soborno para que aumentaran el puntaje de su hijo en el ACT y que así pudiera entrar en la Southern Methodist University.
"Sé que hay millones de jóvenes por ahí, tanto ricos como menos afortunados, que se esfuerzan por tener una oportunidad en la universidad de sus sueños. Estoy molesto porque sin saberlo participé en un gran plan que ayuda a darle a los chicos que no trabajan tan duro como otros una ventaja sobre aquellos que realmente merecen esos lugares", expresó Jack en una declaración a The Hollywood Reporter.
Por su parte, las dos hijas de la actriz Lori Loughlin habían sido admitidas en la USC mientras la actriz y su esposo, el diseñador de moda Mossimo Giannulli, habían sido detenidos bajo la acusación de conspirar para pagar US$500.000 en sobornos para que las niñas fueran aceptadas en la universidad como seleccionadas para el equipo de velero. Hasta el momento, ninguna de las jóvenes está inscrita en la educación superior.
De hecho, la hija menor, Olivia Jade, que tenía una carrera ascendente como influencer en las redes sociales y que tenía una alianza con una empresa de maquillaje, fue desafiliada de la marca y no apareció por meses en las redes.
En una reciente grabación que publicó hace unos meses expresó: "Muchas gracias por su paciencia o si se quedaron ahí esperando nueve meses, realmente lo agradezco". "Esto es lo mejor que puedo hacer y quiero seguir adelante con mi vida", sentenció.