La última estimación de la OMS, de que un 3,4% de los pacientes han muerto, está en línea con lo que la agencia ha estado reportando por más de una semana.
Cuando observó más cerca lo que estaba ocurriendo en China, la OMS concluyó que entre el 2% y 4% de los pacientes han muerto en la ciudad de Wuhan, el epicentro del brote donde muchos casos graves llenaron los centros de salud.
Cuando personas de otras partes de China comenzaron a enfermarse, las autoridades estaban mejor preparadas para detectar el virus y descubrir casos cuando aún eran moderados. Por esta razón, la tasa de letalidad en el resto de China ha sido muchísimo más baja, llegando al 0,7%.
Esa cifra ha variado levemente y el número de muertes informadas diariamente en China ha descendido, a medida que la situación se estabiliza.
El brote ha empeorado en Irán, donde hasta el martes el 4,4% de los más de 1.500 pacientes detectados con Covid-19 habían muerto. Ese número está ayudando a conducir el cálculo global de muertes.
Sin contar la provincia china de Hubei y la situación de Irán, la tasa de letalidad global hasta el martes era muy cercana al 1%.
En la mayoría de los lugares donde se batalla contra una súbita alza de enfermedades, hacer las pruebas de detección a personas con los síntomas más tempranos, como fiebre o tos, aparece abajo en la lista de prioridades. Esto significa que las tasas de letalidad pueden aparecer artificialmente altas, hasta que las autoridades logran entender mejor cómo realmente se está expandiendo la enfermedad. En los Estados Unidos, por ejemplo, todavía se está intentando aumentar la capacidad de pruebas masivas, en medio de críticas de que el contagio de persona a persona no estaba siendo detectado.
Para complicar aún más todo este cálculo, los científicos han comenzado a examinar en profundidad a pacientes bajo tratamiento en diferentes hospitales, un paso importante para que las autoridades aprendan cómo batallarlo. Uno de estos estudios, publicado la semana pasada en el New England Journal of Medicine, examinó a 1.099 pacientes en 500 hospitales de China, muchos de ellos fuera de Wuhan. En esa investigación se estimó la tasa de letalidad en 1,4%.
En otras palabras, quiénes son contabilizados —y en qué lugar— marca la diferencia.
Un "pariente" de este nuevo virus causó el brote del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) en 2003, y cerca del 10% de los pacientes fallecieron.
La influenza, en tanto, es de una familia diferente de virus, y algunas cepas son más mortales que otras. En promedio, la tasa de letalidad de la influenza común es cercana al 0,1%, de acuerdo al Dr. Anthony Fauci, de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Por tanto, incluso si el número correcto de letalidad del nuevo coronavirus fuese de 0,7%, aún así sería peor que la influenza común.
Por otro lado, el número de contagios es importante. Millones de personas sufren de influenza todos los años alrededor del mundo, lo que significa que mueren cientos de miles por esta causa. No hay una forma de saber cuánta gente finalmente se contagiará con el nuevo coronavirus.
El Dr. Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS, dijo que el nuevo coronavirus no se transmite tan fácilmente como la influenza, lo que "nos ofrece una luz tenue de que este virus puede ser suprimido y contenido".
¿Cuál es la diferencia? La influenza común puede ser transmitida antes de que los síntomas aparezcan, lo que dificulta cada una de sus temporadas. En tanto, la OMS ha insistido en que el contagio asintomático no pareciera estar conduciendo a la epidemia de Covid-19.
En un informe de la Comisión Nacional de Salud de China, publicado la semana pasada, investigadores de ese país reflejaron qué tan fácil es que muchos casos pasen sin detección en la etapa inicial: el 44% de los pacientes ya tenía fiebre cuando fueron ingresados a hospitales, aunque un 89% finalmente la desarrolló.
En total, un 16% desarrolló una enfermedad más severa luego de ingresar al hospital; un 5% fue tratado en unidades de cuidados intensivos; y el 2,3% necesitó de ayuda de máquinas para poder respirar.
Los adultos mayores, especialmente aquellos que sufren de enfermedades crónicas, como males al corazón o a los pulmones, son los que tienen mayor riesgo de que la enfermedad alcance niveles severos, pese a que sí han existido casos de personas adultas más jóvenes que han fallecido.
En promedio, la OMS dice que las personas con casos leves se recuperan en alrededor de dos semanas, mientras que aquellos que están más enfermos pueden demorar entre tres a seis semanas en sanarse.