La jornada del lunes 26 de julio, cuando el 53% de los establecimientos educacionales de la Región Metropolitana volvieron a abrir sus puertas para el retorno de las clases presenciales, había en las calles casi tantos vehículos como los que circulaban antes de que empezara la pandemia.
Así lo informó el Ministerio de Transportes: el flujo entre las 7:00 y las 10:00 horas, según el monitoreo realizado por la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT), registró un alza de 5,03% respecto al lunes anterior —el primero con toda la región en Fase 3— y se ubicó apenas un 1,72% por debajo del primer lunes de marzo de 2020, antes de que se decretara la emergencia sanitaria.
"Esto nos sirve para monitorear esas zonas y en aquellos puntos en los que se registra mayor congestión vehicular podemos ajustar las programaciones de los semáforos para optimizar los tiempos de desplazamiento de los usuarios, siempre y cuando las condiciones de seguridad y convivencia vial lo permitan", dijo la ministra Gloria Hutt ese día.
En el transporte público, si bien también existió un aumento, el escenario es diferente: la afluencia de pasajeros entre las 6:00 y las 10:00 horas fue de 385 mil personas, lo que corresponde a un aumento del 6% con respecto al lunes anterior pero que es, al mismo tiempo, una disminución del 51% comparado con el 29 de julio de 2019, antes de la llegada de la pandemia y el estallido.
La contraposición de cifras lleva a una conclusión evidente: "Las personas están haciendo todo lo posible para poder dejar de utilizar el transporte público, porque lo ven como algo riesgoso", explica el académico de la Escuela de Ingeniería Industrial de la PUCV y experto en transporte, Franco Basso. Este fenómeno, asegura, trae riesgos para toda la sociedad y es algo a lo que se debe poner prioridad.
El aumento de autos
"Son esencialmente dos mundos distintos: por una parte está el transporte privado, donde estamos viendo congestiones similares a lo que se veía antes de la pandemia, y está el transporte público, donde la cantidad de validaciones de Metro, por ejemplo, es de 1.3 millones cuando en periodos normales había 2.8 millones", expone Basso. Estos números, acota, corresponden a un universo donde "todavía hay mucho teletrabajo que se ha mantenido".
"Por lo tanto, uno debiese esperar que si las condiciones sanitarias siguen tan buenas como están, hacia finales de este año o principios del otro no solamente vamos a tener la misma cantidad de congestión, sino que más. Eso va a generar problemas porque las redes viales ya estaban al límite y Santiago ya se estaba perfilando como una de las ciudades más congestionadas de Latinoamérica", agrega a Emol.
"Las personas están haciendo todo lo posible para poder dejar de utilizar el transporte público, porque lo ven como algo riesgoso (...) Es malo para la ciudad, porque se mueven en modos que son más contaminantes y ocupan más espacio"
Franco Basso
Muchas familias, cuenta, hicieron el esfuerzo de adquirir un auto durante la pandemia para evitar el contacto con otros durante sus trayectos. En gran parte de los casos, los retiros del 10% de los fondos de AFP ayudaron a este fenómeno. "Esto es malo para la ciudad, porque esa gente se mueve en modos que son más contaminantes, que ocupan más espacio y que en definitiva ponen más presión a la forma en la cual se mueven en la ciudad", dice.
Para ese aumento, la líder de Fundación VIABLE en Chile, Jeanette Orozco, tiene una cifra: solo en mayo de 2021 se comercializaron 34.130 vehículos nuevos. "De acuerdo al último reporte de la Asociación Nacional Automotriz de Chile, si se compara con el resultado de 2020, la recuperación del quinto mes de este año significa un aumento en 293,2%", explica a Emol.
"A mediano y largo plazo, el principal desafío será lograr un cambio en la elección modal de las personas: hoy muchas personas se subieron al auto y será muy difícil hacerlas volver al transporte público", advierte Orozco. "Generar una reconquista por utilizar modos más eficientes será la principal tarea".
¿Cómo volver al transporte público?
"Las exigencias de hoy son muy distintas a las que teníamos antes de la pandemia", explica Orozco. El aumento en el uso del auto le preocupa, además, porque "existe una falsa sensación de seguridad respecto a disminuir la posibilidad de contagio utilizando modos motorizados individuales versus modos masivos como buses, trenes o metro".
Según explica, "no hay pruebas que mostraran que efectivamente el transporte público fuera un foco de contagio, a diferencia de, por ejemplo, las reuniones y fiestas donde las medidas de autocuidado suelen relajarse". "El no haber manejado adecuadamente este miedo al transporte público, tanto comunicacional como operativamente, provocó una pérdida de demanda que será difícil de recuperar", apunta.
"El principal desafío será lograr un cambio en la elección modal de las personas. Hoy muchas personas se subieron al auto y será muy difícil hacerlas volver al transporte público. Generar una reconquista por utilizar modos más eficientes será la principal tarea"
Jeanette Orozco
Sin embargo, menciona medidas que se pueden impulsar para revertir este fenómeno: priorizar modos sustentables como la caminata, bicicleta y el transporte público; penalizar el automóvil privado con restricciones vehiculares; y no adoptar medidas como la reducción del impuesto específico a los combustibles. También se debe aumentar la ventilación y renovación de aire, reforzar la limpieza, monitorear los niveles de CO2 y facilitar los pagos sin contacto, entre otros.
En febrero, Basso y un grupo transversal de investigadores de las universidades de Chile, Católica, Diego Portales y de Santiago elaboraron una propuesta para escalonar el ingreso y egreso de trabajadores y estudiantes, con el fin de "evitar que todos nos movamos al mismo tiempo" y de lograr que "la cantidad de personas por metro cuadrado en las horas punta disminuya". A pesar de que la propuesta no fue recogida por las autoridades, el académico defiende que todavía es buen momento para ponerla en marcha.
También destaca como una medida central la de aumentar la frecuencia "de manera real" de buses. "En Santiago tenemos aproximadamente entre 5.800 y 5.900 máquinas operando en las mañanas en horario punta, cuando el año 2019 teníamos 6.200. Tenemos menos buses, hay muchos que han sido vandalizados y hay muchos choferes que tuvieron covid", agrega. Con estas medidas, señalan, la etapa de reapertura que se inicia podría abordarse de mejor manera.