En las décadas pasadas los estudiantes solían recibir castigos físicos cuando su comportamiento no se ajustaba a las normas del colegio. Dejarlos mirando horas hacia la pared, tirones de patillas, de orejas o recibir varillazos eran prácticas comunas en la década de los sesenta y setenta.
"Hemos cambiado la forma de realizar el castigo; ya no es tan frecuente el castigo corporal, pero sí lo es –y mucho– las formas de castigos que son excluyentes; sacan al estudiante de la sala de clase y a algunos ellos de la escuela por un periodo significativo de tiempo (...) lo que les resta tiempo para aprender y convivir con sus compañeros"
Dra. Verónica López, Investigadora Pontificia Universidad Católica de Valáraíso
Esto sin duda cambió y hoy sería inconcebible que los estudiantes recibieran un escarmiento de este tipo. Sin embargo, los castigos siguen estando muy presentes en las escuelas, solo que han ido mutando.
Según muestra un estudio –realizado por investigadores de la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y del CIAE de la Universidad de Chile–, uno de cada cinco estudiantes ha recibido algún tipo de castigo o sanción en los establecimientos educacionales chilenos.
A diferencia de antes, ahora las formas más frecuentes son prácticas como sacarlos de la sala de clases, prohibirles participar de una actividad escolar o extraescolar, dejarlos sin recreo, cambiarlos de curso, enviarlos a la inspectoría, ponerles múltiples anotaciones negativas, suspenderlos y expulsarlos.
"Hemos cambiado la forma de realizar el castigo; ya no es tan frecuente el castigo corporal, pero sí lo es –y mucho– las formas de castigos que son excluyentes, en el sentido de que sacan al estudiante de la sala de clase y a algunos ellos de la escuela por un periodo significativo de tiempo (...) lo que les resta tiempo para aprender y convivir con sus compañeros. Además, es más probable que esos estudiantes sean finalmente suspendidos y luego expulsados de la escuela", explica la Dra. Verónica López, directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva de la PUCV y responsable del estudio.
Para indagar este tema, un equipo interdisciplinario de expertos analizó durante dos años las "prácticas punitivas" en los centros educacionales chilenos y sus efectos sobre la vida de los estudiantes de enseñanza básica y secundaria. Para esto, analizaron los datos de 3.841 escuelas proporcionada por cuestionarios del SIMCE.
El estudio concluyó que sigue existiendo un porcentaje de profesores que ejercen y creen en las llamadas "prácticas educativas punitivas". Éstas se definen como "acciones frecuentes naturalizadas en la acción escolar que surgen para lidiar con la diversidad de estudiantes en un sistema educativo que exige conseguir estándares comunes".
Algunos estudiantes son sacados de la sala de clase y hasta de la escuela por un largo periodo de tiempo.
Alumnos varones, migrantes e hipercativos son los más castigados
Pero no se castiga a todos por igual: Quienes más reciben sanciones son los estudiantes varones, repitentes, inmigrantes y aquéllos que presentan Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad. Además, estos métodos son mucho más frecuentes en las escuelas de menor nivel socioeconómico.
Hasta 10 puntos menosen el Simce obtienen los colegios más punitivos, y sus alumnos entran menos a la universidad
Esto tiene una grave consecuencia, ya que los resultados muestran que mientras más punitivos son los colegios, peor es el rendimiento académico –entre 9 y 10 puntos menos en la prueba Simce– y los estudiantes ingresan menos a la educación superior.
"Lo que se enfrenta es un problema social, que afecta con mayor intensidad a quienes ya sufren desigualdad y discriminación", advierte Verónica López, quien también es académica de la Escuela de Psicología de la PUCV.
Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE-U. Chile, destaca que "este estudio es tremendamente importante, porque no solo nos da cuenta de la magnitud de las prácticas punitivas a lo largo de todo el país y del sistema escolar, en distintos grados y en distintas dependencias, sino que al mismo tiempo nos indica los efectos de la aplicación de estas prácticas: las oportunidades de trayectorias educativas, así como el aprendizaje, se ven considerablemente mermados cuando se aplican (estos métodos) en el sistema educativo".
Además, se demuestra que estas prácticas punitivas impactan negativamente en las relaciones entre profesores y estudiantes, y en la percepción de justicia en la escuela.
El estudio también da cuenta de que hay "profesores y directivos que han ido encontrando otras maneras de resolver los conflictos para no acudir a prácticas punitivas, como escuchar a sus estudiantes, llegar a acuerdos y dar mayor autonomía al estudiantado", y subraya que "se necesita conversar sobre formas de convivir en las escuelas, colegios y liceos que permitan a todas y todos aprender, participar, progresar y desarrollar su potencial de manera particular".