El desuso y el abuso son los extremos del uso. Y en ambos casos, cuando del cuerpo se trata, se pierde la función, respectivamente, a través de una
atrofia o de una destrucción de la anatomía.
Es en este último escenario, el de destrucción, donde vemos a aquellos entusiastas que de repente
cambian su rutina y la exacerban, para mejorar rápidamente la condición física y ponerse al día. Como en primavera o verano, para recuperar ipso facto la figura perdida. Es el caso de la típica pichanga tras un receso largo, para recordar los viejos tiempos, o el de los guerreros de fin de semana, que exigen demasiado a sus cuerpos luego de cinco días de sedentarismo. O el del atleta preuniversitario multifacético, que se saca el alma en todo.
Su principal molestia es el dolor en un codo, en un hombro, en una rodilla, en una pantorrilla. Todos tienen en común lo que en la medicina del deporte se conoce como
lesiones de abuso, las más comunes de todas las lesiones en el deporte, y que cuentan con casi el 60 por ciento de las consultas médicas.
La historia del paciente es la conclusión de un brusco cambio en la calidad o la cantidad de ejercicios que desarrolla en su actividad deportiva:
Aprender a dosificar |
1.- Comience toda rutina de ejercicios o práctica deportiva con una sesión de precalentamiento.
2.- Despierte su sistema cardiovascular caminando rápido, trotando, andando en bicicleta, bailando, etcétera.
3.- Despierte su sistema músculo-esquelético con ejercicios de elongación.
4.- Tómese su tiempo, al menos 20 minutos. La inversión en precalentamiento es una de las mejores medidas para prevenir lesiones de abuso.
5.- Si va a discontinuar su sedentarismo, comience suave. No llegue al cansancio y aumente la carga de ejercicios paulatinamente, en relación a su adaptación. Usted es su mejor sensor.
6.- El dolor es una advertencia de detención inmediata.
7.- Recuerde que la dosis hace al veneno, y esto se aplica a la dosis o carga de ejercicios desarrollados en la práctica deportiva, que puede ser sobrecarga.
8.- Hay que darse tiempo de recuperación post-ejercicio. Esta parte con un descalentamiento, que se basa en ejercicios de elongación, seguido por masaje y reposo.
9.- Programar pausas entre las sesiones de ejercicios.
10.- A mayor edad se requiere más adscripción a estos preceptos.
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Una quinceañera nadadora que agrega el tenis a su vida. Un mes más tarde, un dolor en el hombro le estorba en el servicio y le impide nadar.
Un fondista preuniversitario decide que esta será su temporada y comienza a correr 100 kilómetros por semana, tratándose su dolor en la pierna post-entrenamiento con hielo. Un mes más tarde, el dolor en la canilla le molesta hasta para caminar.
La tenista de una vez a la semana, que a los cuarenta empieza a tomarse en serio su disciplina y a jugar cada dos días. Pronto no es capaz de levantar una taza de café sin dolor en el codo.
En todos los casos descritos, la historia es un elemento fundamental en el diagnóstico.
Las lesiones de abuso resultan de repetitivos traumas de los tejidos músculo-esqueléticos (tendones, ligamentos, músculos y huesos), causados por una actividad que no está compensada por su dosis, o con una dosis óptima de reposo y recuperación del ejercicio.
Las fibras musculares se rompen durante un sobreesfuerzo de entrenamiento con pesas, por ejemplo, con énfasis en movimientos excéntricos (contracción del músculo a medida que se alarga). A seis horas del abuso, hallamos
infiltración inflamatoria, que se mantiene hasta 72 horas más tarde. Si el mismo ejercicio se repite más de dos veces en la semana, entonces se rompe más tejido muscular del que se reconstruye.
Asimismo,
las fibras de colágeno, el material de base de ligamentos, tendones y vainas, sus cubiertas, pueden cortarse en pequeños manojos dentro de estas estructuras, sin cambios inflamatorios (tendinosis).
También, un trauma repetitivo y cíclico en un hueso, como ocurre al correr, induce a una remodelación, que temporalmente debilitará al hueso. Si éste es sometido a nuevos traumas en ese sitio, el proceso de restauración se detiene, hasta una posible
fractura.
Así, la
fatiga de materiales biológicos es la base de las lesiones de abuso. Para prevenirlas es fundamental dominar la paciencia y el ego, y redundar en el manejo paulatino del incremento de la carga de ejercicios. Esto, agregado a ejercicios de elongación general y particular, de fortalecimiento total y específico, de precalentamiento y descalentamiento, sienta las bases de la
prevención de muchas lesiones de abuso.