No le gusta el contacto con los periodistas; de hecho fue difícil establecer un encuentro. Pero exterioriza que los filtros que interpone con la prensa no son más que una forma de esconder su mayor debilidad, la de no saber decir que no.
Es casi un autodidacta, aunque se formó en la Escuela Internacional de la Mancha, y ya a los 18 años trabajaba en teatro callejero. Luego, con un grupo de compañeros, formó el Colectivo Teatral Plancton. “Era un teatro bien popular, hecho a puro pulso; incluso tuvimos que hacer fiestas para juntar el dinero para los montajes. Con esas obras conseguimos la retroalimentación y la experiencia que necesitábamos”, cuenta.
Así es Tiago Correa, un hombre que no para de hablar con pasión sobre el teatro. Sus ojos no dejan de brillar cuando relata sus experiencias. A pesar de ello, le gusta la televisión, porque lo pasa bien y hace parte del abanico de posibilidades que tiene para desarrollarse. Dice que llegar al cine fue lograr uno de sus grandes propósitos y “Machuca”, su mejor regalo.
-¿Qué sensación tienes cuando te subes a las tablas?
“Me siento muy bien sobre las tablas, porque se tiene la conexión con la gente. Uno ve su reacción y la siente. Son respuestas espontáneas: ríen, gritan o lloran. Uno comparte estas reacciones y las disfruta. Como actor uno siente no sólo el contacto, sino cuenta con la opinión y la crítica, que es muy importante, así duela.
“En la televisión no ocurre lo mismo. Las personas que te ven son las que uno se encuentra en la calle, pero sólo te miran. Claro que yo le tengo terror a enfrentarme con la gente, pero recibir el cariño es algo bonito.”
-¿En el teatro hay un arquetipo de galán?
“En televisión es común y muy típica la figura de galán y de la mujer guapa, porque se sustenta sobre la imagen de los actores, para enamorar y atrapar en las teleseries; a diferencia el teatro no lo contempla. Uno no se repite los papeles como a veces suele suceder en la televisión.
“En teatro hay todo un abanico de posibilidades; es tu responsabilidad y tu pega consolidarte con estas contingencias. Existen personajes abiertos en los que puedes desarrollarte como malo, bueno, inseguro, el que es un ‘conchae su madre’, el que es seguro, el de sesenta años y el de cuarenta”.
-¿Tienes algún prejuicio con la televisión?
“Sería muy mentiroso si te dijera que no los tengo. Considero que todos tenemos prejuicios. Algunos son creados a partir de otros que entran en la oreja sin uno pedirlos; entonces, te vas predisponiendo y los vas adquiriendo. Otros son los que uno se va formando a partir de la experiencia y los construye, pero también va eliminando otros.
“De por sí el chileno es prejuicioso. Es de los que piensa que la gente que estudia teatro lo hace para hacer teatro o cine, pero no televisión. Sin embargo, tiene claro que la televisión es un medio poderoso. Me gusta la televisión y el poder de comunicación que tiene, no obstante, no me gusta todo lo que incluye como las peleas entre los personajes por ejemplo.”
-¿Me estás hablando de la farándula?
“Sí, lo que pasa es que la gente compra la farándula. Yo no comparto ese estilo y creo que nunca lo haré. Pero hay personas que les gusta y son expertas en ello porque es lo que les gusta.”
-¿Cómo llegaste a “Machuca” y qué significó hacer esta película?
“Cuando me enteré de esta producción, ya habían cerrado el casting. Pedí que me lo hicieran, aunque inicialmente no me gustó el tema porque consideraba que era bastante repetitivo, pero luego me llamó mucho la atención. No viví esa parte de la historia, mis padre sí, ellos eran bastante políticos.
“Creí que era una buena oportunidad para hacer cine. Investigué mucho e incluso tuve que hacer un papel que estaba en contra de mis propios valores e ideales; no por una cuestión de tendencia de izquierda o derecha, sino por la misma temática del personaje que hacía parte de un grupo muy violento convirtiendo las calles en foco de peleas, sin importar sacarle la cresta a nadie”.
Tiago se explaya: “Para mí, ninguna ideología que cobra una vida, vale la pena. Con que haya un muerto detrás de una ideología, ¡eso me vale callampa! Entender a estos jóvenes que a la edad de 18 a 25 llegaban al linchar. ¡Era difícil de comprender! Por lo mismo tuve que estudiar mucho al personaje y tratar de visualizar su razón para desatar este tipo de comportamientos.
Y continúa entusiasmado: “Machuca significó un desafío y como cabro chico digo que es el mejor regalo que me han dado, no sólo porque fue mi primera película en cine, sino porque era dar un paso gigante que quería hacer, con una producción de primera, con un director como Andrés Wood -que está entre los tres mejores directores en Chile-, una buena persona y con él que aprendí muchísimo. Además tenía de los mejores vestuaristas y fotógrafos”.
-¿Puedes decir lo mismo con Rojo?
“‘Rojo’ fue otra cosa. Mucha gente se prejuició conmigo porque decían que la película era un ‘producto comercial’ y que no tenía que ver en nada con ‘Machuca’. Decían que ‘Rojo’ era una cosa artística, con poco peso dramático y que era un producto que iba específicamente a un público”.
-¿Qué piensas tú?
“Creo que hay que aprender hacer de todo. Quería aprender hacer cine musical y tuve la experiencia y eso me hace ya ganador en mi experiencia. No pienso mucho en las consecuencias. A lo mejor sea un defecto, pero también creo que es una virtud. De repente estoy aprendiendo cosas nuevas; ahora se cómo se hace una película musical y sé como enfrentarlo, incluso dirigirlo. Estaba muy atento a saber como se dirigía el musical y el arte de esta película. Además estoy muy chico todavía y no puedo empezar a elegir; tengo que seguir trabajando y conociendo.
“Me animó el hecho de conocer al Nico Acuña, un director con el que me interesaba trabajar; es otro perfil. En la historia de Chile son dos o tres musicales los que se han hecho y con diferencia de por lo menos 25 años cada uno”.
-¿Trabajar con personajes que no eran actores y que fueron mal evaluados como actores, fue difícil?
“No fue difícil, porque yo enfrenté esto como un actor y ellos lo enfrentaron con sus propios roles. El musical tiene no sólo actuación sino baile y canto. Participé de la actuación, pero tuve que aprender del canto y del baile. El bailarín tuvo que aprender de actuación y de canto y el cantante tuvo que aprender de actuación y de baile, entonces, fue un trabajo donde todos aprendimos”.
-¿Cómo fue la relación?
“Fue súper buena, una relación laboral y de compañeros de mucha onda”.
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