“Te extraño”, “hoy hiciste más falta que nunca, te habría encantado estar ahí”, “mi matrimonio estuvo maravilloso y sé que tú estuviste presente”, le escriben los amigos agregados al perfil de Facebook de Marcela. Lo hacen solo para expresar sus ideas y sentimientos. Saben que ella no les responderá, porque falleció hace dos años.
Cerca de 200 mil usuarios de Facebook mueren al año. Y para muchos de los amigos de ellos, que solían leer los mensajes diarios, fotos y videos que los fallecidos posteaban en vida, se les hace extraña la posibilidad de poder escribirles en sus muros, casi como una línea directa al más allá, pero la posibilidad está y se usa.
¿Esto es mejor o peor para aceptar la partida y vivir sanamente el luto? Según el doctor Alejandro Koppmann, jefe de la Unidad de Psiquiatría de Clínica Alemana, “es una manera de adecuarse a los tiempos y en la medida que permita el recuerdo y la incorporación de la perdida al diario vivir, no es una acción contraindicada o peligrosa para la salud mental de los deudos”.
Otra cosa, advierte, es mantener oculta la muerte de la persona e incluso suplantar su identidad, como una manera de no aceptar de su partida. Es por esto que es importante hacer explícito que la persona ha pasado a mejor vida, haciendo de su perfil -ojalá de forma transitoria, dice el experto- una buena herramienta para sus conocidos de expresar su pena y brindarle apoyo a los familiares. “Esto supone que otra persona tenga acceso a las claves y al portal para operarlo sin el titular”, agregó.
Para eso, existen empresas como
Entrustet o
Testamento Virtual, que permiten que una persona en vida almacene claves de internet y hasta de cuentas de banco y estipular que una persona indicada maneje esa información cuando fallezca.
En el caso de que cuentas como la de Facebook quieran ser transformadas en un perfil conmemorativo cuando un familiar fallece, basta informar a la red social de la muerte del usuario (en este
link), donde se le preguntará la relación con la persona, su correo electrónico y hasta una prueba de su muerte, como un artículo de prensa.
La muerte 2.0
“No hagas ruido, baja el tono de voz que quienes están aquí, no se han ido, solo están dormidos en los brazos del señor”, dice en el cementerio virtual chileno
Condolencias.ao.cl.
El sitio, que cuenta con un espacio dedicado a la Tragedia de Juan Fernández, existe desde 2004 y, según asegura, fue “creado sin fines de lucro”, “con el mayor de los respetos” y “con el único fin de poder expresar el dolor por la partida de un ser querido”.
Al igual que está página, hay decenas que han aparecido en varios países y que prácticamente crecieron en popularidad tras algún suceso de impacto, en el que varias personas necesitaron un espacio de desahogo.
Ese es el caso de
Legacy.com, que aunque fue fundada en 1998, fue para el 11 de septiembre de 2001, con el atentado a las Torres Gemelas, que las millones de solicitudes de las personas que querían honrar a los fallecidos en ese sitio web, hizo de internet el punto clave para expresar la tristeza.
Basta saber que esta página cuenta con más de 10 millones de obituarios -entre ellos, de los soldados caídos en Irak y Afganistán- y que tiene más de 18 millones de visitas al mes.
“Hace un año, sé que el cielo bailó con la llegada de mi mamá. Hemos sobrevivido a su primer cumpleaños, primera Acción de Gracias, primera Navidad, primer aniversario de bodas, primer Día de la Madre y todos los otros primeros, sin ella. Un pie delante del otro es todo lo que somos capaces de hacer. Sin embargo, este año aprendimos que estar sin ella es más difícil de lo que pensamos. El duelo es una tarea delicada. Cada persona es diferente”, escribió ReaMichelle, hija de Beth Wolf, fallecida en 2007, en el memorial que su familia le puso en otro popular sitio,
Mem.com.
Como este, existen
Memory-of.com, y en español,
El Adiós,
Jardín Celestial,
Jardines de la Eternidad, e incluso hay espacios en páginas dedicadas a animales, para recordar a una mascota fallecida.
“Vivimos en una sociedad que vive de espaldas a la muerte, y ciertamente se hace difícil enfrentarla cuando nos toca de cerca. No hablamos de ella, no dejamos que las personas expresen sus emociones dolorosas y confundimos ‘estar bien’ con ‘estar alegres’, comentó Koppmann, agregando que parte de la salud emocional de cada persona es aprovechar los espacios para demostrar su pena, su alegría, rabia o frustración. “Todas ellas son estaciones en el camino para encontrar la paz del duelo sano”.