Los antiguos edificios de la playa del parque arqueológico de Herculano contienen los esqueletos de unos 300 fugitivos que intentaron en vano ponerse a salvo en la erupción del Vesubio.
EFE
El yacimiento arqueológico de
Herculano, la ciudad romana que como Pompeya fue
arrasada hace dos milenios por la erupción del
Vesubio,
reabrió hoy la zona de su playa, repleta de
esqueletos de quienes intentaron, en vano,
escapar del fuego.
"Este lugar ha sido
enormemente rehabilitado y se está convirtiendo en una
joya", celebró en la inauguración el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano.
Herculano fue una urbe marinera del Imperio romano, a orillas del mar Mediterráneo, cerca de la actual Nápoles (sur), donde la vida se detuvo en el año 79 d.C con la erupción del volcán Vesubio, al igual que en la mundialmente conocida Pompeya o la cercana Oplontis.
En los últimos años todo el yacimiento
ha sido objeto de estudio por un consorcio público-privado, con la aportación de la fundación estadounidense Packard Humanities Institute.
Lo
último que se ha recuperado es la zona de lo que por aquel entonces era la
playa, reducida en los últimos tiempos a una ciénaga por el abandono. Ahora el lugar se encuentra en
tierra firme pues la
línea del mar ha retrocedido con el paso del tiempo.
Para su
conservación ha sido esencial reducir el riesgo de las continuas inundaciones y estabilizar las excavaciones. "Recuperamos el paisaje del año 79 d.C y permitimos a todos los visitantes que vuelvan a pasear por su playa", apuntó el director.
"
La antigua playa es un lugar extraordinario, único en el mundo", sostuvo el director del yacimiento de Herculano, Francesco Sirano.
300 esqueletos de personas que intentaron escapar
En la playa se pueden ver los
esqueletos de 300 habitantes de Herculano que acudieron a este
lugar a la espera de ser evacuados, pero que acabaron pereciendo bajo la ceniza y el fuego, como muchos otros en las ciudades próximas al Vesubio.
Sus huesos
fueron encontrados sobre la arena, pero también en unos almacenes que en aquella época se usaban como cloaca y donde se refugiaron en un último y
desesperado intento de salvarse.
Estos 300 fugitivos de Herculano experimentaron la terrible erupción que acabó con la vida en esta zona de la península itálica, sepultándola durante cientos de años (las primeras excavaciones en Pompeya y Herculano datan del siglo XVIII).
En la noche de la erupción estas
personas se encontraban en la playa, con algunos animales como mulas o caballos, esperando a ser sacados de la ciudad en barco.
Sin embargo, fueron
alcanzados por la primera nube ardiente emanada del volcán que, con una temperatura de
más de 400 grados y una velocidad de 80 kilómetros por hora, arrasó la ciudad, matando en el acto a la mayoría de sus moradores.
Después llegarían oleadas de fango volcánico que sepultaría sus cuerpos inertes hasta que en el siglo XX fueron recuperados, lo que ha permitido estudiar importantes elementos de la vida de las gentes de Herculano, como su alimentación o las enfermedades más frecuentes.
A finales del 2021, precisamente en este lugar, en la playa, se encontraron los huesos de otro fugitivo, un hombre de entre 40 y 45 años que intentaba marcharse con sus enseres en un saco, como algunas monedas, anillos e instrumentos de escritura.