Hasta ahora, 86 de los monos fugados regresaron a la jaula o fueron capturados. Sin embargo, alrededor de una docena permanecían en el tejado de la comisaría.
EFE
Los
agentes de policía de una ciudad del centro de Tailandia tuvieron que
atrincherarse en su propia comisaría durante el fin de semana, ante una amenazadora
turba de 200 monos fugitivos.
Los habitantes de Lopburi llevan mucho tiempo sufriendo las consecuencias de una
creciente y agresiva población de monos, y las autoridades han construido
recintos especiales para contener a los grupos de animales revoltosos.
Sin embargo, el sábado,
unos 200 primates se escaparon a través de un espacio en la red deteriorada de una jaula de un centro municipal para animales e irrumpieron en la ciudad, con un grupo cercando la comisaría local.
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Tuvimos que cerrar las puertas y ventanas para evitar que entraran en el edificio en busca de comida", declaró el lunes a AFP el capitán de policía Somchai Seedee.
La policía de tránsito y los agentes de guardia fueron llamados para repeler a los visitantes, informó la policía de Lopburi en Facebook el domingo.
Alrededor de una docena de intrusos permanecían este lunes desafiantes en el tejado de la comisaría, según muestran fotografías de los medios de comunicación locales.
El creciente número, el vandalismo y las peleas multitudinarias que protagonizan los monos en Tailandia, han hecho casi intolerable la difícil coexistencia con los humanos. Crédito: AFP.En las calles, la policía y las autoridades locales se esfuerzan en
acorralar a los monos, tratando de alejarlos de las zonas residenciales. Según se ha informado, hasta ahora 86 de los monos fugados regresaron a la jaula o fueron capturados.
Aunque Tailandia es una nación mayoritariamente budista, desde hace mucho tiempo ha asimilado las tradiciones hindúes de su era prebudista.
Por ello,
los monos ocupan un lugar especial en los corazones de los tailandeses gracias al heroico dios mono hindú Hanuman, que ayudó a Rama a rescatar a su amada esposa Sita de las garras de un malvado rey demonio.
Miles de estos intrépidos primates
dominan las calles que rodean el templo Pra Prang Sam Yod, en el centro de Lopburi.
Desde finales de la década de 1980, la ciudad ofrece un festín anual de fruta a su población de macacos.
Pero su
creciente número, el vandalismo y las peleas multitudinarias que protagonizan, han hecho casi intolerable la difícil coexistencia con los humanos.
Las autoridades de Lopburi han intentado sofocar los enfrentamientos entre humanos y macacos, con programas de esterilización y reubicación.