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Un cáncer invasor

La mayoría de los cánceres cérvico uterino (CACU) pueden prevenirse. El sólo hecho de que desde la aparición de lesiones en el cuello uterino hasta que nos encontremos con un cáncer propiamente tal tenga una latencia de hasta 15 años, da un tiempo más que suficiente para que una mujer, bien controlada, pueda actuar.

El Dr. Pablo González, jefe de la Unidad de Ginecología Oncológica de Clínica Alemana de Santiago, señala que cuando se está en presencia de un CACU, la alteración de las células del cuello uterino ya no se ubica sólo en el epitelio (superficie) sino que ha sobrepasado la membrana basal, comprometiendo tejidos más profundos.

Al igual que en las lesiones premalignas, el cáncer invasor del cuello uterino tiene etapas de acuerdo a la extensión en el cuello y en los otros tejidos que lo rodean. La enfermedad más inicial es sólo microscópica y se denomina microinvasión. Las siguientes comprometen tejidos profundos del cuello e incluso llegando a comprometer órganos vecinos al útero (vejiga urinaria y recto) en los casos más avanzados.

A diferencia de las lesiones premalignas, el CACU puede presentar síntomas como flujo vaginal abundante, sangrado genital luego de la relación sexual, en etapas más avanzadas hinchazón de las extremidades inferiores y dolor en la pelvis. Un examen ginecológico simple, una colposcopia, puede mostrar la zona alterada. En otras, el cáncer es tan evidente (la paciente elimina flujo vaginal de mal olor y de tejido necrótico).

La zona genital de las mujeres presenta mucha actividad de modificación celular por lo que el cáncer puede avanzar hacia las paredes de la vagina y por el interior del cuello uterino hacia el cuerpo del útero, diseminarse hacia los tejidos fibrosos laterales que lo sostienen (los parametrios), llegando incluso a comprometer los ganglios linfáticos.

Una serie de exámenes como tomografía computada, cistoscopia, rectoscopia y radiografía de tórax, ayudan a conocer la extensión de la enfermedad y determinar la etapa en la cual se encuentra el cáncer, pero lo que está claro es que se debe proseguir con un tratamiento que intente erradicarlo, asegurando la vida de la persona.



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