Gobierno

    Las relaciones con los otros países no resultaron fáciles para el Gobierno de Augusto Pinochet, ya que desde su inicio el régimen militar despertó la preocupación mundial por haber derrocado al primer Presidente marxista elegido democráticamente.

    El reconocimiento de las nuevas autoridades provino sólo de los países latinoamericanos, a excepción de México y Venezuela.

    El resto del mundo repudió el pronunciamiento y, salvo China, todas las naciones socialistas rompieron relaciones. Incluso países europeos, como Italia, retiraron a sus embajadores, dejando en las representaciones diplomáticas a los encargados de negocios.

    Asimismo, las Fuerzas Armadas debieron estar atentas a la situación con los países limítrofes. Especialmente las relaciones con Argentina vivieron un período bastante conflictivo hacia fines de los '70, debido a la disputa sobre la jurisdicción del Canal Beagle y las distintas islas e islotes, entre ellas Picton, Lennox y Nueva.

    En este sentido, Augusto Pinochet prosiguió con la tarea iniciada por los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, con el objetivo de resolver diplomáticamente las diferencias.

    Sin embargo, el 2 de mayo de 1977 las relaciones entre Santiago y Buenos Aires cambiaron al conocerse el laudo arbitral de la Reina Isabel II, fallo que confirmó la soberanía chilena sobre las islas y estableció la línea divisoria del Beagle, sujetándola a la orientación que según Chile tiene ese curso de agua.

    A principios de 1978, la Junta Militar argentina declaró "insanablemente nulo" el laudo arbitral. Por esta razón, se decidió designar dos comisiones para analizar el conflicto. Tras reunirse en Santiago y Buenos Aires, los delegados redactaron un documento que planteaba que los gobiernos evitarían "acciones o actitudes contrarias al espíritu de pacífica convivencia" entre ambos países.

    No obstante, luego de que la Armada argentina rechazara la idea de recurrir a la mediación del Vaticano para solucionar el conflicto, los militares comenzaron a realizar maniobras a ambos lados de la cordillera. Mientras tanto, los cardenales chileno y argentino, Raúl Silva Henríquez y Raúl Primatesta, respectivamente, hacían gestiones de alto nivel para frenar el conflicto.

    Terminos y condiciones de la información © El Mercurio S.A.P.