Las Purgas

Su furor inquisitorio se instaló sin escrúpulos en la década del 30. Desde las figuras más relevantes de la Revolución de Octubre hasta simples críticos del régimen - periodistas, sacerdotes, artistas o escritores- eran acusados de ser "elementos socialmente dañinos" por "tratar de restaurar el capitalismo" y se les asesinaba o se les deportaba a Siberia.

Lo mismo ocurría con oficiales del Ejército Rojo o, sencillamente, con obreros y campesinos. No se ha podido conocer el número de víctimas, pero se sabe que tan sólo en Ucrania la política agraria staliniana aplicada entre 1923 y 1933, condujo a una hambruna en la que murieron seis millones de personas.

El descenso de la producción agrícola, por entonces base del sustento del país, impulsó a Stalin a realizar un programa de colectivización acelerada dirigido contra los gulaks (campesinos propietarios) y cuyos excesos serían denunciados por Solyenitzyn.

Si hubiera que obviar el tremendo costo social que habla de varias decenas de millones de víctimas, habría que reconocer las grandes realizaciones de Stalin, como fueron sus planes económicos quinquenales que significaron sacar a la Unión Soviética de su atraso económico y, mediante la industrialización a gran escala, llevar al país a un primer plano mundial. Se construyeron grandes fábricas, altos hornos y refinerías de petróleo; se combatió el analfabetismo, se electrificaron los inmensos territorios y se mejoró el transporte de carreteras y de ferrocarriles.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial sorprendió a Rusia en plena fase de crecimiento. Para no interrumpir dicho proceso, Stalin firmó con Hitler un pacto de no agresión (1939). Sin embargo, el líder nazista rompió el tratado y se dispuso a invadir la Unión Soviética (1941).

Esta nueva realidad empujó a Stalin a aliarse con Gran Bretaña y Estados Unidos y, con la heroica resistencia del pueblo ruso, casa por casa, consiguió rechazar el avance alemán que fue tornándose lento y penoso por la presencia del "general Invierno", el más crudo del siglo. Los aliados occidentales pagarían un alto precio por la alianza con Moscú en las conferencias de Teherán (1943), Yalta (1945) y Potsdam (1945).