La frecuencia de estas larguísimas reuniones contribuyó a deteriorar todavía más su mala salud, mientras el país seguía careciendo de un normal desarrollo en su vida política de la URSS. "Atrincherado en un aislamiento soberano -ha escrito Medvedev- ignorando las realidades del país, Stalin llegó a una situación en que la más mínima de sus intervenciones siempre tenía como consecuencia desorden y confusión".

Los cuatro últimos años de su vida fueron, en realidad, de seria crisis para el régimen político que había fundado. Si siguió siendo un personaje aparentemente racional en la relación con los líderes de otros países, al mismo tiempo dio más que nunca la sensación de haberse convertido en un paranoico en sus planteamientos y actuación con respecto a la política interna.

Cada vez con mayor frecuencia circulaba en la élite moscovita el rumor de que el gran jefe estaba enfermo. Mientras tanto, sus posible sucesores - Kruschev, Bulganin y Malenkov- amparados en reuniones secretas hacían planes para el incierto futuro.

El 2 de marzo de 1953 Stalin sufrió un derrame cerebral mientras se hallaba solo en su apartamento, en Moscú. Sin embargo, la noticia fue ocultada, ya que había pánico frente a una reacción violenta en caso de una eventual recuperación. Sus hombres de confianza no se atrevían a ingresar a la habitación y aguardaban en el portal del edificio. La noche del 5 de marzo de 1953 ya había caído sobre la capital moscovita. El líder, de 73 años, agonizaba por causas naturales, aún cuando corrían rumores acerca de una conspiración.

Sólo en grupo, sus hombres más cercanos se atrevieron a acercarse al lecho del enfermo. Kruschev tenía los ojos enrojecidos por el llanto, mientras que el frío Beria, odiado jefe de la policía secreta, se situaba muy cerca del rostro de Stalin para demostrar preocupación y afecto, mientras su agónico jefe tenía los ojos abiertos. Sin embargo, cuando cerraba los párpados y se sumía en coma, Beria se mofaba de su viejo mentor ante la presencia horrorizada de los demás. El reloj marcaba las 22:10. De pronto, y dentro de su extrema gravedad, intentó erguirse, pero cayó en ataques de sofocación, miró con ira a sus seguidores, y murió.

En la mañana del día 6, la radió estatal emitió un boletín oficial para anunciar: "Anoche, el corazón del camarada Joseph Stalin, líder de la Unión Soviética y continuador del genio de la causa de Lenin, ha dejado de latir...".

Fuente de datos biográficos: Gonzalo García de Cortázar, Reportajes de El Mercurio.
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