La de los 400 metros vallas femenino fue una de las mejores carreras que se han visto en el Mundial de Doha y, por qué no, en la historia de la especialidad. Se definió por centésimas y el oro quedó en manos de la estadounidense Dalilah Muhammad.
En el Campeonato de Estados Unidos de Des Moines, disputado en el pasado julio, la campeona olímpica ya había hecho historia. Bajó la lluvia, completó la prueba en 52.20 segundos y superó una marca que databa de hace 16 años atrás. Sin embargo, la alegría se desvaneció luego de llegar a su casa y se transformó en angustia.
"Pensé que me invadiría una enorme sensación de éxito, un 'Oh, Dios mío, todo es increíble', pero en realidad lo que más veces pensé fue'. ¿Y ahora qué?' Y no lo digo en el lado positivo, no quiero decir que ya pensara en nuevos objetivos. Lo digo en el lado negativo, sólo podía pensar '¿Cómo voy a motivarme ahora?", dijo en una entrevista a The New York Times.
Al Mundial de Doha no parecía llegar en su mejor forma. Venía de ser tercera en la última fecha de la Diamond League que se disputó en Zúrich y su cartel de favorita era puesto en duda. Sin embargo, en un momento de tensión, y con una rival respirándole en la oreja, volvió a mostrar su mejor versión.
Muhammad se puso al frente tras los primeros 200 metros, pero parecía que su compatriota Sidney McLaughlin le amargaba la noche. Logró alcanzarla en la segunda curva, pero Muhammad aceleró y se quedó con el triunfo gracias a una marca de marcó 52.16 segundos. Ha batido el récord mundial dos veces en poco más de dos meses.
El tiempo que consiguió McLaughlin demuestra lo reñida que estuvo la prueba. La marca de 52.23 es su récord personal y la tercera mejor de la historia.
La jamaiquina Rushell Clayton (53.74) remató tercera e impidió que Estados Unidos monopolizase el podio. Dejó sin medalla a Ahsley Spencer, medallista de bronce en los Olímpicos de Río 2016.
Viviendo la fe a su manera
La campeona es descendiente de una familia musulmana y profesa su religión con orgullo. Sin embargo, la vive a su manera. Nunca ha utilizado y asegura que nunca utilizará el yihab.
"No me gusta que me digan que no soy la típica musulmana. Creo que en todo el mundo hay millones de creyentes del islam y todos podemos expresar nuestra religión de la manera que consideremos", expresó a The Guardian.
Cuando era niña, compitió en una prueba de velocidad con los otros niños del barrio. Le fue muy mal, pero no se desanimó y comenzó a entrenar.
"Los sprinters no estarán de acuerdo conmigo, pero yo creo que en la velocidad lo más importante es tener genética. Para la velocidad hay que tener una habilidad natural: o naces con ella o nada. En las vallas es distinto", ha declarado. Sabe lo que hace y cree en ella misma.