La semana pasada, Arturo Vidal demandó a su propio club, el Barcelona, ante la Comisión Mixta de la Liga española. Fue una bomba. El volante chileno exigía que se le pagaran 2,4 millones de euros por bonos impagos. Para los dirigentes catalanes, el lío judicial iniciado por el "Rey" no era otra cosa que un movimiento para forzar su salida del equipo.
La jugada, en primera instancia, no le ha salido bien al hombre de San Joaquín. Según informó La Vanguardia, la Comisión no admitió a trámite su reclamación, ya que considera que no se trata de un impago, sino que de una interpretación del contrato.
"El chileno entendía que parte de sus bonificaciones, las referidas al porcentaje de número de partidos disputados la temporada pasada (el 60 por ciento), no habían sido satisfechas. La clave consiste en concretar cuántos minutos deben jugarse durante un partido para ser contabilizado", informó el citado medio.
"En los contratos se suele estipular que 45 minutos y Vidal, que jugó mucho pero fraccionadamente, no alcanzó ese minutaje porque gran cantidad de sus aportaciones llegaron como suplente. En ese punto se han apoyado las alegaciones del club, que dispuso de tres días para presentarlas una vez se formalizó la reclamación del futbolista", añadió.
La estadística no deja lugar a dudas. El ex Juventus y Bayern Munich disputó 53 duelos y solo en 31 lo hizo por más de 45 minutos, generando así un 51,66%, valor insuficiente para cobrar el bono. Si quiere continuar con la denuncia, deberá recurrir a la justicia ordinaria.
El cuadro culé decidió no pronunciarse públicamente respecto al caso del chileno. Si hay una sanción disciplinaria, será el técnico Ernesto Valverde quien deba tomarla.
Este jueves, Vidal se reincorporó al Barcelona tras pasar las fiestas de fin de año en Chile. Se habla desde hace meses de un posible arribo al Inter de Milán, aunque de momento no hay nada concreto. "De vuelta a casa", escribió el mediocampista una vez concluido el entrenamiento.
