En abril de 2018, tras cinco trimestres consecutivos de actividad económica en crecimiento, Argentina se vio afectada por una fuerte inestabilidad en el mercado cambiario que se desató por una combinación de factores, externos y domésticos: una reversión de los flujos de capitales hacia países emergentes, un desequilibrio fiscal persistente, y una severa sequía que azotó al campo y a las exportaciones agropecuarias.
En la plaza cambiaria, desde abril de 2018 se han sucedido varios períodos de alta volatilidad, golpeando con fuerza al peso argentino, que se depreció más que otras monedas de países emergentes. El precio del dólar estadounidense acumuló en 2018 una subida del 104%. Y en lo que va de 2019 el alza acumulada es del 18,9%. Hoy el dólar se cotiza en torno a los 45 pesos.
La fuerte devaluación ha supuesto un traslado casi que inmediato del alza del precio del dólar al resto de los precios de la economía, lo que hizo acelerar la inflación, que en 2018 acumuló un alza del 47% y en el primer trimestre de este año fue del 11,8%.
Con el avance de la crisis, el Gobierno de Macri buscó la asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional, con el que Argentina firmó en junio de 2018 un acuerdo a tres años, luego ampliado en septiembre, para recibir créditos por US$56.300 millones. El pacto implica compromisos de fuerte ajuste fiscal y límites a la intervención en el mercado cambiario.
En el contexto de la crisis, el Banco Central argentino, que regía su política monetaria por metas de inflación, buscó sin éxito contener la inestabilidad con altas tasas de interés y emisión de Letras (Lebacs) en pesos.
En octubre, la autoridad monetaria dio por "fracasado" ese régimen y dio inicio a otro esquema, ya no regido por metas de inflación sino por límites al crecimiento de la base monetaria y la definición de una zona de intervención y no intervención en el mercado de cambios.
El Banco Central utiliza desde entonces como tasa de interés de referencia aquella que se convalida a diario con la licitación de Letras de Liquidez (Leliq), otro instrumento con el que busca absorber pesos y evitar que vayan a la compra de dólares. La tasa de interés ronda actualmente el 72%.
La crisis ha golpeado la economía, con producción industrial y consumo público y privado en caída. El Producto Interior Bruto (PIB) cayó el 2,5% y en enero pasado -último dato oficial disponible- la actividad económica registró un descenso interanual del 5,7%.
La recesión, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos impactó de lleno en un empeoramiento de los indicadores de desempleo, que trepó al 9,1% sobre finales de 2018, y la pobreza urbana, que ascendió al 32% en el segundo semestre del año pasado.
La incertidumbre que generan las próximas elecciones presidenciales de octubre -sin candidaturas definidas aún y con intenciones de voto muy errantes- alimenta la desconfianza entre los inversionistas y otros actores de la economía, que buscan cubrirse refugiándose en el dólar y deshaciéndose de activos argentinos en los mercados de acciones y bonos.