SANTIAGO.- "La pobreza es un desafío país mayúsculo", afirmaba este jueves el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, tras la cuenta pública de su cartera. Es que el dentro de las incertidumbres económicas futuras gatilladas por la pandemia del coronavirus, hay una certeza: el PIB caerá, el desempleo subirá y, como consecuencia, la pobreza aumentará.
De acuerdo al último
informe de la Cepal, en 2020 la pobreza en América Latina subiría 4,4%, alcanzando el 34,7% de la población de la región: un total de 214,7 millones de personas. En el caso de
Chile, el segundo país con menos pobreza entre los 17 que considera el estudio de la entidad,
el porcentaje escalaría de 9,8% en 2019 a un máximo de 13,7% este año.
Este viernes 29 de mayo a las 17:00 horas, el economista y ex ministro de Educación (1996-2000), José Pablo Arellano, conversará sobre la pobreza en Chile con el director social del Hogar de Cristo, Paulo Egenau, en Agenda EmolTV
De llegar a dos dígitos, se trataría del nivel más alto en Chile desde 2015, cuando la encuesta Casen cifró en 11,7% la pobreza medida por ingresos en el país. De cumplirse la estimación de la Cepal, sería el porcentaje más alto desde 2013, cuando el dato se ubicó en 14,4%.
"El freno en la actividad que vemos desde octubre del año pasado y que se agravó en marzo con la pandemia hacen inevitable que esto acarree un aumento del número de familias cuyos ingresos caen por debajo del nivel que los lleva a la pobreza", dice a Emol el economista y ex ministro de Educación (1996-2000), José Pablo Arellano (DC).
Se trata de un análisis en el que el mismo Briones enfatiza que "la pobreza es una línea que es frágil, porque cambia una situación en el margen y muchas familias que dejaron de ser pobres pueden volver a caer en ella".
Así, el también ex director de Presupuestos (1990-1996), agrega que finalmente todo dependerá de cuántas semanas más dure la cuarentena y cuánto tarde la recuperación económica. "Igual es muy grave ya sea que aumentemos al 12% de pobreza o, peor, al 14% de familias viviendo en esa situación".
Arellano vivió de cerca lo que fueron años clave en la reducción de la pobreza en Chile. De hecho, si en 1990 un 39% de la población formaba parte de dicho estrato socioeconómico, para el 2009, cuando era presidente ejecutivo de Codelco, la cifra se había reducido drásticamente a un 15%.
Hoy, como economista senior de Cieplan, se refiere a los puntos esenciales que deberían ser priorizados por el Gobierno una vez superada la pandemia y rememora las medidas y factores que provocaron la fuerte baja de la pobreza entre 1990 y 2009.
Crecimiento y transferencias directas
"
La realidad es bien distinta. En esos años partíamos de una situación en que más del 40% de los hogares vivía en pobreza. Ahora es menos del 10% (de acuerdo a la última
Casen la pobreza se situó en 8,6% en 2017)", recalca Arellano. "Aun así hay principios válidos de entonces que sirven hoy, especialmente para cuando salgamos de la situación sanitaria crítica que estamos viviendo en este momento".
"Todas las iniciativas de políticas públicas deberían pasar el examen de en cuánto contribuyen al crecimiento. Si lo hacen y si contribuyen al crecimiento con inclusión van a estar ayudando a reducir la pobreza"
José Pablo Arellano
En esa línea, el ex presidente del Consejo de Rectores de Universidad Chilenas y consultor de organismos internacionales como el Banco Mundial, la ONU y el FMI, distingue dos principios: la asignación de recursos y el crecimiento económico.
"En primer lugar, la prioridad que deben tener los programas de apoyo a las familias más vulnerables en la asignación de recursos del Estado. En los próximos años habrá menos fondos y muchas necesidades y demandas, por lo tanto tenemos que ser capaces de priorizar a los que están en pobreza. Eso es fácil de decir, pero difícil de hacer, porque se traduce en que hay que postergar otras demandas", comenta.
"Nos enfrentamos con un desafío social mayúsculo, la verdad es que por eso insisto que aquí la prioridad nacional tiene que ser por un lado apoyar los ingresos durante la fase de emergencia, pero la solución definitiva no es otra que poder reactivar la economía y poder reactivar el empleo. Esa es la fuente permanente de ingreso a las familias y es lo que impide que muchas familias caigan en la pobreza"
Ignacio Briones, ministro de Hacienda
Lo segundo, agrega, "es que resulta clave priorizar la recuperación económica y el crecimiento. De allí vendrán oportunidades de trabajo y el aumento de ingresos familiares. El crecimiento genera oportunidades de empleo, mejora las remuneraciones y le aumenta los ingresos al Estado"
Los anteriores, son puntos clave que también aborda en su libro "Veinte años de políticas sociales. Chile 1990-2009. Equidad con crecimiento sostenible", donde hace hincapié en la importancia de la política fiscal y del crecimiento en la sostenibilidad y continuidad de la política social durante dicho periodo.
1990-2009: Primero crecimiento
"Crecimiento con equidad significaba, en primer lugar, crecimiento", se lee en el texto que analiza la fuerte baja de la pobreza en esas dos décadas analizadas por Arellano. "Las políticas económicas y sociales debían estar diseñadas para favorecerlo y en ningún caso arriesgarlo. En el pasado, muchas veces la política social arriesgó el crecimiento".
Así, el libro remarca que la disminución de la pobreza se dio como resultado al aumento en los ingresos percibidos por los hogares fruto del aumento de sus remuneraciones y de mejores oportunidades de trabajo. En menor medida, también contribuyeron los subsidios en dinero otorgados por el Estado.
"Durante estos veinte años, la pobreza se redujo drásticamente, desde 39% de la población en 1990 al 15% en el 2009 (en 1987 llegaba al 45%). No hay precedentes de una reducción de esta magnitud de los niveles de pobreza en Chile, y ella es también excepcional a nivel internacional"
José Pablo Arellano, "Veinte años de políticas sociales"
En cifras: para el 25% de los hogares que superaron la pobreza entre 1990 y 2009, sus ingresos se elevaron en cerca de 50% en términos reales. La mayor parte de dicha alza (75%) provino de mejoramientos en el ingreso autónomo por mayores remuneraciones. Los subsidios monetarios del Estado, a pesar de que crecieron con fuerza, solo significaron una cuarta parte de la subida. Lo anterior no considera los beneficios no monetarios, como de vivienda, salud y educación.
Otros factores adicionales que contribuyeron a la reducción de la pobreza de acuerdo a Arellano fueron los cambios demográficos en el país, que se tradujeron en un menor tamaño de los hogares y de menos personas dependientes de un ocupado.
Asimismo, un mayor acceso a la educación - a través de una serie de iniciativas focalizadas en esta área que aborda el texto- y una mejor calidad de ésta, demostraron que contribuían a disminuir las desigualdades de ingreso en el futuro, tanto en el mediano como largo plazo.
"Aunque el aumento en las tasas impositivas fue muy importante por los mayores recursos obtenidos para financiar los mayores gastos sociales, lo fue mucho más todavía el crecimiento económico, al cual contribuyó decididamente la política macroeconómica. En efecto, la recaudación tributaria prácticamente se cuadruplicó entre 1990 y 2010. En términos simples, puede estimarse que el 81% de la mayor recaudación de impuestos en ese periodo fue fruto del crecimiento, y el 19% restante, de los cambios en la legislación tributaria y la mejor administración con la consiguiente reducción de la evasión"
José Pablo Arellano, "Veinte años de políticas sociales"
En materia fiscal, se priorizó la "disciplina" y, a diferencia de la segunda miad de los '80, desde 1990 los recursos provenientes del crecimiento se destinaron a aumentar le gasto social y no a reducir los impuestos. En 1990 se aprobó una reforma tributaria que revirtió la reducción de impuestos de los años previos y con ello se financió un cambio en la tendencia del gasto.
El resultado final, "gracias a la mayor recaudación tributaria, fue un significativo aumento en los recursos destinados a programas sociales, los que casi se cuadruplicaron entre 1990 y 2009", expone. En términos reales, el gasto social creció anualmente sin interrupción durante todo el periodo, a un ritmo de más del 7%. Como proporción del PIB pasó del 12% en 1990 al 17% en el 2009.
Los cambios en las prioridades presupuestarias
Frente a los mayores recursos, producto de la política tributaria y el mayor crecimiento, el gasto social pasó de representar un 61% del gasto total del gobierno en 1989-1990, al 67% en 2009.
Entre estos cambios, el economista de Harvard distingue cinco factores que contribuyeron a reorientar los recursos. Primero, la inversión en infraestructura se realizó con fondos privados, "lo cual liberó al Estado de financiar la inversión en obras indispensables para el desarrollo del país".
Un segundo factor que permitió mayor espacio al gasto fue el menor gasto en defensa, el cual pasó de un 2,2% del PIB a fines de los años '80 a 1,2% en el periodo 2005-2009. En tercer lugar, los superávit presupuestarios permitieron reducir la deuda pública y, en el superciclo de altos precios del cobre entre 2006 y 2008, acumular activos financieros.
El cuarto factor que expone Arellano fue la movilización de recursos privados que se sumaron al esfuerzo público. Por último, recalca el aporte de los beneficiarios con capacidad de pago, donde se promovió el aporte de los interesados, permitiendo así que el Estado concentrara su esfuerzo en los más necesitados o ampliara la población favorecida.
De esta forma, con todo lo hecho en las décadas anteriores, Arellano destaca que en la crisis actual el Estado goza de la "buena noticia" de que se puede endeudar debido al buen manejo macroeconómico de los últimos 30 años.
Sin embargo, y en relación al tema de la pobreza, enfatiza que "la mala noticia es que esas deudas significan obligaciones a futuro que vamos a tener que pagar y que reducirán los recursos para otras necesidades. Por eso hay que usarlos con una gran responsabilidad".