"Hace dos meses, Chile fue admirado por su abordaje quirúrgico de la pandemia: pruebas exhaustivas y cuarentena por zonas. Hoy tiene una de las tasas más altas del mundo de infecciones per cápita y su ministro de salud, que alguna vez fue elogiado, se ha visto obligado a renunciar".
Así comienza un crítico análisis del medio estadounidense Bloomberg, respecto de la situación de la pandemia en el país, en el que advierte una desconexión de las autoridades con una parte de la sociedad.
"Las evaluaciones iniciales sugieren que Chile siguió el ejemplo de las naciones ricas solo para darse cuenta, una vez más, de que un gran porcentaje de sus ciudadanos son pobres, un eco de la desconexión del año pasado entre el gobierno y la nación cuando un aumento en la tarifa del metro provocó disturbios masivos", indica el artículo del medio de noticias económicas y análisis financieros.
"Hay áreas de Santiago donde no tenía conciencia de la magnitud de la pobreza y el hacinamiento", dijo Jaime Manalich, el ministro de Salud que renunció el sábado 28 de mayo. "No fue una sorpresa para los chilenos comunes, que durante mucho tiempo se han quejado de la división entre las élites, con educación extranjera, que dirigen el gobierno, con el resto de la sociedad", añadió Bloomberg.
El martes, el Ministerio de Salud anunció 5.013 nuevos casos de contagios, lo que elevaría el total de infecciones a 184.449 y adelantó que se agregarán en los próximos días otros 31.412 casos no reportados previamente. Eso llevaría su tasa de infección muy por encima de 10.000 por 1 millón de personas, más que cualquier otro país, junto a Qatar.
¿Qué salió mal?
"Lo que salió mal en Chile va al centro del debate sobre los confinamientos, que los expertos en salud ahora reconocen que funcionan bien para los que tienen, pero no para los que no tienen. Al final, la lucha contra el virus en Chile parece haber sido víctima de los mismos factores que provocaron crisis en otros mercados emergentes: pobreza, hacinamiento y una masiva fuerza laboral informal", indicó.
En esa línea, el análisis sostuvo que "el mundo ha aprendido bastante dolorosamente que quedarse en casa durante largos períodos de tiempo no es una opción real para muchos".
Al igual que el resto de América Latina, la pandemia llegó a Chile cuando los ricos regresaron de sus vacaciones en los Estados Unidos y Europa y transmitieron el virus a las oficinas y círculos sociales. Cuando se vieron obligados a encerrarse, lo hicieron en lugares "generosamente espaciados".
A fines de abril, el recuento oficial de casos pintó la imagen de una epidemia bajo control, y la administración del Presidente Sebastián Piñera comenzó a sentar las bases para reabrir oficinas y centros comerciales.
"Pero los casos comenzaron a aparecer a una tasa de más de 5.000 por día a medida que las trabajadoras de casa particular llevaban el virus a casa. El gobierno, luchando por explicar el aumento, planteó la hipótesis de que las pruebas (test PCR) más altas podrían ser la razón. Pero eso no tuvo sentido, ya que los resultados arrojaron una tasa de 30% de todas las pruebas para fines de mayo versus 10% en abril", indicó.
Por último, la nota destaca que la administración de Piñera ahora está luchando para abordar el problema. "Se han establecido más de 130 "residencias sanitarias" para que las personas infectadas, quienes de otro modo verían imposibilitado el aislamiento, pueden reubicarse mientras se recuperan. También importó cientos de ventiladores y aumentó a más del triple de camas de cuidados intensivos, lo que permitió a los hospitales hacer frente a la avalancha de pacientes.
El sábado, Chile también anunció un paquete de estímulo de US$12 mil millones que aumentará los ingresos de las familias más vulnerables y los desempleados, al tiempo que subsidiará la creación de empleo.