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Gremios de empresarios estadounidenses piden excluir a Chile de castigo arancelario al cobre

"Nuestras industrias del cobre son complementarias y mutuamente beneficiosas", sostuvo el embajador Juan Gabriel Valdés en la carta del Gobierno chileno.

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Los comentarios fueron enviados a la Oficina de Industria y Seguridad (BIS, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio de EE.UU.

El Mercurio
Si el Departamento de Comercio decide recomendar aranceles al cobre, dice la Asociación de Fabricantes de Transformadores de Estados Unidos, que exceptúe a países como Chile. La Asociación de Desarrollo del Cobre (CDA) califica al país como un "socio confiable", y el Foro de Minerales Clave lo llama una “nación amistosa". Y la Cámara de Comercio de EE.UU. —el gremio empresarial más grande del mundo— le pide al gobierno de Donald Trump que mantenga la cooperación "con aliados y países con TLC" (como Chile).

Las opiniones forman parte de un conjunto de 82 documentos recibidos por la Oficina de Industria y Seguridad (BIS) del Departamento de Comercio de EE.UU. tras el inicio de su investigación sobre el mercado del cobre. Todo deriva de la orden ejecutiva de Donald Trump sobre "medidas inmediatas para incrementar la producción mineral estadounidense", que podría conducir a castigos tarifarios.

El tono de la mayoría de los comentarios enviados por grandes organizaciones privadas al Departamento de Comercio de EE.UU. apunta a mirar el problema del abastecimiento del cobre en aquel país en forma "integral", y a excluir a productores como Chile de una penalización.

Amplias demandas

Las cartas que piden al gobierno apoyarse en socios comerciales con acuerdos bilaterales como Chile van desde la Asociación de Industrias del Aeroespacio (AIA) hasta el Consejo Estadounidense de Química (ACC). Otro ejemplo: la Asociación Internacional de Fabricantes de Plomería (PMI) "solicita al gobierno que se abstenga de imponer aranceles a las importaciones de cobre, latón, bronce y aleaciones de cobre, especialmente de países con los que EE.UU. tiene Tratados de Libre Comercio (TLC), como Canadá, Chile, Perú y México...".

En su comentario, Amcham nombra a empresas como Codelco y americanas como Freeport, y cita un dato clave dada la disputa Washington-Beijing: "Actualmente, instituciones chinas no tienen una participación directa en la propiedad de minas de cobre o en instalaciones productivas, incluidas fundiciones, en Chile". Hay otras opiniones también de parte de empresas y particulares (algunas anónimas), que en general apuntaron a solicitar beneficios tributarios y subsidios. Asimismo, hubo expresiones de interés de numerosos gobiernos, incluido el chino ("Las importaciones de cobre no representan una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU.", dice).

El embajador de Chile en Washington, Juan Gabriel Valdés, representa al país en una carta donde adjunta un documento técnico de Cochilco. Destaca el TLC bilateral y la solidez del intercambio comercial. "Nuestras industrias del cobre son complementarias y mutuamente beneficiosas. Chile produce cobre refinado (cátodos) en la etapa inicial de la cadena de valor, que Estados Unidos utiliza en las etapas posteriores para la fabricación de productos de cobre terminados y semiterminados", describe.

El apoyo

"Países como Chile y Perú —grandes productores de cobre que probablemente no serán identificados por el USTR (Representante de Comercio de EE.UU.) por prácticas comerciales desleales— representan socios naturales en este esfuerzo", dice, por ejemplo, el Foro de Minerales Clave, una coalición informal que monitorea la cadena logística mineral.

CDA indica que en el camino de EE.UU. al aumento de su producción requiere "la contindad del comercio con socios confiables, como Chile, Perú, Canadá y México, para mantener el flujo de materias primas de cátodos de cobre refinados”. Hay excepciones. La denominada Coalición para un EE.UU. Próspero, que asegura representar solo intereses nacionales, dice que países como Chile y Perú pueden ajustar su producción e influir en los precios, o "han debatido impuestos más altos, nacionalizaciones y regulaciones más estrictas". Solicita subir aranceles e imponerles cuotas.

Lo que falta en EE.UU.

En general, los gremios que enviaron esas misivas aplauden la idea detrás: que EE.UU. robustezca su cadena de valor y que consiga incluso la "autosuficiencia" en la producción de cobre estadounidense. La mayoría enjuicia también la dependencia que tienen en la refinación del cobre en fundiciones chinas. Los objetivos para cumplir el autoabastecimiento de cobre, sin embargo, son menos acerca de los países proveedores de EE.UU. como de los impedimentos burocráticos y de razones geológicas del mismo país.

La Asociación Nacional de Minería (NMA), por ejemplo, indica que la ley del mineral en EE.UU. es baja y que los procedimientos de permisos son lentos. Pero hay al menos dos ideas fuerza que se repiten entre las principales cartas. La primera es que el gobierno consiga incluir al cobre como un mineral crítico para que su producción tenga ventajas tributarias. "La implementación de un crédito fiscal a la producción de cobre no solo contribuirá al aumento de la oferta nacional, sino que también incentivará las inversiones estadounidenses en la minería, fundición y refinación de cobre, especialmente considerando los desafíos económicos asociados con el desarrollo de una mayor producción de cobre en Estados Unidos", dice NMA.

La segunda apunta a la gran escala que toman estos proyectos. Productores le recuerdan a Washington que un proyecto cuprífero puede tardar al menos una década, por lo que las soluciones deben pensarse para el largo plazo.
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