SANTIAGO.- De buenas a primeras, "Más allá de la montaña" se plantea como una película donde la catástrofe amenaza con reinar en la hora y 52 minutos que dura la cinta, pero sólo se trata de un comienzo confuso porque a medida que la historia avanza, la tragedia le cede inevitablemente su lugar al romance.
Con esta producción—adaptada del libro homónimo del escritor estadounidense Charles Martin—, el palestino Hany Abu-Assad aterriza en las producciones de factura hollywoodense tras hacerse conocido con sus filmes "El paraíso ahora" (2013) y "Omar" (2005), trabajos con los que compitió por el Oscar a Mejor película de habla no inglesa.
Kate Winslest es Alex Martin, una periodista y fotógrafa que debe viajar a Baltimore para casarse con su prometido, Mark (Dermot Mulroney). En el aeropuerto conoce Ben Bass, papel que encarna Idris Elba, un neurocirujano que se dirige al mismo lugar para realizar una operación a un niño.
Las condiciones climáticas obligan a cancelar el vuelo de ambos, pero la impulsiva Alex busca la forma de llegar a destino proponiéndole al desconocido doctor, una alternativa para moverse juntos.
En el viaje que ambos realizan a bordo de una avioneta arrendada reina la tensión por el riesgo. El clima no es de lo mejor y un ataque cardíaco del que es víctima el piloto los llevará a estrellarse entre montañas, rocas y nieve, donde Alex, Ben y un simpático labrador, saldrán ilesos, a excepción de quien maneja la máquina.
Tan pronto despiertan en medio de la nada, y con las heridas que pueden resultar normales por accidentes de esta magnitud, la reflexión que uno puede hacer hasta ese momento es si realmente alguien logra sobrevivir ante la violencia del choque de la máquina en una geografía así y con todos los elementos que poseen: comida, abrigo, insumos para sanar sus heridas, plástico para cubrirse del frío y parte de la misma avioneta que los alberga por unos días.
La colaboración mutua de los sobrevivientes los llevará a un próximo paso, uno más personal donde el accidente aéreo se torna en una mera anécdota dando lugar así al romance. Ella, por momentos, olvida por completo que hay un hombre esperándola para casarse, mientras que él intenta por largo rato omitir la partida de su esposa. Todo esto se traduce en conversaciones y momentos que van ocurriendo mientras se mueven, siempre junto al perro, buscando comida, abrigo y ayuda.
El enamoramiento entre ambos es inminente, al punto que Alex poco y nada recuerda que tiene pendiente un matrimonio a medida avanza la trama. La nueva pareja, luchando contra todas las adversidades que el clima y sus vidas personales les presentan, intentará estar como sea junta. De ahí que el final se torna predecible y lleva al espectador a suponer que Alex y Ben tendrán un cierre de cuento de hadas.
Con buenas interpretaciones, tanto de la ganadora del Oscar como del ganador del Globo de Oro, los actores logran una interesante y creíble química en la pantalla, pese a que la película ofrece momentos que resultan inverosímiles en cuanto al ítem sobrevivencia. Con paisajes de ensueño, excesos y situaciones extremadamente melosas, Hany Abu-Assad nos muestra un filme que en más de alguna oportunidad hemos visto en Hollywood, pero que corre rápido y es entretenido de ver en casi dos horas de duración.