José Alvújar, El Mercurio
SANTIAGO.- 21:30 horas y sobre el escenario instalado en el
Estadio Nacional hizo ingreso
Phil Collins apoyado de un bastón y encaminándose hacia una silla que lo acompañó a lo largo de todo su show.
Pese a la lesión en la columna que el británico sufrió en 2007 y que lo dejó sin poder volver a tocar la batería, su presentación en Chile fue una demostración más de su vigencia en la música y de su
enorme calidad vocal.En 2010 había anunciado que se distanciaría de los escenarios, y sus fanáticos pensaron que se podría tratar de su retiro definitivo. Afortunadamente en 2016 informó que retomaría las giras, y que Latinoamérica estaría entre sus destinos para presentar el tour
"No estoy muerto aún".Tras un show de 80 minutos de
The Pretenders —sus teloneros a lo largo de la región— donde entonaron clásicos como "I'll Stand by You" y "Brass in Pocket", el ex Genesis desató los gritos del ansioso público con
"Against all odds (take a look at me now)".
Su show dio para que un repleto recinto deportivo se emocionara, coreara a gritos y bailara cuando aparecieron temas como
"Sussudio". Tres pantallas, juego de luces y escenografía adaptada a las canciones, acompañaron al artista por 90 minutos de concierto.
15 músicos que incluye a su hijo Nicholas de 16 años en la batería, mostraron que el anglo sigue trascendiendo las generaciones. Entre el público habían adolescentes, personas de la tercera edad e incluso familias completas que disfrutaron de su presentación de lujo.
Su repertorio estuvo compuesto por temas como
"Another day in paradise",
"I missed again" y
"Easy lover". La gran calidad en su equipo de sonido hicieron que su voz y los instrumentos se percibieran a la perfección.
Para finalizar se lanzaron fuegos artificiales y entonó
"Take me home" ante la ovación y el aplauso unánime del público.