SANTIAGO.- Un mosaico instalado en el paso bajo nivel que está junto al Cerro Santa Lucía, podría convertirse en Monumento Histórico. Se trata del mural realizado por Iván Vial, Eduardo Bonati y Carlos Ortúzar, entre julio y octubre de 1970.
Esta semana el
Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) aprobó proponer a la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio,
Consuelo Valdés, convertir ese mosaico -que ha sido afectado sistemáticamente por grafiti y rayones- en monumento nacional, en la categoría de Monumento Histórico.
De la ministra depende finalmente la decisión, quien tiene un plazo cercano a los ocho meses para pronunciarse al respecto. En el caso de que lo protegiera legalmente, futuras intervenciones del mosaico tendrían que ser autorizadas por el CMN. Y justamente hoy está en la palestra un proyecto de la Municipalidad de Santiago que busca crear una explanada para unir la Plaza Vicuña Mackenna con el Cerro Santa Lucía, iniciativa que data de la administración anterior.
"Los muros de la discordia" y su valor histórico
En 1969, durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, se empezó a trabajar en la remodelación de las Torres San Borja, intervención que debido al impacto urbano y vehicular creó la necesidad de generar vías que garantizaran los accesos. Debido a esto se construyó el paso bajo nivel que está junto al Cerro Santa Lucía.
Crédito: El Mercurio
Ese mismo año, la CORMU (Corporación de Mejoramiento Urbano) realizó un concurso público para crear una obra de 2.650 metros cuadrados en los muros del túnel.
Según la arquitecta Pelagia Rodríguez, una de las impulsoras de una campaña para proteger el mural, en aquel entonces se les llamó "los muros de la discordia".
"Imagínate lo que es para esa época tener la posibilidad, si para esta época también lo es, de hacer 2.600 m2 de un diseño artístico para la ciudad. Era una cuestión gigantesca", dice Rodríguez a
Emol.
Al concurso postuló Nemesio Antúnez y otros grandes artistas, pero el ganador fue Iván Vial, uno de los integrantes del Taller de Diseño Integrado, que estaba también conformado por Eduardo Bonati y Carlos Ortúzar. Finalmente los tres integrantes del taller llevaron a cabo el proyecto.
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La obra se comenzó a construir en 1970 "en un contexto político, social y cultural de un Chile antes del año '73, que realmente marcó un cambio gigantesco en nuestra sociedad y en la ciudad, y en la cultura, y en el arte", señala.
La arquitecta asegura que el contexto le da un valor histórico al mosaico, como también la ubicación en la base del Cerro Santa Lucía, el cerro fundacional de Santiago. "Es la primera intervención moderna en esa zona que es tan histórica", dice.
A su vez, señala que debido al quiebre político y social posterior, "hubo pérdidas importantes".
Cabe recordar que después del golpe militar, los tres artistas que realizaron el mosaico se exiliaron a España y volvieron al país muchos años después.
Valor artístico
El proyecto es un mosaico hecho con teselas de gres cerámico vidriado de 2x4 cm, que está montado sobre los muros de hormigón armado, con una superficie total de 2.650 metros cuadrados, según el Consejo de Monumentos.
Rodríguez plantea que la creación es de gran valor artístico porque "no siendo una obra recargada, con esa simpleza y sutileza que tiene, representa un momento en que se dejan de hacer obras figurativas y empiezan a aparecer artistas que optan por lo geométrico, por lo cinético, por lo abstracto". Tendencia que emerge en los '60 y que en los '70 "estaba en su esplendor".
Asimismo, señala que los tres artistas que hicieron el mosaico ya habían estudiado afuera, por lo que estaban en contacto con estas tendencias y habían emergido como representantes del arte cinético.
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"Además, en esta obra ellos están poniendo el arte cinético en la ciudad, y eso es lo más importante. Ellos tienen la novedosa idea de poner el arte en el espacio público al servicio de la ciudad", explica la arquitecta.
No obstante, Rodríguez aclara que el concepto de arte público ya había tenido un referente anterior, el mismo Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), quien remodeló el Cerro Santa Lucía y lo convirtió en parque con estatuas, fuentes, etc., para que el público disfrutara en él.
"Estos artistas también vienen con esa visión y postura. Justo llega este concurso, que genera mucha polémica porque ellos venían con este pensamiento, y apareció esta posibilidad de postular al concurso, y lo ganaron", indica.
¿Qué es el arte cinético?
"El arte cinético lo que hace es incluir el movimiento en la obra o la ilusión de movimiento. Hay obras que son estáticas y, sin embargo, tú las miras y vibran porque el trabajo del color ha sido hecho para que vibre", dice la arquitecta.
Rodríguez asevera que una de las apuestas de los artistas tiene que ver con el lugar donde se emplaza la obra -un paso bajo nivel- en el que los espectadores están en movimiento. "La obra acompaña este movimiento", señala.
Crédito: El Mercurio
Actualmente, la obra se aprecia desde el paso bajo nivel, pero también desde el cerro.
"Ahí hay una espacialidad que es vertical. Tú conectas el subsuelo con el cerro que se eleva sobre la superficie peatonal. El centro de Santiago tiene una dimensión muy importante en que el peatón puede mirar (…) Es mirado que tu percibes este mural y sus distintos movimientos… y también como vehículo tienes otra percepción, que es la del que conduce con estas líneas que lo van llevando", explica.
El proyecto de la Municipalidad de Santiago considera una explanada de 575 metros cuadrados (fue modificado, ya que antes eran 716) que "techarían" el paso bajo nivel donde está el mural, para conectar la Plaza Vicuña Mackenna con el cerro.
Esto facilitará el tránsito de los peatones, que actualmente tienen que pasar por un puente.
No obstante, el plan de la explanada "tapa, oculta, obstruye la mirada de todos los que estaríamos alrededor mirando esta verticalidad y conjunción entre lo moderno, lo antiguo, el parque, el cerámico. Todo este juego que hay ahí", concluye la arquitecta.