SANTIAGO.- Colombia vive un proceso de transformación histórico: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejaron de ser la guerrilla más grande y antigua de Sudamérica y se constituyeron como un nuevo partido político legal, con miras a debutar en las elecciones de 2018.
Esta entrada de los ex guerrilleros en el mundo de la política es clave, ya que es parte de los objetivos que se propuso el acuerdo de paz firmado con el Gobierno colombiano en 2016 que puso fin al conflicto armado que duró 53 años y que dejó 220.000 muertos y millones de afectados.
En este contexto, y sin armas, el grupo de rebeldes se presentará ante la sociedad con las mismas siglas que mantuvo durante más de medio siglo de guerra, pero con un nuevo significado. Se llamará Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
El acuerdo, de este modo, les garantizó un mínimo de cinco escaños en la Cámara de Representantes y otros cinco puestos en el Senado durante los dos próximos períodos electorales (2018 y 2020), para luego seguir en la carrera de acuerdo a los votos que consigan.
En conversación con Emol, la analista internacional y académica de la Universidad de Santiago Lucía Dammert, considera que para Colombia esto es una "buena noticia". "El reconocimiento de la presencia de las FARC en el Congreso les permite tener una voz política, limita las posibilidades de violencia y permite separar a aquellos que están apoyando al narcotráfico de aquellos que no lo están, por ejemplo", explicó.
Bajo esa misma línea, el analista internacional y director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la U. Finis Terrae, Alberto Rojas, afirmó que "es la esperada culminación de las negociaciones de paz iniciadas en 2012 en Cuba, y el paso clave para reinsertarse en la sociedad colombiana".
Sin embargo, también representa una serie de desafíos porque el pacto en un principio no fue apoyado por todos los colombianos, lo que se reflejó en el plebiscito donde la mayoría de la población lo rechazó, principalmente con la sensación de que el acuerdo de paz traería impunidad para los rebeldes.
Respecto a esta oposición, Rojas explicó que "uno de los aspectos que más ha molestado a la sociedad colombiana es la llamada 'justicia transicional', porque muchos consideran que fue una especie de amnistía encubierta y que, sobre todo los principales líderes guerrilleros, no llegarán a poner un pie en la cárcel".
Y en ese sentido, asegura que el reto que enfrenta las FARC es doble: "deberán demostrar que ahora son diferentes, un partido que buscará desenvolverse en el ámbito de un país democrático, pero que no podrá escapar de su pasado"
Asimismo, dijo que el proceso de adaptación de la sociedad tomará tiempo. "Será un desafío para la sociedad en términos de su tolerancia y capacidad de dejar el pasado atrás. No será fácil para una persona común, un día cualquiera, cruzarse en la calle con un ex guerrillero que fue responsable de la muerte o el secuestro de algún familiar o amigo", concluyó Rojas.
Por su parte, Dammert aseguró que "el gran desafío es entender que los procesos de justicia son reparatorios, restaurativos y que no significa impunidad, que después de todos estos años lo que se está buscando es el término de la violencia y el inicio de una discusión más política".
"No va a ser exento de problemas, pero la lucha hoy día se tiene que dar dentro del Congreso, con propuestas, y eso me parece un avance", agregó la académica.
Siguen como FARC
Otro asunto que generó conflictos, incluso dentro de las FARC, tiene que ver nombre que tendrá este nuevo partido político. En la reunión plenaria de la organización que se realizó este jueves, se optó por la propuesta del ex jefe guerrillero "Iván Márquez" de mantener las siglas originales y perdió "Nueva Colombia", nombre propuesto por el máximo jefe de esa organización, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko".
"Es una decisión que busca establecer un quiebre con su pasado y con 50 años de conflicto. Pero si bien se puede interpretar como un evidente 'cambio de marca', la sociedad colombiana no olvida su historia de muerte, secuestros, extorsión y narcotráfico. Y eso hará muy difícil su reposicionamiento dentro del ámbito político", analizó Rojas al respecto.
Según el académico "probablemente habría sido mejor ingresar al mundo político con otro nombre", ya que "muchos colombianos seguirán viendo a los antiguos guerrilleros, pero ahora en el Parlamento y con ropa civil".
Dammert, en tanto, consideró que mantener el nombre "es un arma de doble filo". "Por un lado, mantienen el nombre que los hace ser reconocidos, pero por otro, para muchos representa violencia. Sin duda es un proceso que va a sufrir ajustes y turbulencias en el camino", profundizó la experta en temas internacionales.
Las FARC presentaron este viernes su proyecto político con su nueva imagen, sigla y logo, dando el puntapié inicial para debutar en las elecciones legislativas de 2018. Ahora, será el turno de la ciudadanía colombiana, que mostrará en las urnas si le parece o no que el ex grupo guerrillero participe en la política.