SANTIAGO.- Su nombre ya era bastante conocido en la política estadounidense, pero este lunes Paul Manafort reapareció en la prensa por estar implicado en un caso que se ha convertido en el principal dolor de cabeza del Gobierno de Donald Trump: la presunta injerencia del Gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2016 que ganó el ex magnate.
Este lunes, quien fuera durante unos pocos meses jefe de campaña de Trump de cara a los comicios del año pasado se entregó a la justicia en las oficinas del FBI, en vistas de que éste ya había ordenado su detención y la de Richard Gates, ex socio comercial de Manafort.
En total son 12 los cargos que se le imputan a ambos, entre los que destacan el de "conspiración contra Estados Unidos", evasión fiscal y lavado de dinero.
Así, Manafort es investigado por sus presuntos vínculos con ucranianos prorrusos, haciendo junto a Gates lobby en Washington a favor del entonces Presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, pero sin revelar su trabajo como agentes extranjeros, como lo requiere la ley federal.
Pero no estamos hablando de un aparecido, sino que de un hombre con amplia trayectoria política que ha estado siempre ligado al poder desde el terreno del lobby, trabajando incluso con personajes de cuestionada reputación a nivel mundial. Ciertamente, en estos momentos pasa por su momento más crítico.
Su trayectoria
Paul John Manafort Jr. nació en New Britain, Connecticut, el 1 de abril de 1949. Su abuelo llegó a Estados Unidos desde Italia a inicios del siglo XX y su padre luchó en la Segunda Guerra Mundial. En la década de los '70 estudió en la Universidad de Georgetown, donde se tituló de abogado.
En materia política ha estado siempre vinculado al Partido Republicano. Primero, trabajó en la campaña de Gerald Ford en su lucha con Ronald Reagan en la convención de 1976. Desempeñó roles similares con el propio Reagan en 1980 y, según The Telegraph, desempeñó un rol trascendental en las campañas de George H.W. Bush en 1988 y Bob Dole en 1996.
Durante el Gobierno de Ronald Reagan, se desempeñó como director asociado de la Oficina de Personal presidencial de la Casa Blanca.
En la década de 1990, en tanto, Manafort abrió la consultora Black, Manafort, Stone & Kelly, en la que potenció su perfil de lobbista. Su listado de clientes en todos estos años es bastante particular, entre los que figuran los dictadores Ferdinand Marcos (Filipinas) y Mobutu Sese Seko (Zaire). Asimismo, se dice que intentó representar al ex líder de la junta militar de Somalia Siad Barre.
Este trabajo le valió a la citada consultora ser catalogada por el Centro de Integridad Pública como una de las empresas de este tipo que sacan el mayor provecho para hacer negocios con gobiernos extranjeros que violaron los derechos humanos de su población. Incluso, se le denominó como "el lobby de los torturadores" a esta firma que entre 1991 y 1992 ganó 3,3 millones de dólares.
Su trabajo con Trump
El currículum político de Manafort llamó la atención de Donald Trump, quien en marzo de 2016 lo reclutó como su jefe de campaña en reemplazo de Corey Lewandowski. La intención era una sola: posicionar al entonces magnate como la mejor opción republicana para competir en noviembre contra Hillary Clinton, quien ya asomaba como la abanderada demócrata.
No obstante, su trabajo al mando de la campaña de Trump duró sólo unos meses, puesto que renunció el 19 de agosto de 2016, al conocerse sus vínculos con grupos ucranianos prorrusos y el ex Presidente de Ucrania Viktor Yanukovich. Así, se afirmó que este lobbista ayudó a un partido prorruso a mover secretamente 2,2 millones de dólares a dos consultoras de Washington.
Según la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania, Manafort recibió 12,7 millones de dólares en efectivo de parte del partido de Yanukovich. Todo esto, sin declararlo a las autoridades estadounidenses, lo cual es considerado un delito.
También, se investiga si el ex jefe de campaña tiene vínculos con partidos rusos, con quienes habría trabajado como consultor. Esto se suma a la reunión que sostuvo, junto a Donald Trump Jr. y Jared Kushner, con un abogado cercano al Kremlin que prometía información que podría incriminar a Hillary Clinton.
Con todos estos antecedentes, el FBI allanó la casa de Manafort en Alexandría, Virgina, en julio de este año. Ahora, se confirmó su detención. Sin dudas, episodios de una historia que parece no acabar aún.